Andrea Gómez, caraqueña de paso firme
Heredera de un bien sabido interés por la responsabilidad social empresarial, la joven diseñadora de calzado avanza en la industria de la moda internacional

ESPECIAL PARA ESTAMPAS

01/11/2020 05:00 am



Mayte Navarro

Tradición e innovación son elementos con los que ha sabido ganarse cada oportunidad para consolidar su marca y ofrecer un diseño único con sabor criollo.

Andrea Gómez Mendoza pertenece a las jóvenes generaciones cuyo crecimiento personal y profesional supera fronteras. Es caraqueña y miembro de una familia en la que crear y aportar iniciativas al país es una tradición. Lo empresarial y lo filantrópico no le son ajenos.

Ha hecho del diseño de calzado su profesión y esto le ha valido no sólo el reconocimiento en Venezuela sino internacionalmente. Su trabajo se ha desarrollado con fuerza en el exterior y algunos de sus diseños han sido usados por celebridades, por lo que nos encontramos ante una joven profesional que trabaja para hacerse su propio lugar en la moda. Sus piezas han sido reseñadas por publicaciones de prestigio global como Vanity Fair.

La creatividad es una de las características que ha estado presente desde que era pequeña. “Pienso que las ganas de crear es algo que siempre ha estado en mí, pero que en aquel momento no necesariamente lo veía como una futura profesión”, afirma.



A los 14 años su mamá, Leonor Giménez de Gómez, le trajo unas piedras de un viaje y ella, intuitivamente, comenzó hacer collares. Al principio los hacía para para ella, pero poco a poco comenzó a recibir encargos de su familia y amigas. “La voz se fue regando, recuerda, y terminé haciendo collares y pulseras a desconocidos y luego empecé a vender en bazares navideños. Creo que ahí entendí que podía hacer de mi pasión una carrera y que debía formarme para ello”, relata, haciendo memoria y cuenta, literalmente.

La joyería fue su primer escalón. Estudió un año en Florencia, luego ingresó en el reconocido Fashion Institute of Technology (FIT), Nueva York. Su primer acercamiento al diseño de accesorios fue definitivo y decidió especializarse en esa área. 

Pero en moda, no sólo los estudios son importantes; también las pasantías son un valor agregado- La primera experiencia laboral de Andrea tuvo lugar en DKNY, marca de la diseñadora Donna Karan, en el departamento de diseño de zapatos de esa firma y sucedió durante su último año de carrera. 

Demostró su capacidad, y al graduarse, la contrataron como asistente de diseño.

Trabajar en una marca tan emblemática fue una experiencia muy enriquecedora porque no sólo aprendió sobre diseño, sino que conoció a pie juntillas la cadena de producción. Hizo todo un recorrido y su experiencia abarcó desde la conceptualización de la idea hasta el diseño exhibido en la vitrina, pasando por el tema de fábrica, selección muestras y materiales, estructuras de costo, entre tantos detalles.

Todo diseñador de moda sueña con el triunfo, que su trabajo no sólo guste sino que la gente los lleve. Sobre ese tema Andrea Gómez no tiene dudas. Lo primero que se debe tener son las ganas de hacerlo, pero está consciente que es muy importante la formación, entender que el diseño no solo debe ser bello si no funcional, que alguien lo va a llevar puesto y debe sentirse elegante pero nunca incómoda. Por eso ella no cesa de estudiar, trabajar y formarse.



Los retos que se ha encontrado son muchos y los enfrenta. Entre los predecibles está el de tener el ojo de seleccionar una fábrica que entienda los diseños y los pueda ejecutar con la calidad que el diseñador requiere. Y aquellos que surgen de manera impredecible en el día a día del negocio. Andrea los ha podido asumir por su capacidad de observación. Para ella lo importante es sacar un aprendizaje de cada reto, corregir y seguir adelante.

Cada diseñador tiene una manera única de empezar sus diseños. Ella busca una inspiración. Cuando la encuentra se sumerge en esa idea, investiga sobre el tema. Se convierte en un trabajo minucioso que la hace correr detrás de toda la información que pueda encontrar. Cuando maneja todos los aspectos que le interesan, empieza a crear y los hace a través del dibujo. “Con los diseños listos ya tengo una idea de los materiales que quiero usar, pero durante el proceso puedo encontrar una piel o una tela que me enamore”, revela. Sin lugar a dudas que es una tarea que requiere de sensibilidad. Para ella la inspiración no culmina hasta que el zapato esté terminado.

El tema ambiental no le es ajeno y, como muchos jóvenes, procura que su trabajo tenga el menor impacto negativo. Europa, donde produce, es estricta con la normativa ambiental, razón por la que cumplir con esas pautas la han hecho más consciente del tema del medio ambiente, por eso siempre está buscando la manera de ser más sustentable. Esto la lleva a producir lo que necesita: nada de cantidades exageradas, reutilización de ese material sobrante. Por cierto, las cajas que guardan los zapatos Andrea Gómez son de cartón reciclado.

Como ciudadana del mundo le preocupa, de manera especial, la salud. “La nuestra y la de nuestros seres queridos”, subraya. Su sensibilidad artística le indica que esta pandemia ha ejercido cambios en la gente, por eso dice que nos ha enseñado y recordado cuáles son nuestras prioridades. 

El hecho de haber viajado, estudiado y vivido en varios países ha dejado en Andrea Gómez ese espíritu de universalidad, regido por ese pensamiento capaz de comprender que lo que sucede del otro lado del mundo puede terminar afectándonos a todos. Considera que líderes y ciudadanos deben ser más empáticos, ser parte de la solución y no voltear la cara ante los problemas que pensamos que nos son ajenos.