El Vaticano: Iglesia, estado y su diplomacia
El Papa actúa en su doble función de representante de una Iglesia, pero también de un Estado soberano, es escuchado y seguido atentamente por todas las cancillerías del mundo

JULIO CÉSAR PINEDA

25/04/2024 05:04 am



El Vaticano representa la máxima expresión de la religión católica y es una referencia obligada para todos los cristianos. Junto al Islam son las dos religiones más importantes con alrededor de 2.4 millones de cristianos en el mundo (1/3 de la población mundial). Esta fe monoteísta en sus tres dimensiones: catolicismo, protestantismo y ortodoxismo está presente en todos los estados y los pueblos del planeta especialmente en Europa y América Latina.


El Vaticano como estado, tiene las tres características con su población, territorio y gobierno. Su origen fue el Tratado de Letrán, firmado entre La Santa Sede e Italia el 11 de febrero de 1929. Este micro estado es un actor importante en las relaciones internacionales, con una extensión de 0,44km² (44 hectáreas) y menos de mil habitantes.

La diplomacia cristiana siempre estuvo presente desde Jesús de Nazaret y los Apóstoles. Fue en el Concilio de Nicea en 1325 con la autoridad del Papa Silvestre donde se consagró el principio de la delegación de su autoridad frente a otras comunidades con enviados especiales. Posteriormente institucionalizó la figura diplomática a través de Nuncios. Fue importante la actividad diplomática en la edad media como negociador de numerosos desacuerdos políticos y cuestiones territoriales en toda Europa. Recordemos el Tratado de Tordesillas suscrito el 7 de junio de 1494 entre Isabel y Fernando Reyes de Castilla y Aragón, y el Rey Juan II de Portugal, para repartirse el Océano Atlántico y el Nuevo Mundo.

En el siglo XXI, la estructura diplomática pontifical tiene el doble carácter eclesiástico y diplomático fundamentado en las reglas de Derecho Canónico y de Derecho Internacional Público. La Secretaría de Estado y el cardenal secretario de Estado es quien gobierna la Santa Sede y quien dirige la diplomacia pontificia y las relaciones internacionales con unos 150 funcionarios, entre ellos algunos venezolanos. El secretario de Estado es quien dirige esta diplomacia, pero también tiene funciones de un primer ministro y de un ministro de Asuntos Extranjeros. Es el caso del actual secretario de Estado, Pietro Parolin, quien fue nuncio apostólico en Venezuela. Como todo ministro de Relaciones Exteriores recibe a los jefes de Estado en visita oficial a la Santa Sede antes que el Papa, y a los embajadores acreditados con sus cartas credenciales.

El Vaticano como todo Estado tiene Derecho de Legación, es decir, capacidad de nombrar y recibir diplomáticos, por su soberanía internacional. Los nuncios apostólicos son los embajadores permanentes del Papa igual que los embajadores de los Estados, como lo estableció el Reglamento de Viena de 1815 y lo recoge la vigente Convención de Viena de 1961 sobre Relaciones Diplomáticas.

Los Acuerdos de Letrán definieron la personalidad jurídica y la territorialidad de la ciudad del Estado del Vaticano, entre la Santa Sede con el Papa Pío XI y el Estado italiano gobernado por Mussolini el 11 de febrero de 1929. En esa oportunidad, junto al acuerdo principal, se adjuntaron dos más, un Concordato entre la Santa Sede y el Estado italiano que proclamaba la religión católica como religión oficial de Italia, que duró hasta 1984, y un acuerdo financiero donde el Estado italiano reparaba los daños causados a la Santa Sede por la pérdida de sus antiguos territorios.

Las dos soberanías, la del Vaticano y la de la Santa Sede, tienen dos administraciones diferentes. La moneda del Estado es el euro, pero con la efigie del Papa, la lengua oficial junto al latín es el italiano, pero el francés sigue siendo el idioma de comunicación diplomática de permanente uso.

No es el Estado del Vaticano, sino la Santa Sede la que representa la diplomacia y ejerce el Derecho de Legación, donde la soberanía internacional es una soberanía original anterior e independiente de todas las otras.

En los últimos tiempos, con Papas tan mediáticos como Juan Pablo II y ahora el Papa Francisco, no escapa al Vaticano ningún tema de la agenda internacional propia de los Estados y los organismos internacionales.

Desde 1701, bajo el pontificado de Clemente XI, la Iglesia consciente de la importancia de la relación entre los pueblos y entre los gobiernos creó la primera Academia Diplomática y las primeras Misiones de Representación, con el reconocimiento de las inmunidades y privilegios para los enviados en misiones permanentes o especiales y para los agentes diplomáticos acreditados ante la Iglesia y su estado.

En los países cristianos, y es el caso de Venezuela, el embajador del Vaticano con su representación como “Nuncio”, también tiene el reconocimiento de Decano del cuerpo diplomático acreditado ante el país.

El Papa actúa en su doble función de representante de una Iglesia, pero también de un Estado soberano, es escuchado y seguido atentamente por todas las cancillerías del mundo.

El Papa Francisco es el primer alto representante de la iglesia y del estado, originario de Latinoamérica. Su pontificado está siendo considerado como el más revolucionario en los últimos ciclos de la iglesia católica y en la misma línea de Juan Pablo II. Recientemente han sido coincidentes sus planteamientos con la mayor parte de los líderes del mundo y el Secretario General de las Naciones Unidas Antonio Guterres. Como el viejo líder ruso Mijaíl Gorbachov, el Papa Francisco considera que los tres más graves problemas de carácter político y diplomático hoy son: la pobreza en el mundo, el armamentismo y la amenaza nuclear y la crisis ecológica por el calentamiento global. Todo bajo una nueva ética del hombre y la sociedad.

La Iglesia y el Estado del Vaticano están en la correcta dirección del mundo con el imperativo de la paz, la seguridad internacional y la justicia.

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