Es diferente a la libertad financiera, en la que puedes vivir sin trabajar manteniendo inalterado tu estilo de vida por un tiempo ilimitado. Aunque en la libertad financiera se alcanza de manera implícita el bienestar financiero.

Debes abrir la brecha entre tus ingresos y tus gastos de forma sostenida. Los gastos tienen un límite hasta donde los puedes disminuir mientras los ingresos pueden ser ilimitados. Pero cuidado, generar muchos ingresos no es garantía de lograr bienestar financiero si no te sabes administrar.

Tener claridad del flujo de tu dinero -¿cuánto ingresa y cuáles son las fuentes? y ¿cómo lo usas?- es clave para identificar despilfarros, hacer seguimiento, ejecutar acciones preventivas o correctivas y fijar metas realistas.

Esto se logra llevando registros y te ayudará a tomar el control y asegurarte de que estás usando el dinero de manera consciente y en línea con tus objetivos y prioridades.

Construye un robusto fondo de emergencias, usa el crédito con cautela, evita deudas innecesarias, apóyate en pólizas de salud, vida y patrimonio que protegerán tus finanzas en situaciones críticas, invierte para asegurar un retiro tranquilo y edúcate constantemente para superar los desafíos de la economía.

Recuerda, solo tú eres responsable por tu bienestar.