Lo primero, al ser en video, el estudiante puede pausar la clase cuando quiera, retroceder si no entendió y ver la misma clase las veces que sea necesario hasta que entienda perfectamente el asunto. También permite que el estudiante vea la clase en cualquier momento del día, a su ritmo y con las comodidades que quiera.
Esto ha permitido una transformación más a fondo, un giro literal y figurativo de la educación: El salón volteado o la Escuela al revés. Normalmente, en la escuela, uno recibía las clases en el salón y se llevaba la tarea a la casa... y lo común era que nuestros padres se comieran la cabeza con uno para poder hacer la tarea bien y no llegar, al día siguiente, con las manos vacías al salón. Pues, la nueva modalidad es exactamente opuesta: A través de Khan Academy, el estudiante recibe sus clases desde su casa, a la hora que quiera y a su ritmo y las tareas se suelen hacer en el salón de clases.
El profesor pasa a tener un rol más de tutor o mentor. Fotografía Katerina Holmes Pexels
Los resultados de la escuela al revés se han hecho notar, tanto en lo académico como en otras dimensiones de la formación. La dinámica en el salón es otra, los pupitres en columnas y filas frente al pizarrón dieron lugar a mesas redondas en un espacio más abierto. El profesor pasa a tener un rol más de tutor o mentor, los estudiantes que mejor han entendido unos puntos tienen la libertad de ayudar a quienes no lo han entendido tan bien, reforzando el conocimiento en ambos y dándole un carácter lúdico y cooperativo al aprendizaje.
“Usando la tecnología no sólo estamos volteando el salón, sino que lo estamos humanizando” expresó Salman Khan en una charla TED en 2011. Las herramientas tecnológicas no sólo sirven para transmitir un contenido, sino para monitorear el progreso del estudiante, ver dónde tienen dificultades y ayudar al profesor a establecer la mejor aproximación para trabajar en esas dificultades, mejorando notablemente la calidad del tiempo de interacción entre docente y estudiante.
Salman Khan cambió la educación para siempre
Usando la tecnología, volteamos y humanizamos el salón
Entra en escena la pandemia y, de pronto, todas las escuelas tradicionales tienen que pasar a un modelo a distancia con clases tradicionales por diversas plataformas como Zoom, en el mejor de los casos. En otros, no tan afortunados, enviando documentos en PDF con el contenido de la clase vía Whatsapp y algunas clases en video por el teléfono. De pronto, la educación tradicional se vio en el mismo terreno que todas las distracciones del mundo digital… y en un estado de desventaja total.
Y ese es el tema del mundo digital. La transformación no consiste en enseñar a los profesores a usar las herramientas, desde Microsoft Office hasta Google Classroom, tampoco consiste en poner computadoras en salones determinados o entregar una computadora a cada estudiante.
Lejos de ello, el proceso de transformación digital empieza por poner al estudiante en el centro de todo, en ocuparse de que domine cada tema en vez de dejar una calificación y seguir adelante, en darle herramientas para que él pueda aprender lo que necesite desde donde sea, porque en un mundo cambiante, la habilidad de aprender y reinventarse vale más que cualquier contenido que se pueda dar en un salón.