La brecha digital y las oportunidades de crecimiento
La pandemia y sus efectos han expuesto un problema que ya había sido previsto en teoría mas no en la práctica. El extenso tiempo de aislamiento exhibió una nueva diferencia entre el primer y tercer mundo: la conectividad debería ser un derecho humano

ESTAMPAS

12/03/2021 05:00 am



Marsolaire Quintana (*)


La brecha digital se basa en la distribución o reparto desigual en el uso de las Tecnologías de Información. La Cuarentena o período de reclusión ha revelado las abismales diferencias entre quienes tienen acceso a conectividad, equipos tecnológicos y alfabetización digital para usarlas. Afecta no sólo por situación geográfica sino por etnia, edad y género. La brecha digital en grupos de mujeres es proporcional a las diferencias estructurales que las féminas padecen y que causan atraso en su formación y en las oportunidades laborales.

Alrededor de 4 mil 500 millones de seres humanos acceden al entorno digital. El continente más atrasado es África, en donde el 60% de sus habitantes, aproximadamente, carecen de esta experiencia. En América Latina un 31% de sus habitantes no tiene acceso a estos servicios. Sin embargo, entre 18 y 22% de la población de EEUU y Europa también padece esta situación. En otras palabras, un porcentaje altísimo de personas está rezagada y, pese a ser un rasgo negativo en cuanto a derechos también es una oportunidad.

Crédito: Andrea Picquadio

Alfabetización digital
Con la digitalización de muchos servicios públicos, sanitarios y educativos quedaron al desnudo un sinfín de problemas que han debido resolverse sobre la marcha. Vemos maestros que, si bien están capacitados para la alfabetización y formación en matemáticas en el primer estadio pedagógico, no estaban al día en cuanto a uso de las TIC. Pero quienes tuvieron más problemas fueron los ancianos, en especial aquellos que debían guardar más cuidado por ser la población más vulnerable al Covid-19.
 
El panorama advierte que cada vez el modelo de vida, en la nueva normalidad, dependerá de la capacidad de adaptación de grandes contingentes humanos a la vida online. Expertos en Inteligencia Artificial señalan la gran demanda de personas que ayuden a otros a alfabetizarse en las nuevas tecnologías. De hecho, una de las metas para disminuir la brecha es que sea política de los Estados incluir esta capacitación como parte de sus programas educativos formales, así como judiciales y administrativos.


Crédito: Darrell Und

Cómo podemos ayudar
Los ciudadanos tenemos tres instancias de actuación. Por un lado, reclamar a los gobiernos que se ocupen de regular y ejecutar los marcos legislativos y los convenios ya existentes o impulsar nuevas reglamentaciones para que la brecha se reduzca cada año. En segundo lugar, presionar para que el acceso a la conectividad sea considerado un derecho fundamental y democrático. Tercero, que la contraloría ciudadana pueda verificar que la universalización de la cultura digital tenga el mínimo de efectos colaterales.
 
Mientras tanto, una de las dinámicas más hermosas que los individuos pueden realizar es el voluntariado en alfabetización digital. Podemos empezar con nuestros mayores, luego, en las comunidades organizarse para enseñar a quienes no tengan acceso a equipos o a conexión de datos y, finalmente, no perder de vista que la vida virtual no debería sustituir la analógica. Que la conectividad sea integral para el bien común de la cultura global.

(*) Marsolaire Quintana es escritora y experta en comunicación corporativa 

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