Aprendamos a vencer la nostalgia
Recordar los buenos momentos es volver a vivirlos y con eso potenciamos nuestro bienestar. Pero permanecer en el recuerdo, lejos del presente, nos llena de una tristeza tóxica

MAYTTE

25/10/2020 05:00 am



La nostalgia es un sentimiento que nos conecta al pasado. Y no es que esto sea negativo, por el contrario, recordar es reafirmarnos y reconocer y apreciar todo lo que hemos vivido y aprendido a través de cada experiencia. 


La nostalgia se torna tóxica cuando nos embarga, cuando pensamos que aquello que vivimos, tuvimos o sentimos fue mejor y que no podremos volver a tenerlo. Es entonces cuando se convierte en tristeza y melancolía, en el deseo de regresar, de abandonar el propósito o las metas, en un refugio adictivo para evadir el presente con todo lo que eso implica. Tal vez ese sea el momento de aceptar, soltar y volver a empezar sin el peso de los miedos y los apegos. Recordemos que la felicidad solo podemos experimentarla en el aquí y el ahora.

Prácticas para superar ese sentimiento

Mantener el contacto con los seres queridos. Una de las principales causas de la nostalgia es la separación física de las personas queridas. Perder la cercanía o la sensación de compañía nos llena muchas veces de una gran tristeza que se transforma en la nostalgia de los buenos momentos compartidos. Mantener el contacto con ellos a través de la distancia es una buena manera de mantener y fortalecer la relación y de continuar experimentando sentimientos y sensaciones agradables al sabernos queridos y acompañados. No creas ni por un momento que la relación con las personas que se van o se quedan se debilitará, por el contrario, el contacto se hará más frecuente y auténtico debido a la necesidad de hacernos sentir queridos.

Establecer una nueva rutina. Cuando dejamos atrás lo querido, lo conocido, lo seguro, perdemos la rutina a la que estábamos acostumbrados, nos sentimos temporalmente desubicados, confundidos, sin saber muchas veces por dónde comenzar o continuar. Por eso es muy importante que en el nuevo lugar, situación o circunstancia comencemos a construir una rutina que nos devuelva la estabilidad, el norte y la seguridad de que, a pesar de los cambios, tenemos una vida propia.

Conocer el sitio donde estás. Cuando experimentamos un nuevo comienzo, uno de los hábitos que mantenemos y necesitamos cambiar es el de comparar la nueva situación con la que dejamos atrás. Pensar constantemente en lo que teníamos, disfrutábamos, conocíamos, hacíamos o compartíamos con otros nos roba la posibilidad de conectarnos con todo lo nuevo, lo bueno, lo interesante y hasta lo maravilloso que podríamos encontrar o experimentar en el nuevo lugar o en la nueva situación de vida.

Hacer nuevas amistades. ¿Recuerdas cuando fuiste al colegio por primera vez, cuando fuiste a tu primer día de clases o de trabajo? Es lo mismo ahora, empezar de nuevo pero con la ventaja de la experiencia y el conocimiento que tenemos de todo lo que hemos vivido con anterioridad y que nos facilita tener un nuevo comienzo, una nueva experiencia. Porque vamos abiertos, atentos a conocer nuevas personas con quienes somos realmente afines, para construir, para ampliar nuestro círculo afectivo en el que podamos sentirnos acompañados, aceptados y sobre todo apreciados por quienes somos y no por lo que tenemos o tuvimos. 

Realizar ejercicio físico. Salir a caminar con un buen paso, ojala al aire libre, puede ayudarnos a liberar el estrés, la ansiedad y sobre todo la tristeza y la nostalgia que nos embargan. La actividad física cambia nuestros pensamientos, nos oxigena y nos permite conectarnos con nosotros mismos y con el entorno, además de ubicarnos en el aquí y el ahora para tomar lo mejor de lo que nos ofrece la vida a cada momento. Practicar yoga y aprender a meditar y a relajarse puede ser muy terapéutico.

Buscar y resaltar lo positivo de la nueva situación. Recordar los buenos momentos es volver a vivirlos, porque nos reconecta con los sentimientos y las sensaciones que tuvimos en ese momento, y con eso potenciamos nuestro bienestar y felicidad. Pero permanecer en el recuerdo de ellas, ausentes del presente en que está ocurriendo nuestra vida, realmente nos llena de una nostalgia, tristeza y melancolía tóxicas que nos impiden vivir abiertos a reconocer todo lo nuevo y lo bueno que la vida tiene para nosotros.

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