COVID19 dos años después
Si en algún momento se siente alguna circunstancias negativa que tiende a ser una experiencia muy intensa, debe considerarse conversar con un terapeuta para que acompañe en el sendero del balance emocional

ESTAMPAS

29/10/2021 06:00 pm



Oscar Giménez

Ya hemos caminado con el COVID19 casi por dos años. Aun cuando necesitamos estar alerta y seguir cuidándonos es oportuno asomarnos a explorar qué ha pasado con nuestra mente durante este tiempo. Hace alrededor de un año escribí un ensayo titulado “La epidemia detrás de la pandemia” basado en la observación de lo que comenzaba a suceder a personas con quienes estaba trabajando. Hoy hay datos un poco más precisos y una descripción que puede ayudarnos a poner en el foco la prevención de la salud mental.


Algunos estudios estiman un aumento del 15% - 25% de afecciones mentales – emocionales. Entre los fenómenos más importantes están: el aumento de la ansiedad generalizada, la depresión, la agorafobia (el miedo a salir a la calle), las obsesiones relacionadas con la limpieza para la desinfección o la paranoia de ser infectados por otros. Quienes han pasado por la hospitalización y cuidados intensivos en general presentan síndrome de estrés postraumático, y algunas personas que han perdido amigos o familiares pueden presentar un duelo patológico mezclado con sentimientos de culpa.

Aprendimos a sobrellevar la carga de esta situación buscando una estrategia para disminuir la presión. Para algunos el camino de la espiritualidad ha funcionado, para otros vivir el presente como sea y sin importar otra cosa también. Todavía hay quienes se inscriben en las teorías conspirativas para culpar a otros de lo que sucede. Lo cierto es que aún seguimos caminando con el COVID19 y estamos aprendiendo a tomar previsiones para adelantarnos y evitar el contagio.

En este contexto de amenaza, incertidumbre y duelo necesitamos fortalecer nuestra salud mental y emocional. Usualmente respondemos a los momentos de crisis e incertidumbre con conductas defensivas automáticas, pero en esta oportunidad hemos mantenido las señales de alerta en un largo período de tiempo. Esto hace que aumente nuestra sensibilidad y que nuestros pensamientos surjan de una manera incontrolable despertando el miedo o abriendo espacio a la indiferencia que ingenuamente sugiere que ya pasó la alarma. Quienes han experimentado la visita amenazante del COVID19 están más expuestos a la depresión y al trauma. En este caso, es fundamental comprender los mecanismos que se activan para trabajar en ellos.
 
Las personas que transitan esta experiencia suelen encontrarse en un diálogo interno cargado de pensamientos negativos, desvalorizantes, autocríticos y centrados en sentirse culpable o culpar a otros. El ejercicio de parar y mirar por unos instantes para escuchar la conversación interna en la que estás, puede ser muy valiosa. Simplemente nota lo que te estás diciendo y decide iniciar otra conversación interna. Es posible que vuelva a surgir, pero ya la identificaste, le quitaste la máscara y por eso puede perder fuerza.

Los pensamientos automáticos es otro mecanismo que se activa con fuerza. Recuerdo la expresión de una persona en particular: “tengo mucha actividad mental, pareciera que estoy con una tormenta de pensamientos”, impactando en mi capacidad de conciliar el sueño. Estos suelen ser pensamientos que no se controlan. Comenzar a tratar a los pensamientos como son, es decir como algo que produces voluntaria o involuntariamente, puede ayudar a disminuir la tensión que generan. A veces el tratarlos como objetos diferentes, contarlos mientras pasan (ponerles un número) puede ser de gran ayuda. Un amigo tomó la costumbre de saludarlos para que unos pasen y den lugar a los siguientes pensamientos.

Quisiera traer otro fenómeno que suele aparecer: la desconexión con el cuerpo. Me refiero a la sensación de que la respuesta del cuerpo es más lenta o con menor coordinación. También a la experiencia del cuerpo que no se atreve a abrir la puerta de casa para salir a la calle. Ejercitar la conciencia de la presencia o la conexión con el cuerpo es un ejercicio liberador que disminuye el nivel de estrés y tiene la capacidad de abrir un espacio de calma y paz.

Por último, estos tiempos son una oportunidad para disfrutar el presente, cultivar las relaciones constructivas con otras personas, conectar con el sentido de la vida y navegar la incertidumbre con una actitud de aceptación.
 
Si en algún momento sientes que alguna de estas circunstancias son una experiencia muy intensa para ti, considera conversar con un terapeuta para que te acompañe en el sendero del balance emocional.

Algunos tips útiles:

Te propongo hacer este ejercicio de Mindfulness o Mente-Presente

1. Toma dos respiraciones conscientes, cierra tus ojos e invita a tu mente la imagen de una montaña.
2. Ahora imagínate dentro de la imagen y permite que surjan sensaciones, sentimientos o pensamientos. Solo míralos y déjalos pasar.
3. Observa lo que te rodea.
4. Busca sentir que tú eres como esa montaña: una presencia estable, capaz de mantenerse firme cuando pasa el viento y segura cuando las nubes la tapan.
5. Descansa por unos instantes en esta sensación de solidez, aun cuando las circunstancias puedan ser inestables y cambiantes.
6. Después de unos minutos puedes abrir los ojos y tomar nota de qué te sirvió hacer este ejercicio.


Oscar Giménez
Prof. de Mindfulness, master coach,
experto en Desarrollo Organizacional
Director en H-Connection
Instagram @oskar_coach
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