Desintoxicación de dopamina: una experiencia de reinicio
En un mundo tan hiperconectado a veces podemos terminar desconectados de nosotros mismos y de lo que más importa. En momentos como este toca hacer una suerte de “ayuno” para enfocarnos con nuestro lado creativo. Esta es mi experiencia

ESTAMPAS

24/09/2021 06:00 pm



Juan Carlos Araujo S.

Es un día como cualquier otro, te despiertas con la alarma del teléfono, aprovechas y revisas lo que ocurre en Twitter. Te levantas y ves Instagram mientras preparas el café de la mañana. No sabes cómo se va tanto tiempo cada vez que revisas tu teléfono, intentas descifrar por qué tu productividad está en declive o cómo terminas distraído de la distracción por la distracción, como diría T. S. Elliot, bueno, eso me ocurrió a mí.

Y basta con ver un poco hacia los lados para notar que es algo más común de lo que creemos. Verán, el mundo digital está diseñado para captar y mantener tu atención tanto como sea posible, especialmente cuando el modelo de negocio de las compañías detrás de las redes sociales es la venta de espacios publicitarios con un nivel de personalización impresionante. Fuera del mundo digital la cosa cambia poco, pues, el mundo nos ha programado para que tengamos placer en comprar cosas nuevas, así este placer dure poco.

Todo este diseño se basa en una hormona: la dopamina. Esta hormona se encarga de brindarnos esa sensación placentera luego de que logramos algo importante, cuando nos enamoramos, o cuando comemos algo delicioso…. No es de gratis que la conozcan como la hormona del placer. El hecho es que la dopamina es adictiva y, en el mundo de hoy, nos puede poner en la persecución de la gratificación instantánea, del caprichito que compraste, aunque no te acuerdes de él en una semana, del “like” en las redes sociales… a riesgo de dejar de lado lo importante.


Por eso, hace un par de meses, hice un ejercicio interesante: una desintoxicación de dopamina. Durante una semana seguí una serie de reglas para alejarme de estos mecanismos de gratificación instantánea, de la forma “fácil” de segregar dopamina. Esto con el fin de reencontrarme con mi lado creativo y mejorar mi productividad.

1.- Nada de redes sociales
2.- Nada de entretenimiento digital
3.- Nada de videojuegos
4.- Nada de dulces o comida chatarra
5.- Nada de alcohol y mantener el control de la cafeína al máximo
6.- Nada de música

La idea es eliminar todo elemento que genere dopamina de forma externa. Por tanto, la única forma de generar dopamina que queda es la creatividad y el lograr algo.

Así pasé una semana muy interesante. Desinstalé las aplicaciones de redes sociales del teléfono, sólo dejé Whatsapp porque es más de comunicación que de entretenimiento, guardé los audífonos en una gaveta para no tenerlos a mano y tomé todas las medidas para que la tentación estuviese bien controlada.

La idea de esta desintoxicación fue el “reiniciar” el cerebro y reconectarme con mi lado creativo y, en gran medida, así ocurrió. Sin embargo, hubiese sido más sencillo si hubiese tenido un plan más concreto. Al principio llegué a la hiperproductividad irrelevante, hice todo tipo de tareas pequeñas, desde limpiar mi estudio, escribir un guion y grabar unas tomas para uno de mis videos hasta hacer una limpieza profunda de mi bandeja de correo electrónico. Luego fui integrando otras actividades que fueron desde el trabajo manual hasta pasar mucho más tiempo dedicado a la lectura.

Más allá del debate sobre si estas desintoxicaciones o “ayunos” funcionan o no, lo que está claro es que, sin tanta distracción, el tiempo rinde mucho más. Esta fue una revelación clave en mi proceso, pues, a la hora de “volver a la normalidad” me propuse administrar mejor mi tiempo y poner límites y horarios en mis distracciones digitales. La primera gran lección es esa: administrar y defender tu tiempo, incluso darle un tiempo determinado a las distracciones.

La siguiente revelación de esta experiencia es lo terapéutico que resultó el trabajo manual. Desde pintar las paredes de la habitación, pintar el marco de una pizarra, la carpintería, etc. Este tipo de actividades terminó siendo una suerte de meditación en la que me conectaba con un lado creativo de forma diferente.

Otro pasatiempo que retomó su santo lugar al apartarme de lo digital fue la lectura. Sin música para aislarme del entorno tomó un poco más de esfuerzo para concentrarme, pero con el tiempo llegué a otra revelación: la distracción es más un estado mental que un asunto del entorno, pero dominarla requiere algo más de nuestra parte.

En fin, fue una experiencia interesante que repetiría sin dudarlo. Y puede ser irónico leer estas líneas en un espacio dedicado a la tecnología, lo sé, pero las lecciones, para mí, en este proceso fueron interesantes. La principal es recordar que la tecnología es un instrumento para nuestra creatividad y productividad, pero su diseño como negocio nos obliga a prestar atención para que la relación no se voltee.

¿Repetiría la experiencia? Sin duda. Cuando sienta que la distracción me está dominando, sé que puedo contar con unos días de desintoxicación. Eso sí, para la próxima lo haré con un mejor plan.

 

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