Jerusalén, encuentro único entre historia y espiritualidad
No hay nada más monumental en Tierra Santa que esa ciudad que vale la pena mil veces conocer. Espectaculares murallas de la Ciudad Antigua, atardeceres preciosos en el Monte de los Olivos, y demás lugares que hacen ambientes sobrecogedores y conmovedores

ESTAMPAS

31/03/2023 06:00 pm



Álvaro Montenegro

Hace unas semanas tuve la maravillosa oportunidad de conocer uno de los lugares más sagrados de las tres religiones monoteístas, o de Abraham: judaísmo, cristianismo, e islam. Gracias a la generosidad y gestiones de la querida María Teresa Rosales, directora ejecutiva de la Cámara de Economía Venezolano – Israelí, pudimos cumplir ese sueño que todo ser humano debe realizar por lo menos una vez en su vida.


Nuestro ansiado peregrinaje comenzó en un vuelo de Turkish Airlines desde Maiquetía a Estambul, que duró 11 horas y media. Conectamos enseguida con otro vuelo a Tel Aviv, que fue de solamente dos horas. Me sorprendió desembarcar en el aeropuerto Ben-Gurión, uno de los más seguros del mundo, y caminar hacia la aduana prácticamente sin tener contacto con ningún funcionario de inmigración. Al salir tomamos un autobús turístico y comenzamos un recorrido, que nos llevó a Jerusalén.

Desde que uno comienza a subir de las desérticas llanuras de Jericó hacia las colinas de Jerusalén, ubicadas a 750 metros sobre el nivel del mar, se siente cómo el alma se acomoda y prepara para un encuentro único de historia y espiritualidad.
 

Murallas de Jerusalén, tan sorprendentes como majestuosas

Llegamos en un atardecer precioso y nos dirigimos directamente al Monte de los Olivos, donde tanto rezó Jesucristo. Desde un mirador, perdimos el aliento con unas vistas panorámicas espectaculares sobre la ciudad. En borde inferior veíamos el cementerio judío, que está rodeado por los jardines de Getsemaní, y las iglesias de Getsemaní, Pater Noster, y Dominus Flevit. Luego, más abajo, está un cementerio cristiano que apenas se ve. Si seguimos subiendo la mirada, los ojos se emocionan con las espectaculares murallas de la Ciudad Antigua, que parecen reposar sobre un cementerio árabe al pie de la enorme pared. Un poco a la derecha, se nota la Puerta Dorada, tapiada desde el año 1541 por los otomanos. Allí es por donde dice la tradición que entrará el Mesías, el día del Juicio Final. Al terminar de subir la mirada, el Domo de la Roca con su cúpula dorada se destaca más que cualquier otra edificación. Lugar sagrado del islamismo, dice la tradición que Mahoma subió desde allí a los cielos.


Ciudad Antigua de Jerusalén 

Al terminar nos fuimos hacia un lujoso centro comercial al aire libre llamado Mamilla. Lo atravesamos para llegar a la bella Puerta de Jaffa, que nos abrió las murallas para penetrar en ese mundo increíble de la Ciudad Antigua. Caminamos por un laberinto de estrechas callecitas peatonales, para llegar al Barrio de los Judíos y terminar en el Muro de los Lamentos, el punto más sagrado del judaísmo. Contemplar la explanada donde se encuentra, y los fieles rezando muy cerca del muro, resulta un espectáculo conmovedor.


Muro de los lamentos, el punto más sagrado del judaísmo

Dentro de la iglesia La Natividad en Belén

Al día siguiente fuimos a Belén, ubicada en Palestina, a unos 10 kilómetros de Jerusalén. Allí está la Basílica de la Natividad, construida sobre una cueva que la tradición señala como el paraje donde nació Jesús. El ambiente es sobrecogedor. Descendimos a una especie de gruta para conmovernos con la vista del pesebre, y del recinto donde la Virgen María dio a luz.


Barrio musulmán de Jerusalén

Desde Belén regresamos a Jerusalén para visitar el Museo del Libro, que posee una enorme maqueta al aire libre que representa a la ciudad en la época de Jesucristo. Dentro del museo están los Rollos Manuscritos del Mar Muerto, con los textos bíblicos más antiguos encontrados hasta ahora. Al terminar, visitamos el Museo del Holocausto que, a través de una vivencia sensorial, muestra las aterradoras experiencias de las víctimas del Holocausto. También visitamos la tumba del Rey David y la Iglesia de la Dormición, en el Monte Sion. Allí se desarrolló la Última Cena, y se instauró la comunión.
 
Al terminar, después de almorzar, recorrimos la Vía Dolorosa, por la cual pasó Jesús camino al Calvario para ser crucificado. Partimos desde la Puerta de los Leones, para entrar por callecitas muy estrechas a la primera estación, donde Jesús fue condenado a muerte por Pilatos. Recorrimos una a una las estaciones, para llegar al Santo Sepulcro, donde Jesús fue crucificado, muerto y sepultado. Imposible no conmoverse ante la belleza del complejo formado por varias iglesias. Los peregrinos de todo el mundo se agolpan frente a la piedra de la crucifixión, se agachan para tocar la piedra donde reposaron el cuerpo de Cristo al bajarlo de la Cruz, y rezan sus oraciones al entrar en el pequeñísimo recinto del Santo Sepulcro, donde solo caben cuatro personas. Esa es una experiencia que todo ser humano debería sentir, por lo menos una vez en la vida.
 
No hay nada más monumental en Tierra Santa que Jerusalén. Esa es una ciudad que vale la pena mil veces conocer, y mil veces regresar.

@montenegroalvaro