Lisboa: azul y vibrante, consentida por el sol
Es la capital de Portugal y un puerto seguro, como la describían los antiguos, para quienes tienen espíritu aventurero y un poco de bohemios y poetas

ESTAMPAS

12/01/2024 08:00 am



Flor Santamaria-Kovacs

Asentada en la desembocadura del río Tajo, el más largo de la Península Ibérica, Lisboa es una ciudad que permite al visitante disfrutar de unas vacaciones donde historia y modernidad, diversión, comodidad y halagos al paladar se combinan armónicamente, bajo un rayo de luz constante en el día y un claro de luna por la noche.

La ciudad cuenta con una tradición comercial desde épocas remotas con pueblos al norte de África, especialmente con el país que actualmente conocemos como Túnez. Y si eres de aquellas personas observadoras, puedes percibir un murmullo, como si se tratara de una dimensión paralela, de aquella ciudad que era el puerto de la península ibérica por excelencia.

Encontrarás portales mágicos en sus calles de venas amarillas de tranvías y en sus colinas ornamentadas de bellos edificios antiguos, marmoteados de azulejos con motivos de pescadores y trabajadores en sus oficios, así como de santos y de visiones celestiales en paredes blancas, iglesias y tejados de barro.



Museo Nacional de Arqueología situado en el ala occidental del Monasterio de los Jerónimos

Arriba y abajo, van los carros y peatones, así como los pequeños y veloces Tuc-Tuc paseando desaforados a propios y turistas de todas partes del mundo, quienes se pueden escuchar riendo y gritando, cada vez que el vehículo cae en un hueco o toma una curva a velocidad.

En Lisboa y sus alrededores hay mucho qué ver y qué hacer, por ello es recomendable tener una pequeña idea, una selección de los puntos de interés, pues se corre el riesgo de perderse lo esencial, aunque todo sea bello. Vale la pena alquilar un auto para hacer paseos más largos a las afueras del casco central. Pero también se pueden hacer buenas rutas a pie.

Es importante buscar el balance entre el paseo intenso con los remansos de paz, por esto, pensar en tomar unos minutos en los miradores, entrar a un museo, como el de los azulejos o tomar alguna bebida refrescante en alguna terraza con vistas al azulísimo mar, es una buena idea.


Museo Nacional de Azulejos en Lisboa, un remanso de paz

Lisboa a Pie

La oferta de paseos guiados para grupos o individuales están a la orden del día a precios variados según el operador, pueden ir desde 30 euros por persona a 120 por grupos familiares, dependiendo de la duración y de lo que ofrezca el operador, como degustaciones y boletos de entrada a algún museo o casa-monumento.

Estos paseos con guía son recomendables si se viaja con niños o jóvenes o si hay un interés especial por la historia, pues se aprovecha mejor el tiempo y la experiencia se hace más anecdótica ya que cada calle esconde un secreto, especialmente en los vecindarios de Chiado y Moorish Alfama.También el centro de arte urbano con sus esculturas y murales políticos y sociales.

En esta modalidad de turismo, bastante popular en las principales ciudades de Europa, tendrás la oportunidad de ser testigo de la vida de los locales en una “cáscara de nuez”. Dos o tres horas descubriendo la arquitectura barroca y el art decó, los edificios coloridos y los monumentos históricos del centro de la ciudad, así como sus tradiciones plasmadas en viejos cafés y tiendas alegóricas, no está nada mal.


Estatua del vendedor de lotería o Cauteleiro en la plaza Largo Trindade Coelho

Pero si la preferencia es conocer sin guías, puedes tomar un bus de turismo que te llevará justo a las paradas más populares por una tarifa. Los taxis son económicos, así como tomar el tranvía puede ser una singular y colorida experiencia.

Si eres de los que han pedido un favorcito a San Antonio, ahí tienes la iglesia y el museo del santo quien es muy popular en la ciudad, ya que los portugueses lo reclaman como suyo, aunque su “apellido” sea de Padua, y los italianos también se lo disputen.

El santuario de Cristo Rey, el Monasterio de San Gerónimo también es una parada obligatoria junto con el monumento a Colón y la torre de Belem. Una vez en el vecindario, aprovechar probar los pasteles de nata de la pastelería Pasteis de Belem, es tradición, aunque haya que hacer un poco de cola, porque todos quieren uno de esos crujientes y cremosos dulces.


Palacio Nacional de Pena un símbolo estético de Sintra 

Lisboa extendida y paseos de un día

Es muy recomendable, si el tiempo de la visita lo permite, salir de la ciudad, a tan solo cuarenta minutos de la efervescencia capital se encuentra Sintra, un pueblo que alberga uno de los palacios más hermosos de Europa. Un recuerdo de la corona portuguesa y toda su opulencia y poderío.

Luego, en otra dirección, se encuentra el pueblo de Batalha, donde reposan en las tumbas, antiguos reyes y nobles, y también para los devotos, el santuario dedicado a la Virgen Maria y sus apariciones en Fátima.

Para los que quieren un día de playa, Cascáis es un destino preferido por turistas europeos y para los más internacionales, la playa de Nazaré con sus grandes olas, para surfear y convivir con los pescadores en una paz oceánica.

Rentar un auto en Lisboa para una experiencia de este tipo es bastante razonable, pero también hay una buena red de autobuses y trenes que tienen el mismo propósito, así como operadores que ofrecen estos paseos, aunque la independencia en la carretera no tiene precio.

El Oceanario, o acuario de Lisboa, aunque no representa una gran distancia a las afueras de la ciudad, cuenta como un paseo de un día, ofrece una simpática y educativa experiencia para toda la familia y diversión para todas las edades, si hay interés en este tipo de atracciones.


La mejor recomendación es encontrar un restaurante que se ajuste a las necesidades individuales

El romance culinario

Los sabores de Lisboa son a la boca lo que un fado al oído. Romance, pasión e historia. Los restaurantes de pescados y mariscos son la norma, muchos son de tradición familiar como Bairo do Avillez, en Rua Nova da Trindade, así como el restaurante Ramiro, que también se destaca.

Un descubrimiento son los embutidos ibéricos y las tablas de quesos, principalmente de cabra, que, acompañado de un vino verde y sin duda un helado vino rosado, son una opción para consentir el paladar. La mejor recomendación para encontrar un restaurante que se ajuste a las necesidades individuales es preguntar al conserje del hotel, entendiendo que la industria de la hostelería es muy cambiante.

Lisboa es una ciudad romántica, bonita y con los precios más convenientes de Europa en relación con el valor. Una ciudad donde las voces de la poesía se oyen en cada esquina y como escribiría Luis de Camoes en su obra Las Luisíadas:

Es Ulises quien labra santa casa,
Al Númen que le da lengua fecunda,
que, si en Asia a la grande Troya abrasa,
En Europa a Lisboa insigne funda.