La inteligencia emocional
Las emociones son para vivirlas y no para ocultarlas por lo que es importante aprender a manejarlas en pareja, lo que ayuda a reducir el estrés y mejora la comunicación, entre otros logros

ATENEA ANCA

10/02/2020 08:00 am



Entre las metas que pueden proponerse las parejas para 2020 sugiero mejorar su inteligencia emocional, es decir, aprender a usar las emociones y no que ellas nos usen a nosotros. Está comprobado por numerosos estudios que una alta inteligencia emocional genera menor percepción de estrés, mejor salud, comunicaciones más efectivas, decisiones menos impulsivas, ambientes más serenos y mejor complicidad, entre muchos otros efectos. 


Ahora bien, es importante que conozcan cuáles son las emociones básicas del ser humano. Me gusta hacer la analogía con los colores pues sabemos que existen colores básicos (amarillo, azul y rojo) que si se mezclan producen colores secundarios como el verde (amarillo + azul). Así que tenemos emociones básicas: alegría, tristeza, rabia, miedo y sorpresa; y emociones secundarias como la frustración (rabia + tristeza + miedo: rabia de que me ocurra, tristeza porque me ha ocurrido y miedo de que me siga ocurriendo).

De las emociones básicas, la alegría es la única que se considera positiva, no porque sea buena, pues todas los son, sino que se siente bien en el cuerpo. Sentimos alegría al recibir algo que apreciamos: un abrazo, un regalo, un piropo. Cuantas más alegrías tengamos, mejor. Por su parte, la sorpresa es una emoción neutra pues no sabemos si traerá una emoción positiva o negativa. Por ejemplo, me tocan de manera inesperada la espalda en la calle: ¿es un amigo? (alegría) ¿es un ladrón? (miedo, rabia o tristeza). 

La tristeza está causada por la percepción de pérdida: una relación, la confianza, una amistad, el deseo, un familiar que fallece, la ilusión de mejorar, las ganas de continuar. Con la tristeza decaemos y nos ponemos reflexivos. La idea es lograr que esa tristeza sirva para algo: conseguir algo importante para mi crecimiento personal y luego desechar la emoción.

La rabia surge ante la percepción de injusticia, por lo que siempre que considere merecer algo y no tenerlo, o no merecerlo y tenerlo, sentiremos rabia. Nuestro cuerpo se llenará de energía y tendremos ganas de venganza o ataque, pero ¡no! La rabia existe para eso. La idea es usar la energía que nos regala esta emoción para movernos y lograr alguna de estas dos opciones: 1) cambiar la situación para que deje de ser injusta, o 2) alejarnos de la injusticia si no podemos cambiarla. Por ejemplo: hablo con mi jefe para que deje de gritarme y si no sirve, renuncio. Pero nunca debo quedarme recibiendo injusticias sin hacer nada al respecto.

Finalmente, el miedo surge ante la percepción de una amenaza sobre la que no tenemos control y de la cual debemos protegernos. Aunque generalmente nos paralizamos la idea es que esta inacción sirva para analizar qué debemos hacer y que nuestras decisiones sean estratégicas. 

Para cerrar les dejo esta reflexión: en lugar de criticar las emociones del otro, entiendan que las emociones son para vivirlas, no para ocultarlas e ignorarlas. Como buena pareja debemos comprender cómo apoyar ante cada una de ellas, por lo que sería un interesante ejercicio responder esto, e intercambiarlo: ¿Qué espero de ti cuando estoy molesto, triste o con miedo? Seguramente las respuestas nos ayudarán a saber qué hacer cuando la pareja manifieste alguna de estas emociones negativas.