En nuestra experiencia hemos notado que los individuos suelen relacionar las deudas con algo negativo: una carga pesada, una preocupación adicional o como un gasto innecesario. Por ejemplo mis padres vienen del paradigma que sataniza el crédito: “es preferible que ahorres y pagues de contado a que te endeudes, y si tienes que hacerlo, paga ese crédito lo antes posible”. ¿A alguien más le suena esto familiar?
Es importante entender que no todos los créditos son malos, depende del uso que le demos al dinero. Y precisamente de ese uso se derivan los dos conceptos que queremos desarrollar esta semana: la deuda buena y la deuda mala.
La deuda buena es aquella que nos permite adquirir activos, que eventualmente serán productivos: bienes de capital, materia prima, conocimiento y todo aquello que pueda poner dinero en nuestros bolsillos y hacer crecer nuestro patrimonio. La deuda mala por el contrario se refiere a adquirir bienes de consumo, que no aumentan su valor en el tiempo o se consumen de forma inmediata y al final solo representan un gasto.
Hay otros elementos además del destino, que vale la pena considerar como; la tasa de interés del financiamiento, las condiciones de pago y los plazos establecidos. No conocer estos aspectos antes de dar el paso puede transformar cualquier deuda en una verdadera pesadilla financiera.
¿Cómo saber si conviene endeudarse? Te orientamos a través de las siguientes preguntas: