¿Cuándo fue la última vez que dijiste: lo siento, y cuántas veces se lo has repetido a la misma persona, sin haber hecho algo para evitar que se repitiera?
Las disculpas de muchas personas han perdido su valor debido a la falta de cumplimiento de las promesas que las acompañaron. Algunas personas prometen que no volverá a suceder, que harán algún tipo de cambio de hábito o de comportamiento, que tienen la intención de evitar que se vuelva a repetir la situación y por supuesto tienen el deseo de resarcir a la persona que ofendieron.
Pero, también hay personas que aprendieron desde pequeños a sentirse culpables por todo, inclusive por las faltas de los otros, aunque en realidad no tengan la culpa, porque fue otra persona quien los tropezó o tomó alguna ventaja de ellos, entonces viven disculpándose por todo.
Es importante entender que solo si lo sentimos verdaderamente, porque hemos reconocido nuestra falta, podremos hacer sentir a la otra persona que es verdadero y que estamos dispuestos a hacer lo necesario para corregirlo o resolverlo definitivamente. Recordemos que aceptar y afrontar nuestras faltas con humildad y sinceridad es saludable para mantener una buena relación con los demás, en especial con nuestras personas queridas.
Pasos para disculparnos:
Dilo cuando en realidad lo sientas: Aunque te resulte difícil creerlo, todos somos capaces de reconocer la verdad en las palabras de la persona que nos maltrató o afectó al momento de pedirnos disculpas. Para que cuente la nuestra, tendremos que decirlo desde el corazón, es decir, porque creemos que vale la pena y que la otra persona o la situación lo merecen. Si lo hacemos por compromiso y en realidad no lo sentimos, lo notaran y se agravara el conflicto.
Toma responsabilidad sobre la falta: Todos cometemos errores, pero tenemos la oportunidad y el derecho de corregirlos, lo importante es no volver a repetirlos. Asume tu responsabilidad y el compromiso de hacer cuanto sea necesario para corregirlos, perdónate y date otra oportunidad.
Evita justificarte: Lo más fácil, es repetirnos, las excusas perfectas para no tener que asumir nuestra responsabilidad en el asunto. Lo único que lograremos actuando de esta manera, será seguir cometiendo los mismos errores, haciendo culpables a otras personas de nuestros conflictos, malestar e infelicidad.
Pregunta cómo le puedes hacer sentir mejor: Crea una estrategia para cumplir tu propósito de cambiar, ten presente tu compromiso de hacerlo y recuerda que tus acciones valen más que tus promesas. Exprésale a la persona tu arrepentimiento y tu compromiso de evitar que vuelva a suceder, al mismo tiempo pregúntale qué puedes hacer para hacerle sentir mejor y hazlo.
Asume el compromiso de no repetirlo: Sólo si estamos convencidos de la necesidad de cambiar el hábito, la actitud o el comportamiento que originó el conflicto, y buscamos las herramientas necesarias o la guía de un buen profesional de la conducta, podremos asumir un comportamiento más responsable, maduro y consciente, para resarcir al otro, aprender de la experiencia y crecer para convertirnos en una mejor persona.
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