Me hablas con ternura y me corta las ganas
Aquello que nos excita a los seres humanos es muy variado e individual. Por esta razón, al iniciar una relación de pareja, es muy importante transmitir nuestros modos para excitarnos, ya que no posee poderes adivinatorios

ATENEA ANCA

16/04/2021 06:00 pm



Los problemas surgen cuando los individuos no tienen conocimiento qué los excita como seres sexuales o cuando tienen tabúes aprendidos en relación a la sexualidad y se cohíben de compartir sus deseos sexuales a la pareja, prefiriendo que el tiempo ayude a engranar ese aspecto de la relación.
 
A terapia llegan muchas personas con conflictos en el área pasional. Algunos, afortunadamente, acuden en pareja y así es mucho más fácil trabajar, pero otros, asisten solos porque su pareja no quiere o simplemente porque no se atreven a decírselo.
 
Hoy quiero centrarme en las mujeres que frecuentemente me confiesan que el estilo tierno de acercamiento erótico de sus parejas no sólo no las excita, sino que les genera aversión. Les dejaré algunas frases escuchadas en más de una ocasión para que se conecten con ellas: “Yo no quiero que me hable como un bebé chiquito, eso es un delito.”; “no soporto que me dé besitos tiernos por el rostro como si me fuera a romper.”; “tengo ganas de sexo, pero él viene y me acaricia con ternura hasta dormirme.”; “yo lo que quiero es que me agarre con fuerza y pasión”; “Ay no, ¡qué se calle y me lance contra la pared apasionadamente!”; “detesto que me hable chiquito para decirme que tiene ganitas. ¡Qué rabia me da!”; “Me molesta que sea tan gentil al anunciarme horas antes de poder estar juntos, que tiene ganas de hacerme el amor. No quiero que me hagan el amor, ni que me pida permiso. Quiero que me bese apasionadamente y me diga cuánto me desea mientras me toca para tener un sexo intenso.”

Las aproximaciones eróticas de estos hombres no coinciden con las de estas mujeres, pero toca entender algo: ambas son válidas. Muchos hombres actúan así por un aprendizaje social con el que piensan que, entrando tiernamente, será más fácil conectarse con esa mujer. Otros, y no pocos, realmente se quieren llenar de ternura para querer románticamente fusionarse con la pareja y utilizan esa técnica genuinamente, sin saber la reacción que ésta genera en ella.
 
Veo necesario dividir esta población en dos grupos para analizarlos de manera diferente. Primero, colocaremos a todos los hombres que aún no han sido informados de que ese estilo no genera buenas reacciones. Y en el otro grupo colocaremos a los hombres que ya saben que eso no le gusta a sus parejas, pero que continúan haciéndolo de esa manera.

A los pertenecientes al primer grupo debemos exonerarlos de gran parte de la responsabilidad porque el placer sexual es una responsabilidad individual. Si a una mujer le gusta una cosa o no le gusta otra, debe expresarle a su pareja ambas. Ejemplo, me gusta mucho cómo me besas, pero tus caricias son muy suaves y me dan cosquillas no eróticas. Así, el hombre podrá saber qué mantener y qué modificar. Quiero acotar que ese hombre que no ha recibido el “manual de instrucciones” de su pareja, igual debe haber recibido información no verbal de que sus técnicas no han funcionado. Así que eliminen de su mente esa frase de “no quiero herirlo diciéndole que no me gusta” porque ¡ya sabe que la pasión no va bien!

Deben colocarse en el rol de quiénes están buscando soluciones y no el de abrazar los problemas por siempre. La solución está clara: armarse de valentía y preparar un discurso breve, claro y explicativo de qué sí ha funcionado, qué no y qué podría intentarse. Cuanto más claro esté el discurso, mejor será recibido. No deben haber señalamientos, ni críticas porque es una conversación constructiva, no destructiva. El foco es el placer compartido, así que asegúrate de plantearle preguntas sobre su placer también. Si quiere romanticismo, por ejemplo, pueden usar frases románticas durante el día, en ciertos momentos en que las miradas se conecten en el sexo, o brindarse muchas caricias en el postcoito.
 
Tomen en cuenta que cuanto más tiempo pasen sin hablarlo, más instaurada estará la conducta en la pareja y más difícil será que la cambie. Además, si pasa mucho tiempo podría indignarse de que se haya esperado tanto tiempo para decirlo.
 
Finalmente, nos queda el segundo grupo que ya sabe que su aproximación erótica no es bien recibida, y sin embargo, no deja de hacerla. A este grupo le sugiero que trabaje con un terapeuta sexual que les pueda guiar para conseguir una nueva ruta satisfactoria para ambos porque es posible que realmente no tenga idea de cómo llegar a su pareja. Mejor déjenlo en manos profesionales porque hay cosas increíbles que podrían aprender de un tercero para solucionar la situación.

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