Dar y requerir, difícil y fácil
Como en todos los países de tradición democrática, la oposición requiere al gobierno que dé. Es fácil requerir, difícil es dar y satisfacer. Con todo, los políticos prefieren estar de lado difícil...

ELIAS FARACHE S.

29/06/2021 05:02 am



El nuevo Ejecutivo de Israel se estrena con los problemas de antaño. Un nuevo equipo de gente, con energía y otro estilo de conducción, ciertamente refresca el ambiente. Pero no cambia la realidad del país y sus inmediaciones.

El gobierno de Netanyahu, de doce años y varias distintas coaliciones que encabezó, entre ellas con miembros del actual gobierno, legó un país en buena forma, más aún si se compara con otros países. En primer lugar, y ante el brote de la variante Delta de la pandemia, Israel tiene un alto número de personas vacunadas, lo cual reduce el peligro de contagio y de mortalidad en forma importante. La economía, con todo y los embates recibidos, está bien. En materia de paz, los Acuerdos de Abraham son algo muy positivo, y constituyen un hito en la historia de las relaciones de Israel con países árabes. Nada de lo anterior es trivial, y ello es apreciado por todos.

Las situaciones que no dependen del gobierno de Israel siguen siendo las mismas. El nuevo gobierno encuentra las mismas dificultades, siendo la primera que el nuevo gobierno de Estados Unidos pretende volver al acuerdo nuclear con Irán y esto es peligroso para Israel, sin importar cual sea su coalición de gobierno. Un también nuevo gobierno en Irán se define como aún más radical que el anterior, y nada puede hacer Israel al respecto. Ni Bibi, ni Bennet, ni Lapid.

Las disyuntivas con los palestinos de Gaza y de la Margen Occidental, dos entes independientes y enfrentados entre sí, no se resuelven dependiendo de la buena voluntad ni disposición de Israel. Se suavizan algunas posturas, y se postergan eventos desagradables, pero no se produce un cambio dramático para mejor, por los momentos. Gaza y el Sur del Líbano siguen siendo arsenales de cohetes y misiles que apuntan a Israel.

La tesis de Netanyahu de lograr paz por paz, y que ha dado resultados parciales, se desplazará a la tesis algo más de izquierda, la de paz por territorios. Tampoco esta última, en más tiempo de vigencia, ha dado resultados que no sean parciales. La razón es simple: el quid de la cuestión es el no reconocimiento del derecho de los judíos a un estado independiente, por parte de los palestinos y sus aliados. Presenciaremos, en los próximos meses, un renacer de la propuesta de dos estados para dos pueblos, aunque la corrección ha de ser tres estados para dos pueblos. Un estado para los judíos, y dos para los palestinos: el de Gaza y el de la Margen occidental.

La administración Biden recibe presiones de sus propios representantes en el congreso. Acaban de solicitar decisiones ejecutivas que anulen decisiones de Trump respecto a los asentamientos, y se podrían esperan solicitudes similares para temas como los Altos del Golán y Jerusalén. Esto tampoco depende del gobierno de turno que rija los destinos de Israel. Y cualquiera sea el gobierno, presionará sobre la administración americana y hará uso del lobby judío. No en vano las reuniones de Yair Lapid con su homólogo americano, y la visita del jefe de Estado Mayor, Aviv Kochavi, a Washington la semana pasada.

En una última declaración, el primer ministro de Israel expresaba que Israel era responsable de su seguridad. Lo mismo expresó el ex primer ministro, Ehud Barak, en una entrevista para la televisión. Todo esto en el mejor estilo del desplazado Benjamín Netanyahu.

Como en todos los países de tradición democrática, la oposición requiere al gobierno que dé. Es fácil requerir, difícil es dar y satisfacer. Con todo, los políticos prefieren estar de lado difícil, del lado desde el cual deben cumplirse con los requerimientos y expectativas de los ciudadanos. La nueva oposición, igual que la vieja, descubre con rapidez que resulta muy fácil requerir. Y el nuevo gobierno que es difícil dar y complacer. Por algo se ganan y pierden elecciones.

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