Es probable que con frecuencia pospongamos el hacernos cargo de algunas tareas que tenemos pendientes, que sabemos que debemos hacer pero que por distintas razones preferimos aplazarlas. Razones que pueden ser, por ejemplo, que la tarea no nos gusta, nos parece difícil, no nos sentimos motivados para hacerla, sentimos temor de fracasar o equivocarnos, la perfección no nos deja terminarla de forma definitiva, o simplemente no sabemos cómo resolverla en el momento e implica buscar recursos que hacen falta para completarla.
Puede tratarse inclusive de algo importante, pero si tenemos el hábito de postergar siempre nos pondremos excusas para no hacerlo.
Dejar para después aquello que debemos hacer generalmente nos produce sentimientos de culpa, estrés y mucha ansiedad; y sin ninguna conciencia del efecto que nos causará postergar, evadimos hacernos cargo, quedando atrapados en un ciclo sin fin de procrastinación.
Lo primero que debemos hacer para comenzar a cambiar este hábito consiste en hacer una lista de todo aquello que tenemos pendiente por resolver o por hacer, organizándolo por prioridad, incluyendo desde la tarea más pequeña y aparentemente sin importancia, hasta la más grave o importante de la cual todavía no nos hayamos ocupado.
Después tendremos que decidir por cuál comenzaremos, aunque vale la pena empezar siempre por la que menos nos gusta para darla por terminada con nuestra mejor actitud y disposición, antes de que nos sintamos faltos de motivación y ánimo para continuar con las demás.
Algunas veces este comportamiento puede obedecer a un exceso de obligaciones y asuntos pendientes. Por eso es necesario aprender a establecer prioridades, a planificar las tareas, para distribuir mejor el tiempo que vamos a necesitar y, sobre todo, aprender a decir que no al momento de asumir nuevas responsabilidades o compromisos si no tenemos el tiempo y la energía para hacernos cargo de ellos.
Algunas personas tienen el hábito de dejar todo para última hora, y aunque estén acostumbrados a hacerlo y les parezca que pueden manejarlo, repetirlo solo les producirá más estrés, preocupación y culpa.
Saber definir nuestros objetivos, hacer un buen plan de acción y cumplir con cada uno de sus pasos, sin distraernos o ponernos excusas para no hacerlo, nos ayudará a vencer el hábito de procrastinar.
Claves para cambiar esa costumbre
Cambiar el debo y el tengo por el quiero y el puedo. La mayoría de las veces asociar obligación con falta de interés en la tarea que nos resistimos a hacer nos dificulta todavía más el ocuparnos de ella. Pensemos en el beneficio que nos traerá ponernos en acción sin pérdida de tiempo para cumplirla y terminar con ella.
Elaborar un plan de acción. Organizar las tareas pendientes por prioridad e importancia, asignarles una fecha límite de ejecución a cada una y reunir los recursos que necesitaremos para hacernos cargo de ellas hará que sea más sencillo romper el ciclo de procrastinación en el que nos sentíamos atrapados antes de ponernos en acción.
Dividir en pequeñas tareas. Si la tarea pendiente es muy grande e involucra a otros, podemos dividirla en pequeñas tareas que vayamos cumpliendo paso a paso. De esta manera será más sencillo cumplirla, además de ir ganando motivación en la medida en que nos vamos ocupando de ella. Si involucra la participación de otros, simplemente evitemos ponernos a imaginar lo que esos otros pensarán o dirán, y más bien pidámosles colaboración para poder terminarla lo antes posible. Mostrémonos dispuestos a vencer nuestra propia resistencia.
Disciplina y determinación de actuar. Lo más importante es fortalecer la voluntad y la disciplina que nos ayudarán a vencer el hábito de postergar, de manera que podamos hacer el trabajo necesario para cumplir con los asuntos pendientes. Ser constantes es clave para cambiar definitivamente este viejo hábito negativo de procrastinar por otro que implique hacernos cargo al momento de todo lo que tengamos que hacer, para evitar que se nos acumulen tareas que nos roben la tranquilidad, la eficiencia y el bienestar.
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