Existen dos conceptos que hay que entender: el “yo ideal” que habla de la idea o aspiración que tenemos sobre quiénes deberíamos ser o en qué deberíamos convertirnos. Se crea desde que somos pequeños con mensajes directos e indirectos de las personas con las que interactuamos y se va entendiendo como un ideal. Pero desde pequeños también vamos formando un concepto de nosotros mismos, el “yo real” que puede estar muy alejado de nuestro ideal, evaluándonos y criticándonos duramente. Evidentemente, tener esas dos percepciones (la ideal y la real) tan distantes entre ellas genera un bajo amor propio.

 
Ahora bien, ¿es realmente ese ideal algo tan maravilloso? ¿Es alcanzable? Porque en ningún lado está escrito y validado que esa es la manera correcta de ser. Pero además, ¿es posible ser perfecto? ¿Sirve de algo? ¿Qué ganarías si lo lograras? ¿Conoces a alguien perfecto? ¿No será mejor ser feliz y ya? Así que mejor aterrizamos ese ideal y pensamos en cosas que nos gustaría mejorar de nosotros y solo pensando en beneficios reales, por ejemplo: “mejoraré mi capacidad física para tener más energía y salud para disfrutar de la vida”. Esta idea sería muy diferente con un “yo ideal” inflado, por ejemplo: “debo lucir perfecta para que me quieran y nadie me critique”.

 
Te pido que revises también el concepto que tienes de ti. Puede que sea muy duro, que solo enfoques lo que no te gusta y no integres lo que sí te gusta de ti. También es posible que rechaces los comentarios de tu entorno que también hablan positivamente de ti y que nunca hayas hecho una búsqueda interna real, por ejemplo, podrías entender tu personalidad. Porque centrarte solo en lo físico, es reducir tu existencia y no tiene sentido. ¡Eres una persona única y maravillosa” pero nadie ama lo que no conoce, así que ¡a conocerte! Te esperamos en terapia.