En el camino una mujer sommelier gana sus espacios por perseverancia y capacidad
Hoy quiero escribirles cómo se siente ser mujer en ese mundo que abarca los vinos, licores, gastronomía, hotelería y licoreros

ESTAMPAS

16/07/2021 06:00 pm



Dayana Medina

Cuando comencé tuve el rechazo de los colegas de la Brigada de sala, no estaban dispuestos a compartir conmigo el porcentaje o puntos del servicio, me tocó demostrar con las ventas de vinos por copa y botella cuán indispensable era. La comida del personal era deplorable con una sola excepción, los sábados la señora Juliana socia de Leo hacía pasticho, lo máximo. De manera que no comía, primero no tenía dinero para pagar la comida del restaurante, segundo el cocinero le molestaba preparar una comida decente al personal. Tenía un compañero, Wilfredo el barman, quien me guardaba empanaditas de la barra a la que atendía, que salían gratis por las bebidas de los clientes.


Al principio me escondía debajo de la barra hasta las 9:00 pm que llegaba el jefe y tenía que salir literal al salón, había un escalón que comunicaba la barra con la sala. Wilfredo me empujaba cada noche, el miedo me congelaba, con 23 años no tenía experiencia en sala, aunque sí en venta de cosméticos, trabajé cinco años en Clinique, Lancome y Revlon.

Además de vender y servir vinos que era mi fuerte en esa época, Vicente el maître, duro, pero muy profesional, nos enseñó en ese momento al grupo de mujeres aprendices de sommelier, a montar y desmontar una mesa al estilo del restaurante.


Ser sommelier es una forma de vida

Recibía los pedidos, cargaba las cajas, limpiaba las botellas, preparaba el servicio con todos los implementos y también los desmontaba, por cada mesa, incluyendo poner las copas hasta el final que terminaba el cliente, no era precisamente un adorno bonito del local, siempre como mujer he demostrado mis capacidades.

En el camino una mujer sommelier se encuentra con la barrera de la feminidad, la supuesta debilidad que te reta a ser mejor profesional, aunque seas madre, esposa, hermana, hija.

En la sala pasan cosas que pueden desmoronarte, recuerdo dos; la primera una cena con los vinos de Catena Zapata que llegaban a Venezuela, en los fogones Helena Ibarra. Un sábado que debía ser perfecto, excepto por la noticia de que mi primo se había suicidado en la mañana. El dolor, la desesperación, las miles de preguntas que pasaron por mi mente, podía abandonar todo e irme a Caracas a apoyar a mi familia, sin embargo, trabajé esa noche junto a Ingrid Robles, por cierto, sommeliere amiga que me acompañó, y partimos en la madrugada con el apoyo de Leo.

La segunda fue una cena para ocho personas organizada a petición de un cliente especial, para unos ejecutivos mexicanos. La cena fue deliciosa, armonizada con vinos, sin embargo, al finalizar todo uno de los invitados me dijo -de una manera imperativa- que todo había sido un desastre. Yo guardé silencio, observé, le pedí disculpas, aunque el que pagaba me decía aparte que no le hiciera caso, que era una grosería lo que había dicho ese señor. Yo me mantuve íntegra, los despedí con la mejor sonrisa y cuando se fueron lloré por horas.


Decantación para remover sedimentos e imperfecciones 

Recuerdo también una noche a dos clientes hombres que después de cenar y tomarse una botella de vino, uno me jaló por el tastevin para darme un beso en la boca. Yo lo empujé y le pregunté: ¿qué le pasa?, me retiré, y el exigió que lo continuará atendiendo, yo dije que más nunca volvería atenderlo.

Una más en estos 25 años; una noche el restaurante estaba full, era la época de salas o espacios fumadores o no fumadores. Se le preguntó y dijeron no fumadores, pero sacó un cigarrillo y lo prendió. Amablemente se le dijo que no podía por estar en la zona de no fumadores. Recuerdo que el señor no hizo caso, y me llamaron como jefe sommelier de la sala, de nuevo le dije educadamente que podía pasarse a zona de fumadores, pero prefirió gritarme y exponerme ante los dueños para que me botaran, que no era nadie, una sirvienta de vinos, y muchos improperios más. Yo le pedí la comida para llevar y le dije que abandonara el restaurante.

Alguna vez sufrí dos empujones por hombres, uno un sommelier en el restaurant, otro en un alojamiento en Francia, era venezolano hijo de una colega de Amavi.


En el mundo del vino hay espacio para nuestra feminidad 
Siempre buscamos que sea protagonista

Ser sommelier es una forma de vida. Cuando amas el vino entiendes que debes defenderlo, promocionarlo, cultivar ese conocimiento, no importa las adversidades, las etiquetas, los juicios, seguimos adelante. Venezuela es un ejemplo. Somos el país con más mujeres sommelier del mundo. Hemos sido pioneras en muchos temas en Venezuela, el Caribe y América. Nuestro servicio es cálido y elegante, por nuestras venas sale el amor por Venezuela, las ganas de trabajar, seguir adelante como lo hace nuestra madre mujer que representa nuestro país.

Debemos alzar nuestra voz para no dudar que en el mundo del vino y la sommellerie hay espacio para nuestra feminidad, somos bellas y también inteligentes. No quiero disfrazarme de hombre con corbata, sin zarcillos, sin maquillaje, con pantalones, y zapatos masculinos para poder llegar a destacarme en un Concurso Internacional, no quiero que me penalicen por mi apariencia. El conocimiento, la experiencia en el servicio y cata, la agilidad de aguantar horas interminables en una sala, la fuerza de cargar cajas me hace una sommelier venezolana.

Queremos que respeten el talento de todos y allí soy incluyente con nuestros colegas hombres, y que paguen lo que valemos en todos los aspectos donde podemos desempeñarnos.

La sommellerie en nuestro país tiene un valor especial por ser incluyente en las edades, los sexos, el estatus, el origen, quiero que cada sommelier trabaje, luche, sueñe como lo hice yo. A lo largo del tiempo, que quizás no será inmediato, verás los resultados.

Es un gran maratón que puedes intentar correr, entendiendo que siempre debes intentarlo de corazón.


Si te preparas puedes llegar a realizar servicios internacionales de vinos en prestigiosos eventos

Campos de la profesión
El sommelier tiene distintos campos, debe comenzar por trabajar en la sala de un restaurante, para tener la experiencia del servicio, los nervios de acero para solucionar situaciones que se puedan presentar.

Puede trabajar en una tienda de vinos, licorería, importadora, distribuidora sugiriendo la venta directa, asesorando el que lleva una botella para su casa.

También puede trabajar en una agencia de festejo, encargarse de las compras de las fiestas, sugerir las bebidas, barras de licores o vinos, hacerle una carta de vino para el evento.

El vino es importante y siempre buscamos que sea protagonista.

Algunos venezolanos ya trabajan en bodegas de vinos de otros países productores. Así que también allí hay espacio para nosotros.


Muchas áreas se pueden combinar con el vino  

Dependiendo del talento puedes combinar muchas áreas con el vino; arte, arquitectura, psicología, teatro, maquillaje, moda, diseño gráfico, la neuro y el vino. 

Si tienes experiencia comprobable, puedes producir eventos sociales, asesorar en todo, vinos, licores, armonías, estilos de comida, copas, mesa de quesos, de charcutería, café, chocolates, rones, cervezas, cocuy, eres el enlace entre el producto y el cliente.

Si te preparas puedes llegar a hacer servicios internacionales de vinos en prestigiosos eventos, por supuesto de la mano de la Asociación Venezolana de Sommelier. También puedes ser jurado internacional en concursos de vinos, Diploma ASI, representar a Venezuela en los Concursos Internacionales de Sommeliers organizado exclusivamente por nuestra alma mater ASI (Associatione de la Sommellerie Internationale).

Igualmente puedes informar, escribir, existe la FIGEV que la conforman prestigiosos enólogos, sommeliers, periodistas, escritores sobre el vino, puedes crear contenido para las redes sociales, (hacia allá vamos) y puedes especializarte en otras áreas con nuestros diplomados, rones, cervezas, armonía, comida y bebidas.

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