Cajigal y la vajilla para la Dama de Las Camelias: una ingeniosa y divertida fábula
En los días finales de su demencia, en la hacienda familiar, el gran matemático se divertía contando uno por uno los granos de un saco de café

EVARISTO MARÍN

13/10/2019 08:30 am



Juan Manuel Cajigal, quizás el más notable de los científicos venezolanos del siglo XIX, fundador de la Academia de Matemáticas de nuestra Universidad Central, formó parte de la representación consular de Venezuela como secretario de la legación en Londres, en los comienzos de la primera república. Nunca fue ajeno a la política y tampoco a la poesía o a la música, en fin a las artes y al periodismo. Su talento deslumbró en todas estas disciplinas. Hasta se dice que él y Miranda fueron –en su época– los dos más exquisitos pianistas venezolanos de París.


Formado académicamente en la capital francesa, Cajigal regresa al país cuando ya la guerra de independencia había culminado. Eran los tiempos del proceso de separación de Venezuela de la Gran Colombia. Dos de los presidentes de la época, el general Carlos Soublette y el médico José María Vargas, lo distinguen con su amistad. Ellos le dan ferviente apoyo para sus proyectos de establecer la Academia de Ciencias Matemáticas y la creación de la carrera de ingeniería militar, por primera vez con formación académica.


Juan Manuel Cajigal  en la portada del libro escrito por el académico Pérez Marchelli

Su vida, de 53 años, fue un compendio de todo lo azaroso que es de imaginar. Nació en Barcelona por puro azar –el 10 de agosto de 1803– cuando su padre, de origen español, se desempeñaba como gobernador militar. 

Su madre cumanesa, Matilde Odoardo, diez años menor que su esposo, Gaspar De Cajigal, sufre la muerte de este, envenenado por los patriotas en medio de los acontecimientos independentistas de 1810. Su casa en Barcelona es incendiada por orden del coronel Agustín Arriojas. Eso los obliga a regresar al ámbito de su familia en Cumaná, donde su progenitora, pocos años después, contrae matrimonio con el médico cirujano Alonso Ruiz Moreno, célebre por haber realizado la primera operación cesárea de que se tenga historia en Venezuela.

La influencia de la familia Cajigal en España le abre las puertas para sus estudios en Madrid, pero es París la ciudad que lo deslumbra y apasiona.

La linda vajilla de plata que obsequia desde Francia, con su nombre, a un grupo de sus amigos, alumnos y familiares y a una bella dama francesa, llamada Silvia Duplessis, se presta para una gran fábula, de la cual se hacen eco el escritor costumbrista Arístides Rojas y otros intelectuales, al hablar de unos supuestos amores de Cajigal con Marie Duplessis, la célebre Dama de Las Camelias. Es posible que Cajigal conociera a Marie Duplessis, la protagonista de una de las grandes novelas de Alejandro Dumas. Ella murió muy joven –a los 23 años–, en 1847, cuando Cajigal culminaba su última estadía en Francia. Hasta se conjetura que su desquiciamiento mental cuando regresa de su segundo viaje a Europa, pudo haberse originado por una desventura pasional, cuestión que uno de sus principales biógrafos, Héctor Pérez Marchelli, autor de la obra Imagen y huella de Juan Manuel Cajigal, niega rotundamente por no estar basada en ningún hecho al cual pueda atribuirse certeza.

Cajigal siente que su salud se resquebraja y antes de regresar al lado de su familia en Cumaná, se retira por voluntad propia de sus compromisos académicos y de la representación que ejerce de su ciudad natal, Barcelona, en el parlamento. 

En los días finales de su demencia en la hacienda familiar de Paria –cerca de Yaguaraparo, Río Caribe– se le llegó a ver contando uno por uno los granos de un saco de café. Eso se pudo considerar hasta divertido, pero lo que sí alarmó a todos fue cuando sorpresivamente, en cierta oportunidad se hirió en pies y manos por saltar desaforado, entre eufóricos gritos, sobre las ramas de los limoneros. Eso llevó a sus hermanos a podar no solo los limoneros, sino todas las matas que tuvieran espinas.