Relatos de mujeres frente a la pandemia
Conozcamos a mujeres que inspiran y que comparten su percepción, proyección de la experiencia del Covid- 19. ¿Qué ha significado?, ¿cómo ha cambiado sus vidas?, ¿cuál ha sido el aprendizaje? y ¿cuál es su mensaje hacia la sociedad?

ESPECIAL PARA ESTAMPAS

05/03/2021 05:00 am



Francesca Zumbo 


Dra. Carolyn Ramos
Gineco-obstetra en la Clínica Arboleda y Clínica Avila




Comencé el día a las 4:00 am con una paciente con dolores de parto, antes del mediodía ya había realizado una cirugía de tumor de ovarios y en la tarde atendía a una paciente de 81 años.

Cada día tengo la dicha de recibir la vida en mis manos y es una bendición.

La experiencia del Covid- 19 ha enfatizado mi compromiso con mis pacientes, siento que nací para esto.

Al principio de la pandemia la obstetricia fue la especialidad que registró más muertes de médicos, esto se debió a que somos muy cercanos y fraternos, acompañamos en el cariño, en el abrazo y no sabíamos cómo relacionarnos con el Covid- 19, con el tiempo nos hemos aprendido a limitar.

Lo más difícil que he vivido durante estos últimos meses ha sido la pérdida de colegas.

Ahora tenemos una red de obstetras a nivel nacional, compartimos información sobre tratamientos, nuevos artículos científicos, la realidad de los hospitales en el país, donde faltan recursos de protección para el personal sanitario.

El miedo es gratis y humano, he sentido miedo todo el tiempo, no quiero dejar huérfanos a mis hijos, nadie me va a suplantar como madre. Pero tengo que sobreponerme a este miedo porque no puedo dejar solas a mis pacientes.

Una mujer que va a ser madre está llena de vida y se siente amenazada por algo desconocido que puede acabar con su vida.

El temor de la mujer embarazada es perder a su bebé, aunque no se han demostrado efectos del virus en el útero.

Al principio de la pandemia sólo pasaba consulta 1 vez a la semana, tenía que ver a mis pacientes, el contacto virtual no es suficiente. Los primeros seis meses de la pandemia fueron muy complicados, ahora siento que he aprendido a conocer los mecanismos para defenderme del miedo, soy muy responsable con las medidas de bioseguridad, las citas se cumplen y no hay gente en espera.

He tenido pacientes positivas y he tenido que guardar la cuarentena en 4 episodios. Las embarazadas suelen ser pacientes de Covid- 19 asintomáticas o muy leves.

Todos estamos viviendo esta experiencia por primera vez y debemos aprendernos a cuidar. En mi casa soy muy clara con mis hijos, ellos tienen que saber lo que vivimos y aprender a protegerse. Mi familia entiende que estoy en la calle por deber y no por diversión.

Venezuela ha tenido menos casos en comparación con otros países, pero las proporciones son similares del total de los infectados: 95% son asintomáticos o leves, el 5% son casos de moderados a graves y el 1% son casos mortales. Es importante destacar que la cifra de pacientes diagnosticados es muy relativa, tendríamos que hacer más pruebas, no se tiene un registro adecuado si no puedes hacerle la PCR a todo el mundo.

Observo que la gente está muy tranquila.

Comprendo que el encierro afecta psicológicamente y es necesario estar activos económicamente, pero podemos y debemos cuidarnos en nuestros entornos. Si alguien asiste a reuniones sociales se expone y pone en riesgo a todas las personas con las que establece contacto.

Las clínicas privadas son muy costosas y los hospitales no se dan abasto para atender a los infectados, con prevención podemos evitar los peores escenarios.

Yo dejé a un lado mi rol maternal y familiar, porque necesito hacer mi trabajo, porque mis pacientes confían en mí. Todos tenemos el deber de tomar conciencia, usar la mascarilla correctamente, mantener el distanciamiento, lavarnos las manos.

Pienso que la vacunación va a ayudar muchísimo pero no debemos relajarnos ante la necesaria protección.


Doctora Rosa Khalil Bittar
Médico internista-infectólogo Profesora de Medicina de la UCV- Hospital Universitario de Caracas



Mi experiencia profesional con el Covid- 19 ha sido toda una telenovela. Ha sido una historia de ODIO-AMOR , y lo digo porque me produce las dos reacciones.
 
ODIO por lo que implica el virus como enfermedad, es duro, fuerte, que origina lesiones y muerte. Y AMOR porque al luchar contra el virus he descubierto aún más el AMOR por mis semejantes, por mis pacientes, por las personas que sufren y la felicidad que se siente cuando sabemos que doblegamos la enfermedad y la tristeza y desaliento que se siente cuando perdemos la lucha contra ella.
 
He sentido miedo, sobre todo al principio. Miedo al enfrentarme con los pacientes, miedo de ver sufrir a los pacientes, miedo de verlos morir y por supuesto miedo a contaminarme.
 
Pero ahora lo trabajo, lo bloqueo. Porque para poder trabajar como debe ser, para poner todo el empeño en atacar al virus y poder vencerlo, NO debemos sentir miedo.
 
Mi protección ante el virus es el conocimiento médico. Leo y me actualizo lo más que puedo. Pienso que hay que conocer el virus para protegerse y aplicar todas las recomendaciones posibles de protección al personal de salud.

Esta pandemia ha enfatizado mi vocación y pasión por la medicina, me ha dado más ímpetu, valentía y coraje para sobreponerme ante la adversidad que estamos viviendo y proteger a mis pacientes y familiares de todo lo que está ocurriendo.

Lo más difícil que me ha tocado vivir durante la pandemia, es ver la soledad de los pacientes que mueren afectados por coronavirus severo.

También ha sido difícil evidenciar cómo los pacientes con severo se descompensan en minutos y en un momento pasan de estar más o menos estables a estar muy comprometidos.

Pienso que en la población falta mucho conocimiento. Si bien hay conocimientos generales sobre el virus, les falta información actualizada, ya que la información sobre el virus ha ido cambiando a pasos agigantados y lo que se daba como verdadero el mes pasado, ya no lo es.

Esta experiencia me ha permitido valorar más las cosas que antes pasaban como desapercibidas. Valoro la salud, los pequeños momentos de felicidad en nuestras vidas. Valoro las ganas de vivir de las personas afectadas por la enfermedad y que ganaron sus batallas.

He aprendido que no debemos rendirnos ante las adversidades, que la vida es hermosa y que lo ideal es luchar y vencer los obstáculos.

Pienso que este mal por ahora seguirá entre nosotros, en mayor o menor medida. Mientras no se vacune masivamente y no se logre la inmunidad del rebaño. Aún no sabemos a ciencia cierta cómo se maneja el tema de las nuevas cepas, la inmunidad, la reinfección o las recaídas. Todavía nos falta camino por recorrer.


Dra. Adriana Centeno
Médico Internista, Infectóloga en la Clínica Vista Alegre



En Venezuela se da una economía sin lógica. En estos momentos las clínicas privadas mueven más dinero en efectivo que a través de los seguros.

Un ingreso a una clínica requiere de un depósito que oscila entre 3.000 y 5.000 dólares y los costos de hospitalización pueden oscilar desde 400 hasta 2.000 dólares según el tipo de clínica. Además del peligro para la salud, la enfermedad afecta la economía de las familias. La única vía para protegerse es tener conciencia y cuidarse de forma responsable.

Mi trabajo es difícil porque puedo tener contacto con pacientes infectados, he cambiado mi forma de atenderlos, ahora solamente permito la entrada del enfermo y el acompañante al consultorio, antes permitía la presencia del grupo familiar. Siento que la consulta se ha despersonalizado, las demostraciones de afecto se han puesto en pausa y se tienen que seguir las medidas de seguridad con rigurosidad.
 
He aprendido a realizar la pre-consulta on-line y a clasificar a los pacientes por grupos según la edad y el padecimiento.
 
Lamentablemente he tenido casos de pacientes graves y he vivido su partida, es muy triste ver que el paciente fallece aislado. Es muy difícil ser el enlace con la familia, ha sido una experiencia dura para la que no estaba preparada psicológicamente.

El SARS-CoV-2 nos ha cambiado la rutina, la forma de ver al mundo, nuestra perspectiva de la vida, sobre todo a los más jóvenes.

Puedo decir que hoy en día siento más miedo de ir a trabajar, pero lo hago comprometida con mi profesión. La realidad es que el riesgo de contagio puede ser peor fuera de la clínica en espacios más informales.
 
Los meses de agosto y septiembre fueron los más difíciles, en noviembre y diciembre disminuyó la incidencia y en este momento hay un repunte.
 
Es una enfermedad peligrosa porque produce daños devastadores y también complicaciones posteriores. Los médicos observamos a cada paciente y su respuesta ante el virus, la evolución de la enfermedad depende del sistema inmunológico de cada uno.

Lo ideal es poder hacer prevención con los pacientes, lo aconsejable es que ante cualquier síntoma se consulte al especialista.

La mayoría de los pacientes consulta al médico después de 14 días de la enfermedad cuando está en una fase inflamatoria. El se puede tratar con esteroides y anticoagulantes, pero debe realizarse a tiempo.
 
Es muy importante que se realicen más pruebas, solamente puedes tratar la enfermedad cuando tienes un diagnóstico.

Mi proyección en el tiempo es que este es una enfermedad que se va a cronificar, vamos a tener que acostumbrarnos a un nuevo virus que llegó para quedarse. Las vacunas van a disminuir la sintomatología y la mortalidad, pero no van a terminar con la enfermedad.


Licenciada Orianna Rodríguez
Estudiante de enfermería, trabaja en la Clínica Herrera Lynch



Estudio en la Universidad Central de Venezuela y me faltan 2 semestres para obtener la licenciatura. Escogí esta carrera porque me gusta sentir el agradecimiento de los pacientes, no tiene precio ayudar a las personas y la mayor satisfacción es cuando se recuperan.
 
Desde que inició la pandemia confieso que tengo miedo de contagiarme y perjudicar a mi familia. Me cuido con todas las medidas de seguridad, creo que tengo un trastorno compulsivo de lavarme las manos a cada rato.

Atiendo principalmente a mujeres embarazadas y he visto poco casos graves por la afección, en el 2020 fallecieron 3 pacientes.

La circunstancia de la pandemia cambió mi vida en un giro de 360°, he dejado los hábitos sociales porque ya no te puedes reunir como antes. Ahora ni siquiera visito a mi abuela porque no quiero contaminarla.
 
Creo que el aprendizaje de esta experiencia es que debemos ser más empáticos y pensar en que podemos afectar a los demás. Ser conscientes, responsables y solidarios.


Dra. Milagros Torres
Médico internista y Geriatra




Mi vivencia del Covid-19 inició el 13 de marzo del 2020. Fui a solicitar mis vacaciones vencidas y me sorprendió la noticia del primer caso en Venezuela, fui la primera en firmar un acta de defunción por esta enfermedad.

Desde ese día mi vida se ha convertido en una labor de lunes a lunes de 7 de la mañana a 7 de la noche, yo estaba en el área de geriatría en consulta externa con los jóvenes de pregrado y postgrado; luego pasé a formar parte del equipo de atención al SARS-CoV-2.

Mis pacientes son mayores de 18 años, la mejor paciente que he tenido fue una anciana de 96 años que resultó ser obediente y con un espíritu entusiasta desde que ingresó, hay pacientes que te hacen vivir experiencias hermosas.

En este momento atiendo alrededor de 26 pacientes diarios, no manejo los casos graves porque estos pasan a los intensivistas, trato los casos moderados.

Como profesional observo que hay mucho que estudiar, quizás la explicación de que unos se mueran y otros no tiene que ver con la bioquímica de cada organismo. Los adultos de alrededor de 50 años eran los que más fallecían al principio, todavía no sabemos a ciencia cierta lo que ocurre.

Lo más difícil que me ha tocado vivir durante la pandemia fue atender a mi familia, ingresaron 3 primos y una tía, ellos pasaron a cuidado crítico y se recuperaron, pero mi tía falleció, fue muy doloroso despedir a un familiar y ser la única persona a su lado.
 
No es fácil ver a un paciente moderado que pasa a estado severo y luego se va sin compañía. En el hospital he visto la partida de muchas personas y es difícil ser el nexo con sus familias.

Con el paso de los días siento que los médicos hemos bajado el nivel científico y nos hemos vuelto más humanos, más empáticos con los familiares. Mi experiencia como Geriatra me ha permitido aprender el manejo de esta situación, pero admito que es compleja.

Hace unos meses nadie mostraba los videos, ni leía las cartas o los mensajes. Ahora lo hacemos porque entiendes la necesidad del vínculo.

Mi madre tiene 91 años y yo soy la persona que vela por ella. Al llegar a la casa me espera en el pasillo junto a nuestro gato, me recibe con alcohol en mano. Mi mayor miedo es que mi mamá se contagie. Ahora le tengo miedo a que la gente no le tiene miedo al covid, en la calle veo que la gente le perdió el respeto. La realidad es que todos nos tenemos que cuidar porque nadie sabe quién puede estar en el 1% de personas fallecidas.

Esta experiencia me ha enseñado a valorar las cosas simples, compartir momentos bellos, estar en casa con la familia. También me ha reafirmado la conexión entre la ciencia y la fe, Dios es el único que tiene el poder sobre la vida.
 
Cuando un paciente se cansa, pierde la fe, termina la batalla. He visto las dos caras de la moneda hay pacientes que salen y pacientes que no, recuperarse además de la ciencia depende de la voluntad de las personas, de su fuerza interior. Mi satisfacción es dar de alta a alguien, en ese momento siento que todo el esfuerzo vale la pena.

Opino que la vacuna es una luz al final del túnel, pero no va a iluminarlo todo. La vacuna es un porcentaje de salvación, pero mientras se masifica debemos seguir tomando las medidas de precaución: uso del tapabocas, lavado frecuente de las manos y el distanciamiento social.


Dra. Leny Marisol Chona Rojas
Neumonóloga de la Clínica Méndez Gimón



Definitivamente el Coronavirus es la enfermedad de la solidaridad y de la responsabilidad social, los hijos y los nietos enferman a sus padres y abuelos.
 
El pánico es normal y lo correcto es aislarse para proteger a los demás, y acudir a la asistencia médica ante los síntomas, no esperar.
 
Cuanto todo comenzó en Venezuela, podríamos decir que a partir de mayo, teníamos la limitación del tiempo de diagnóstico, las pruebas se demoraban 14 días en mostrar los resultados. Sentíamos miedo porque no sabíamos cómo tratarlo.

Al principio las cifras de hospitalización eran altas porque el ministerio obligaba a hospitalizar a todos los pacientes. Era obligatorio tener a los pacientes hospitalizados hasta tener la segunda PCR negativa.

Eso afortunadamente cambió, ahora solamente se hospitaliza el caso moderado y puedes observar a los pacientes por 48 horas y enviarlos a su casa con un tratamiento y vigilancia de 14 días.

Ahora se hospitaliza el caso moderado. El índice de mortalidad ha aumentado con pacientes con una saturación de oxígeno de menos del 90% que se deben hospitalizar.

Lamentablemente tuvimos un alto porcentaje de médicos fallecidos, quizás esto ocurrió porque al principio los médicos se confiaron ante el enemigo desconocido.
 
Para mí fue impactante la primera vez que me puse un traje de bioseguridad, me temblaban las manos, me sentía tensa. He sentido miedo desde el primer día que entré al área de Covid.

Mi manera de enfrentar el miedo es estar concentrada para evitar accidentes laborales. Me informé sobre cada elemento de protección y su uso tanto al colocarlos como al quitarlos, para no cometer errores, para no tocar nada contaminado, la concentración es mi herramienta.

El coronavirus nos ha obligado a cambiar la forma de ver al paciente, extrañamos tocarlos.

Me hacen falta las demostraciones de afecto tanto a nivel profesional como a nivel personal. Tengo un año sin ver a mis padres y no sé cuándo los voy a ver. La barrera de la distancia es difícil pero necesaria.

En el área de Covid de la clínica tenemos pacientes que deben estar aislados y es impactante como tienen la necesidad de comunicarse, de conectar con su gente. Menos mal que existen los celulares y podemos establecer un vínculo. Para el familiar que no ve a su enfermo la situación es de angustia, por eso es tan importante mantenerlos informados, se establece un vínculo con las familias para generar confianza.

Es importante que las personas sepan que aunque superen la enfermedad pueden sufrir secuelas como neuropatías, fibrosis pulmonar, mayor susceptibilidad a otras enfermedades como el dengue, el sistema inmunológico se desordena y queda suprimido, también se ve afectada la parte cognitiva, los pacientes se sienten más lentos para pensar y concentrarse.

Yo creo que el virus llegó para quedarse, así como la influenza y el SIDA. Cuando comenzó el HIV también era desconocido, han pasado los años y hemos aprendido a vivir con él.
 
Ya contamos con vacunas contra el virus, pero están en proceso de demostrar su eficacia, tendremos un tiempo de confrontación de 3 a 5 años.
Sabemos que hay cepas nuevas, en Ecuador se habla de una cepa que afecta a los niños.

La vacuna nos va a ayudar muchísimo, sin embargo hay que considerar la mutación de la cepa y la vacunación anual.
 
Pienso que vivimos una realidad que nos invita a la reflexión, una partícula de 80 nanómetros ha conmocionado al mundo, nos ha mostrado nuestra fragilidad humana.
 
Observo falta de conciencia, hay un vacío en la gente, hay quienes desafían la enfermedad y asumen el riesgo, o piensan que no estarán en el porcentaje de gravedad y muerte.

La cadena de contagio es imparable sin conciencia. La mejor manera de cuidar a los demás es cortar la cadena.


Dra. Heidy Mago
Médico Cirujano Infectóloga
Coordinadora del Postgrado de Infectología de la Universidad de Carabobo





El SARS-CoV-2 ha impactado mi vida de una manera inimaginable. He vivido un cambio total de rutinas, distanciamiento físico de mis hijos y nietos y de seres muy queridos, por las medidas de restricción social y también por las dificultades de transporte. Mi actividad docente ha tenido que reinventarse, con el uso de estrategias que no siempre son eficientes, dadas las dificultades de acceso a internet que enfrentamos en nuestro país.
 
Es interesante recalcar que el tema de la bioseguridad en el ejercicio médico era un tema poco valorado, y como infectólogos teníamos que estar permanentemente insistiendo en lo necesarias que son las medidas de protección para el personal sanitario, cosa que era habitualmente desoída por los colegas y las autoridades hospitalarias, hasta que tocó aprenderlas a las malas y ponerlas en práctica en el día a día, como siempre debió ser. Ojalá que cuando esta tempestad amaine quede el aprendizaje y el hábito de establecer medidas de bioseguridad en todos los casos que lo requieran.

Por otra parte, la avalancha de información médica exige estudiar a diario, revisando literatura e interactuando con otros colegas, demanda que afecta emocionalmente, sobre todo cuando lo que hoy es cierto, mañana puede ser rebatido por algún estudio. La Medicina siempre ha sido una carrera muy dinámica y el conocimiento evolutivo y cambiante, pero este año ha llegado a niveles indescriptibles y difíciles de manejar. Indiscutiblemente, este año ha venido cargado de aprendizaje a todos los niveles.

Hemos tenido que enfrentarnos al miedo, lo he sentido porque se trata de una enfermedad nueva con una evolución impredecible, y que afecta con más frecuencia a mayores de 60 años, franja de edad en la cual estamos mi esposo y yo, y mi madre, que vive conmigo y tiene 90 años. Nos ha tocado ver como mueren personas muy queridas, y muchos colegas. Es imposible no sentir temor al contagio.

Quienes estudiamos la carrera por vocación, y somos apasionados estudiosos de nuestra especialidad, entendemos que la atención del paciente está por encima de cualquier riesgo, lo que no implica que nos expongamos a esto sin tomar todas las precauciones necesarias, o que derivemos los casos en caso de que haya mucho riesgo para nuestros allegados.

Ha sido difícil ver partir a colegas muy queridos y valiosos por causa de esta nueva enfermedad. Te embarga la tristeza, la impotencia y también el temor a ser el próximo.

A nivel social la información no solo existe sino que abunda, con mucha tergiversación por parte de medios inescrupulosos y de grupos que promueven lo que hemos dado en llamar “infodemia” con profusión de ideas conspiranoicas. La población se informa y toma decisiones a veces poco razonadas, pero razonables en función del pánico que genera la situación, y de la manera en que interpreta la información a la que tiene acceso. Otros, como en todas las enfermedades transmisibles, prefieren ignorar la información y asumen actitudes por demás irresponsables tanto para ellos como para con los otros miembros de la sociedad.
 
Actualmente muchos países están enfrentando nuevas olas, y no creo que en Venezuela ocurra nada diferente, si se relajan las medidas de distanciamiento.
 
A futuro la esperanza está enfocada en el proceso de vacunación, no debemos perder la esperanza. De esta pandemia saldremos, como se salió de otras en momentos en que había mucho menos conocimiento científico. Hemos sido testigos de cosas maravillosas en el terreno científico durante este año, y de alguna manera también en el terreno personal nos obligaron a reconsiderar muchos aspectos de la manera de vivir, y sobre todo a valorar lo relativo a las manifestaciones de afecto y al contacto físico con nuestros seres amados. Escribamos esta historia, para que lo aprendido quede grabado para el resto de nuestras vidas y genere cambios positivos para nuestras relaciones interpersonales.

A los colegas y al personal sanitario, un mensaje de agradecimiento por su dedicación y valentía. Pero no olvidemos que como humanos que somos, debemos protegernos y merecemos un reconocimiento a nuestra labor, que no debe solo quedar en aplausos y oraciones, sino en una valoración justa de nuestro trabajo, con seguridad social y remuneración justa.


Lic. Zulma Osuna
Coordinadora de educación de jóvenes y adultos de la Dirección de Educación de la Alcaldía del Municipio Sucre



Cuando se confirmó la presencia del virus en el país se activaron las alarmas de cuidado y peligro. Había mucha información que procesar sobre los efectos del Coronavirus en el país. Sentí temor por las condiciones de emergencia humanitaria en Venezuela, acrecentado al saber que es difícil acceder al sistema sanitario público y que la medicina privada es muy costosa.

El confinamiento significó disminuir el ritmo de las actividades y también de los ingresos y esto producía incertidumbre y confusión.
 
A casi un año de la pandemia en Venezuela pienso que contamos con más fortaleza y recursos personales para afrontar los cambios con serenidad y creatividad.

La pandemia alteró drásticamente todos los aspectos de la vida humana, especialmente la educación y a pesar de la contingencia, las instituciones educativas del país han tratado de dar respuesta de la mejor manera, con gran disposición de seguir formando a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, sin embargo las condiciones no siempre lo han permitido. Se necesita que las políticas públicas se fortalezcan para que los servicios públicos permitan a docentes, familias y estudiantes poder tener acceso a la electricidad y la conexión a Internet. Además de escuelas seguras y docentes justamente remunerados. La desigualdad tecnológica hace que muchos docentes y estudiantes no puedan incorporarse a la educación a distancia y queden por fuera del sistema escolar.

Hay muchas iniciativas en el sector privado apoyando en comunidades la formación de docentes en la tecnología, equipándolos con teléfonos inteligentes y apoyando a las familias para que participen en casa en la formación de sus hijos. Vivimos una oportunidad para valorar la importante labor de los centros educativos y de los docentes en la formación de los ciudadanos del país.

A nivel social la amenaza del virus nos muestra que todos somos vulnerables, pienso que todavía falta para entender que somos iguales y que merecemos lo mejor por la dignidad y la condición de ser personas. Ante el virus las brechas de desigualdades entre los seres humanos parecieran ser cada vez mayores.

Considero que hay variedad de reacciones en la población. Hay un grupo con miedo y cuidado al contagio, que toma medidas extremas de bioseguridad. Otro grupo incrédulo y desafiante que no está dispuesto a hacer ningún “sacrificio” o esfuerzo por cuidarse y cuidar a los demás. Y un tercer grupo que quiere cuidarse pero que sus necesidades económicas hacen que estén expuestos y desprotegidos.

Creo que la pandemia nos ha enseñado a no perder la esperanza y a tener la mejor disposición para enfrentar las dificultades, para resolver hasta donde sea posible, con la apertura para aprender a hacer cosas diferentes, con mucha flexibilidad ante los cambios, paciencia para dejar que los procesos personales y externos se vayan dando en el momento justo y que las modificaciones ocurran por elección y no por reacción.

Debemos preguntarnos qué podemos hacer, todo lo que dependa de nosotros lo podemos responder. Profesionalmente la pandemia me ha llevado a un nuevo proyecto educativo que realizo para el sector público con el apoyo de empresas privadas.


Doctora Marietta Borges
Endocrinólogo.
Policlínica Metropolitana




Confieso que he sentido miedo ante la amenaza del contagio, pero no me ha paralizado. A mis pacientes les transmito la importancia del movimiento como una forma de combatir el pánico, recomiendo rutinas de ejercicio online, actividades recreativas que no impliquen aglomeraciones.

Personalmente he modificado mi rutina, he incorporado actividades como la meditación y he aprendido a moderar la carrera en contra del tiempo.
 
Profesionalmente cumplo de forma estricta las medidas de bioseguridad. Los pacientes son citados puntualmente y permito la presencia del paciente y un acompañante en consulta.
 
Por mi especialidad, endocrinología, no estoy en primera línea para la atención de pacientes afectados por Covid-19 pero asiste a mi consulta un volumen importante de personas con problemas metabólicos como obesidad y diabetes, quienes potencialmente tienen mayor riesgo a complicaciones, si adquieren la enfermedad. Esta población requiere por tanto, un estricto control y he observado que el desajuste emocional, pánico, sedentarismo, aislamiento y cese de las actividades habituales asociados a la pandemia, ha influido negativamente al incumplir su régimen nutricional, consumir alimentos en cantidad exagerada, con alto valor calórico y bajo valor nutritivo. La consecuencia ha sido incremento de peso, aumento de colesterol, triglicéridos y glucosa y descompensación de aquellos pacientes que sufren de diabetes. Por otra parte, se ha incrementado el consumo de bebidas alcohólicas y cigarrillo en la población femenina.
 
Otra patología endocrinológica observada con menor frecuencia, ha sido la inflamación de la glándula tiroides. Los pacientes afectados presentan dolor y aumento de volumen de la región anterior del cuello, nerviosismo, palpitaciones y discreta elevación de las hormonas tiroideas, La evolución de todos los casos ha sido satisfactoria, con recuperación total. Este cuadro, conocido como “tiroiditis subaguda” se produce por ataque directo del virus a las células tiroideas y retrocede sin dejar secuelas.
 
La población debe saber que en las redes circula mucha información no veraz, por eso es importante seguir a las fuentes acreditadas para no crear temor e incertidumbre.
 
Vivimos una situación dura, pero tenemos que fortalecer nuestra personalidad y buscar las herramientas para lograr el equilibrio y superarla. Toda crisis deja un aprendizaje y algo positivo para el futuro. Tenemos que mantenernos activos, cada quien, en su área de trabajo, hacerlo de la mejor manera posible, con fe, amor al prójimo y a los más necesitados; es un momento para cuidar nuestra salud, compartir y apoyar a los demás.

Licenciada Luzmar Murga
Docente Escolar
Colegio LaSalle La Colina



El Coronavirus ha sido algo inédito, al comienzo sentí mucho miedo, pero ahora voy un día a la vez, de la mano de Dios, sin pensar mucho en el futuro, cumpliendo con mis obligaciones diarias.

Me relaciono diariamente con mi familia y con mis estudiantes a través de las clases virtuales.

Hace poco murió una tía y me afectó directamente.

Creo que cada persona asume la realidad de este según su personalidad, la persona temerosa lo asume con temor, el responsable con cuidado. Pienso también que la conducta del venezolano es muy relajada.

Personalmente me ha cambiado mucho la vida, he aprendido que tengo que ir con menos prisa, la vida nos detuvo de golpe y es importante fijarnos en los detalles, disfrutar lo importante la familia.

A nivel social se ha reforzado que a pesar de la distancia el trabajo en equipo es fundamental, no vivimos solos, debemos apoyarnos de las personas que nos rodean.

Espero que en el mediano plazo se empiece la vacunación y progresivamente volveremos a la normalidad.

Los proyectos educativos se están logrando en medio de esta situación, se cumplen los objetivos.
 
Gracias a la pandemia dimos un salto tecnológico importante. Pero también se creó una brecha muy grande entre la educación privada y la pública en Venezuela.

La manera de percibir la educación ha cambiado, desde el espacio escolar hemos involucrado más a los padres en la educación de sus hijos. La familia ha recuperado su función de ente formador.

Pienso que esta situación nos ha enseñado que es posible cambiar y estar dispuestos aprender.

Todo esto va a pasar y con el favor de Dios, seremos mejores.


Licenciada Claudia Cleopatra
Coordinadora General en el Preescolar Centro Infantil Vizcaya



Al principio me sorprendió como casi el mundo en su totalidad estaba “detenido”. Siento que he vivido una experiencia que combina la incertidumbre y la esperanza a la vez.

Pienso que a nivel social hemos aprendido a valorar la salud. Sabemos que somos frágiles y que poco conocemos acerca de las políticas que existen a nivel mundial en temas de salud. Lo vivido en estos meses nos lleva a conformar una sociedad más solidaria.

Ante la situación de la pandemia la escuela y la comunidad educativa en general han tenido que reinventarse, buscar alternativas y si bien es cierto que algo hemos logrado, no ha sido como en otros escenarios de países que viven en el progreso, ya que en Venezuela tenemos una gran limitación con los servicios, las telecomunicaciones y la telefonía. Es realmente una calamidad constante la que viven el profesor y el estudiante cuando imparten y reciben clases desde una modalidad online.

La circunstancia del virus ha causado impacto en la educación. Los maestros que nos dedicamos al trabajo con niños más pequeños, sustentamos la base de nuestros objetivos y competencias por alcanzar en el desarrollo de patrones y habilidades sociales; que desde todos los aspectos, se han visto afectados debido a la falta de convivencia escolar.

Muchos alumnos hoy en día no asisten a las escuelas, por ende se necesita reformar los sistemas de educación después de la pandemia, de modo que podamos estar mejor preparados para afrontar las crisis futuras.

Como docente pienso que tenemos un gran compromiso social, debemos evitar quedarnos en lo cotidiano y salir de la zona de confort, debemos utilizar estrategias más eficaces e introducir mejoras a largo plazo en áreas como las evaluaciones, la pedagogía, la tecnología, el financiamiento y la participación de los padres.

Es fundamental mantener el vínculo de los estudiantes con el proceso educativo, ofrecerles desarrollar habilidades socioemocionales y aprender más sobre cómo contribuir a la sociedad. La escuela no es solo aprender matemáticas y ciencias; es también relaciones sociales e interacciones entre pares.

Francesca Zumbo en Redes Sociales: Web: www.mentefranca.es