Esta costumbre de origen celta fue extendida por distintos lugares del mundo con el fin de pedir deseos, especialmente espirituales más que materiales, para el nuevo año. La forma de prepararse para este ritual inicia por limpiar la casa, ya que esto significa purificación y estar abiertos a recibir buenas energías.

Si bien en torno al propósito de la tradición no hay refutaciones, en cuanto a la leyenda del Espíritu de la Navidad, sí hay dos versiones; la primera de ellas se refiere a un personaje, parecido a Santa Claus, que hace millones de años llegó a la tierra, proveniente de un mundo muy lejano y distinto al nuestro. Este hombrecillo estaba lleno de bondad, y poseía capacidades superiores a las de los habitantes de las tierras nórdicas, por esta razón, tenía el poder de cumplir sus anhelos y llenarles de luz y energías positivas.

Por su parte, la segunda historia señala al Espíritu de la Navidad como una energía mística, que pasa por la tierra cada 21 de diciembre, entre las diez de la noche y la medianoche, y entra a hogares en los que habitan personas de buena voluntad.

Para recibirlo, las personas acostumbran a encender tres inciensos diferentes durante el día, preferiblemente, de olor a sándalo, pino o mandarina. Esto se combina con el encendido de velas rojas, verdes, doradas, o cualquier otro color propio de la Navidad, con la idea de simbolizar la luz. En cuanto al compartir humano, se reúne a la familia, oran, y practican rituales particulares de esta celebración.

Este es el punto más importante de esta tradición, por lo que es importante que sepas cómo pedir los deseos. Hay quienes se enfocan en lo material, y aunque no está mal, lo ideal es usar esta fecha para elevar otro tipo de plegarias, que se adhieran más a lo espiritual, como el bienestar, el amor, la paz, la fraternidad, unión y hermandad.

En este mismo sentido, también es importante pedir primero por otros y de último por ti, puesto que esta fecha también simboliza la abnegación y amor al prójimo. De esta manera, inicia el ritual escribiendo tus deseos para la humanidad, luego por el país, posteriormente por tus familiares, amigos, allegados, y después por ti.

Ahora bien, ¿en dónde se escriben estos deseos? Los anhelos escríbelos en una carta que deberás conservar hasta el 21 de diciembre del próximo año, a fin de que puedas verificar cuál de tus plegarias fueron concedidas.

Y a propósito de ello, la carta del año pasado, tendrás que desempolvarla y tenerla a la mano durante el ritual del Espíritu de la Navidad, para quemar cada deseo escrito como muestra del cierre de un ciclo.