REDACCION ESTAMPAS
En estos tiempos tan agitados y cargados de estrés nosotros los adultos cada vez hacemos más esfuerzos por adquirir y practicar técnicas de relajación. Por otro lado tenemos una población infantil tan expuesta a las situaciones de estrés como nosotros; cada día es más común la consulta al psicólogo por manifestaciones de angustia, miedos e hiperactividad en niños, a quienes además se les exige estarse quietos la mayor parte del día. Aunque sabemos por experiencia que la calma y la serenidad no se logran obedeciendo órdenes de un tercero lo pretendemos hacer con nuestros hijos e incrementamos la angustia, la irritabilidad y la frustración en ellos y en nosotros mismos.
Si nos propusiéramos entrenar a los niños a relajarse tendrían una herramienta para regular su nivel de actividad motora, mental y emocional cuando fuese necesario. Como padres modernos nos planteamos un sin fin de metas académicas, deportivas y sociales en la educación infantil pero es sorprendente descubrir que no entrenamos a los niños en algo tan fácil, práctico y necesario como la relajación. Estudios científicos han demostrado los beneficios de la relajación en prácticamente todas las áreas del desarrollo humano y en la salud en general. En los niños ayuda significativamente a aumentar la seguridad en sí mismos ya que con ello experimentan el autocontrol y el aumento en la capacidad de atención y concentración. Cuando son bebés y queremos calmarlos cada padre descubre por ensayo y error alguna técnica: ensayamos el tono de voz, el balanceo, sobarle la cabeza, la frente, sobar la espalda, y así sin saberlo estamos entrenando en relajación. El problema es que a medida que el niño crece nos olvidamos de este entrenamiento… pero nunca es tarde para comenzar.
Recomendaciones básicas:
• Realizarlo en un ambiente cómodo, silencioso y agradable.
• Sentado en el piso, en una silla o sofá, preferiblemente donde los pies puedan descansar sobre el piso o recostado en forma horizontal. Puede probar al comenzar qué posición es más efectiva para su hijo.
• Hacerlo parte de la rutina diaria, a la misma hora.
• Evitar hacer el entrenamiento si el niño está cansado, irritado o sobre excitado.
• Comenzar con un minuto e ir aumentando progresivamente el tiempo de acuerdo a la edad y a la capacidad del niño.
Respiración: Toda relajación debe empezar con ejercicios de respiración; es más, sólo enfocando la atención en la respiración ya el cuerpo comienza a relajarse. El aprendizaje más efectivo es por imitación por lo que tenemos que hacerlo con ellos. Algunos ejercicios que pueden practicar son:
• Sopla la vela, huele la flor: botamos aire por la boca, suavemente, despacio y luego inhalamos por la nariz. Hacer que el niño ponga su mano a nivel de su boca para que sienta la velocidad con que sale el aire. Poco a poco hay que ir logrando que la respiración sea más lenta, profunda y pausada.