Zarcillos que cuentan historias
Con bellísimas piezas de joyería, Aimer Gil despierta admiración, genera fuentes de empleo y ayuda a las comunidades necesitadas de Venezuela

ALIDA VERGARA JURADO

03/02/2020 08:00 am



Hablar del joyero Aimer Gil es hablar de un joven muy querido en el ámbito del diseño venezolano: no hay quién no lo mencione con afecto y mucho respeto.


Gil se ha ocupado de desarrollar piezas dignas de admiración y reverencia, tanto así que aparecen en portadas de revistas internacionales como Bazaar y en looks que portan estrellas de la farándula internacional como Naty Abascal, entre otras. 


Cuando explica el proceso no resulta nada sencillo porque imprime diseños que son encapsulados e intervenidos en tejido con hilo de oro, filigrana, incrustaciones, y detalles que aportan una personalidad casi tan única como quién la lucirá. Muchas de sus fieles admiradoras y clientas hace muy poco tiempo solo usaban aretes pequeños, pero después de lucir unos Aimer Gil parece que todo cambiara.

El artista detrás de las piezas
Después de estudiar una carrera y dejar otra a la mitad, Gil descubrió que su vocación era diseñar accesorios. Y es que desde muy joven ya estaba vinculado al arte, experimentando desde la pintura hasta el óleo y el moldeo en arcilla. “Mi idea de diseñar accesorios surgió a la edad de 11 años producto de una curiosidad por experimentar con cuentas enhebradas en hilo elástico, haciendo pulseras; luego en macramé, semillas y trabajando con alpaca. Técnicas aprendidas empíricamente, y otras en compañía de los hippies de las costas de Colombia y Venezuela”. 



La pasión por el diseño finalmente se desarrolló, en 2010, cuando conoció al editor de la revista Rocca, Yamile Blanco, quien le brindó apoyo e incentivos para el proceso creativo de su empresa finalmente fundada en 2012. 



Actualmente labora desde sus talleres ubicados en las afueras de Valencia, y en Medellín, donde ha logrado establecer un grupo de trabajo proporcionando además una significativa fuente de empleo para artesanos de la localidad y de otros países.

Además, cada mes, con parte de sus ganancias, alimenta a alrededor de 120 personas de comunidades necesitadas de su Venezuela natal.
Sus colecciones mutan y pasan por un largo proceso creativo que va desde los bocetos hasta el diseño durante un período de 5 a 7 meses. En la actualidad sus “Insectos” causan furor.