¿Inspiración o trabajo arduo?
En la actualidad las posiciones radicales acerca de la creatividad parecieran alejar lo inasible de lo tangible. Sin embargo, al revisar un poco la filosofía, podemos observar que el límite es bastante difuso

ESTAMPAS

21/02/2021 05:00 am



Marsolaire Quintana (*)

Crear, puede ser para algunas personas una complicación y para otras algo más sencillo. Sin embargo, ambos tipos de posturas se basan en una pregunta común: ¿tener una idea y llevarla a cabo es producto de la inspiración o de un trabajo arduo y sostenido?

Nos parece, desde nuestra perspectiva y experiencia, que la creación tiene ambos elementos. Por un lado, una apertura para que fluya el pensamiento y no encuentre resistencia contra el muro de nuestros prejuicios. Por el otro, una constancia que se manifieste incluso en los momentos más pequeños de la cotidianidad: mientras vamos en el transporte público, antes de dormir, mientras merendamos o cuando estamos estudiando y tomamos nota.

Para muchos especialistas, en el proceso creativo debe encontrarse el punto medio tan anhelado entre ambos elementos. Para Aristóteles el punto medio es en sí mismo una virtud. En “Ética a Nicómaco”, el filósofo de la antigua Grecia señalaba lo siguiente:


Crear, puede ser para algunas personas una complicación y para otras algo más sencillo


“Ahora bien, la virtud se manifiesta en las pasiones y en los actos; y para las pasiones y los actos el exceso en más es una falta; el exceso en menos es igualmente reprensible; el medio únicamente es digno de alabanza, porque él solo está en la exacta y debida medida; y estas dos condiciones constituyen el privilegio de la virtud. Y así, la virtud es una especie de medio, puesto que el medio es el fin que ella busca sin cesar”.

El compromiso es el motor verdadero
La ética propone, por tanto, un compromiso interior con respecto a las consecuencias que esa idea tendrá una vez cristalizada, y eso está por encima de la inspiración o de la persistencia. El respeto por la vida y por las personas que disfrutarán esa idea es otro factor indispensable, pues de ello depende la calidad. Si no se hace de modo generoso es mejor no hacer nada.

La tolerancia es otra pieza elemental, pues una idea que estimule el racismo, la discriminación y la ausencia de empatía con respecto al sentir de los otros no es muy positiva. La libertad es inspiradora en cualquier ámbito y más aún en el de la creación; de lo contrario, por más rentable que sea, la idea carecerá de visión a futuro y su aplicación tendrá una fecha de expiración.


Un liderazgo creativo si es consciente, no debería tener el lucro como fin último

Por último, si no hay espontaneidad en el proceso creativo no puede fructificar ni siquiera la mejor de las intenciones. La espontaneidad no está divorciada de orden, disciplina o compromiso; simplemente es una faceta más de esa gema que se talla hasta conseguir su máximo esplendor.

Cuando las personas desean de manera consciente asumirse como líderes creativos o generadores de una idea rentable, no deben tener el lucro como fin último. En verdad, los que más se plantean ese propósito suelen tener poca imaginación y, en su defecto, serán más efectivos en copiar que en crear contenido propio. La historia lo demuestra con decenas de ejemplos.

(*) Marsolaire Quintana es escritora y experta en comunicación corporativa 

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