Atenea Anca
Los duelos son procesos naturales que se generan en los individuos para hacer cierres emocionales y cognitivos ante las pérdidas de la vida. Pasar por un duelo puede generar mucho malestar y suele afectar otras áreas de la vida en donde se desarrolla el individuo, entre ellas, la relación de pareja. Si tu pareja ha perdido a alguien, quizás no sepas qué hacer para ayudarle y espero poder ayudarte a fijar un norte claro: acompañar.
En numerosas ocasiones en consulta se han generado conflictos de pareja por duelos que se han complicado y alargado, baja empatía de la pareja, o simplemente ¡por no saber qué hacer!
Nuestra cultura no nos ha ayudado a asimilar la muerte de buena manera. Se le teme, pero no se habla abiertamente de ella. Una vez que ocurre, es devastadora y la gente no sabe qué hacer más allá de dar el pésame. Y hay algo que es evidente y es que cada persona es diferente, pero, además, cada relación de pareja es diferente y cada relación con la persona fallecida también es diferente. Así que la mejor manera de enfocar tu rol en ese duelo es con tu compañía.
Ser su compañía no significa ser su animador personalizado, su consejero diario, su figura protectora, su clon en las responsabilidades, ni la cuchara que le saca las palabras para convertirse en su paño de lágrimas. No, pero puedes ser su certeza de compañía. Esa persona que escuchará sin juicio a cualquier hora, que sacará del hueco para sumarle endorfinas cuando sea el momento, que recordará que la alimentación y el descanso son importantes pero que respetará la adultez y sus decisiones, y que abrazará con fuerza sin necesidad de hablar.
La compañía durante el duelo es muy importante sentirla más no percibirla como asfixiante. No necesariamente la persona quiera llorar y encerrarse, y no juzgar, eso también es muy importante porque la culpa no es un buen amigo del proceso de sanación.
Otra sugerencia es saber qué preguntar. No necesitas grandes preguntas reflexivas para mostrar tu empatía y solidaridad en ese momento. Tal vez con esto sea más que suficiente para hacerle saber tu interés y apertura para hablarlo: ¿Cómo vas? (con una mirada compasiva). Pero eso sí, pregunta sabiendo que la respuesta puede ser tan breve y frustrante como un simple “bien” que no te crees. Pero no pasa nada, porque tal vez en ese momento simplemente no quiera hablar. Al día siguiente puedes volver a intentarlo.
Si por el contrario se abre y expresa todo su sentir, procura no interrumpir su catarsis. Sólo ante un desbordamiento emocional, deberás hacer algo más allá de escuchar y abrazar. Por ejemplo, si el llanto no cesa en horas, entonces sugiérele lo siguiente: “¿Me complaces en darte una ducha? Y si lo deseas lo seguimos hablando después.” Cortar el momento para conseguir la calma podría ser de ayuda.
Si la situación se sale de control o te sobrepasa, recuerda que, tanto tú como tu pareja pueden tener el apoyo profesional de psicólogos preparados para este tipo de situaciones difíciles.
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