La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo. Dentro de ella, una tendencia que genera mayor impacto es el fast fashion o “moda rápida”, la cual consiste en producir ropa en masa, para públicos masivos, que a su vez promueven el consumismo.

Este proceso se da a través de una fabricación en grandes volúmenes de ropa con baja calidad, que brinda menores precios, y es cónsona con las novedades, y necesidades del público, por lo que renueva constantemente sus inventarios.

Cada año, este fenómeno enciende las alarmas en torno a los efectos que causa en el planeta, debido a la magnitud de sus estragos. Anualmente, esta industria produce 92 millones de toneladas de desechos y 1,5 billones de litros de agua inutilizados.

Como estimación, se proyecta que el 60% de las prendas terminan en el vertedero, aun sin haber sido usadas, sino que se desechan, por no estar en tendencia.

De esta forma, el planeta sufre un mayor impacto, ya que la industria acude a materiales como el poliéster y el nylon, los cuales son derivados del petróleo. Esto hace que las prendas puedan tardar años en descomponerse.

No obstante, de manera alentadora, cadenas como H&M, y Guess, promueven esquemas sustentables para su producción, y de preservación al planeta.

Por su parte, en el caso de los consumidores, se apuesta a que le den una segunda oportunidad a la ropa, antes de desecharla, comprar prendas usadas, donar la que ya será usada, e inclinarse por marcas que se apoyen en la fabricación sostenible, a fin de reducir los efectos del fast fashion.