En mi casa nunca se habló de sexo
La desinformación sobre este tema contribuye a que los jóvenes crezcan con más dudas que certezas

ATENEA ANCA

19/07/2020 05:00 am



Normalizar la sexualidad es uno de los asuntos que más les cuesta a los padres, tienen el temor de erotizar a sus hijos y piensan que al ser abiertos con ellos sobre estos temas los están empujando a iniciarse sexualmente antes de tiempo, que los están invitando a tener relaciones sexuales en la adolescencia.


Pero lo cierto es que la edad de iniciación suele retrasarse en las familias que hablan relajadamente del tema. Además estos primeros encuentros suelen darse con unos padres estables sentimentalmente, pues el concepto de sexualidad no está aislado del afectivo y estos hijos aprenden que las relaciones pasan por diferentes etapas y que ninguna debe apurarse pues todas son placenteras. 

Los hijos que tienen la fortuna de ser criados en ambientes que normalizan la sexualidad saben que los besos y las caricias no son con cualquiera y que merecen ser disfrutados sin culpas ni apuros. Además se preparan para el primer encuentro sexual considerando los métodos anticonceptivos apropiados para ello, comprendiendo que no están listos para afrontar una paternidad adolescente.

Pero por el otro lado está la mayoría de los hijos que crecen en ambientes donde ni remotamente se habla de sexo. Obviamente no es lo mismo que no se hable de sexo a que el sexo sea algo negativo o prohibido de mencionar. Ciertamente, en ambos casos la desinformación sexual forma parte del día a día de estos jóvenes que van creciendo con más dudas que certezas y que, a la hora de iniciarse sexualmente, su aproximación no es necesariamente la más sana.

Pero es que una cosa es no hablar del tema por vergüenza o porque es muy complicado para los padres, y otra muy diferente es intentar tocar el tema y ser castigado por ello. 

Nos encontramos así con adultos reprimidos sexualmente que llegan a un consultorio de psicología por una relación que no va nada bien desde el plano pasional, o incluso llegan a terapia por no poder tener una relación de pareja estable por miedo al desempeño sexual. También encontramos pacientes que son adictos a las relaciones sexuales sin que ninguna pareciera llenarle.

En estos casos el trabajo terapéutico no es solo psicoeducativo, para que reciban la información que nunca recibieron, sino que además se deben trabajar las heridas asociadas a la culpa por ser un ser sexuado, y la inseguridad de un adulto que tiene un compartimiento sexual aún inmaduro. Estas terapias suelen remover muchas fibras del pasado del paciente y se trabaja el perdón con sus padres, entendiendo que no supieron hacerlo mejor.

Cuando el tema sexual simplemente no se toca en casa pero tampoco se oculta o castiga por ello, la sexualidad tampoco suele estar desarrollada para la vida adulta, pero se trata de un camino sin traumas mayores que superar y se vive como una aventura llena de descubrimientos placenteros. En estos casos se acompaña al paciente para que viva un proceso lleno de hallazgos sensoriales y mentales asociados a su erotismo. Se descubre la identidad erótica del paciente y esto le permite vivir su sexualidad plenamente, en compañía o a solas.

Finalmente, la labor como padres es informarnos y entender que al no hablar de sexo con los hijos no les hacemos un favor sino que, por el contrario, contribuimos a obstaculizarle un camino por el que naturalmente querrá transitar. Y como siempre sugiero: si no saben cómo hacerlo pidan ayuda a especialistas en la materia. No olviden seguirme por @clinipareja pues constantemente estoy publicando contenido que puede apoyarlos en este y en otros procesos.