En el caso particular de la mujer, la práctica del yoga incide en el proceso de restablecimiento del equilibrio orgánico, lo cual es vital en los ciclos hormonales. Esto lo hace un gran apoyo en tres importantes momentos: la menstruación, el embarazo y la menopausia.

El manejo de la respiración y la preparación del cuerpo sirve a la mujer como técnica para sobreponerse a dolores y gestionar el estrés, lo que le permitirá estar serena.
Durante el ciclo menstrual, la práctica regular disminuye la tensión e irritabilidad del sistema nervioso y estabiliza el sistema endocrino. Según la abundancia del sangrado se adecúan las posturas para no afectar el flujo.
En el embarazo, dado su poder de conexión, el yoga profundiza el lazo con el cuerpo y la conciencia sobre las transformaciones que se viven en dicha etapa. Respecto a la postura, previene los dolores causados por el peso. En este caso, es importante consultar con el médico si después de los tres meses de gestación se puede continuar con la práctica.
Para la etapa de la menopausia es un acompañante de gran importancia, puesto que la práctica ayuda a regular las distintas emociones que produce este proceso y conduce a la mujer a vivirlo con armonía.