El duelo de pareja
La ruptura de una relación no es fácil, pero si se manejan bien las etapas del proceso podremos salir airosos de la difícil experiencia y con la seguridad de no repetir los errores

ATENEA ANCA

20/01/2020 08:00 am



Romper una relación de pareja puede ser uno de los momentos más difíciles de afrontar para un individuo porque, entre muchas consecuencias, con la ruptura se va la ilusión del futuro con la otra persona y se rompe una rutina diaria. 


Superar el duelo de forma sana puede tomar su tiempo pues la persona puede tener circunstancias difíciles con las cuales lidiar, por ejemplo, tener que ver a su ex pareja a diario porque tienen hijos en común, porque trabajan juntos o porque alguno de los dos aún no ha encontrado a dónde mudarse. 

Algunos expertos han analizado el tiempo de sanación bajo el siguiente análisis: un mes de duelo por cada año de relación. Pero tampoco hay que confiarse con esto porque una relación de 20 años no necesariamente tomará 20 meses en superarse. De hecho, a veces los duelos se inician antes de romper la relación con una desilusión diaria que poco a poco va separando emocionalmente. Los primeros tres meses son los más difíciles y un duelo se supera antes si se entiende para qué sirve cada etapa por la que se transita. El foco debe estar en evitar retrocesos y siempre entender que cada etapa es necesaria por más incómoda que sea.

El duelo de pareja es un proceso de desvinculación afectiva que pretende la aceptación de la ruptura y su consecuente bienestar. Para llegar allí se atraviesan tres grandes etapas que deben generar aprendizaje. 

La primera es la negación, que consiste en pensamientos confusos que aturden y desesperan. Aquí nos negamos a creer que se haya acabado y usamos la esperanza y la comunicación como excusas para seguir disponibles emocionalmente para esa persona. De esta etapa hay que salir rápido porque afecta el descanso, alimentación, concentración y salud en general. Si nos comunicamos con nuestra ex pareja, tenderemos a pensar que aún existe la posibilidad de volver, y eso nos hará más daño. Debemos intentar progresar hacia la segunda etapa, la rabia, donde nos encontramos con las injusticias de la relación y de la ruptura. Es necesaria para llenarnos de energía para avanzar y entender que esa relación no nos convenía. Allí nos conectamos con el amor propio y solemos retomar nuestras vidas. Pero luego viene la etapa tres con un bajón emocional que muchos tememos: la tristeza. Pero esta tristeza no es destructiva, es regeneradora y reflexiva. Aquí aprendemos qué nos ocurrió para que no vuelva a pasar. Es la etapa para evolucionar y no cometer los mismos errores de antes. Solemos añorar el tener pareja pero sabemos que no queremos a esa ex pareja sino a alguien diferente que nos haga sentir mayor bienestar. 

Mi consejo final es que eviten comunicarse con sus ex parejas durante este proceso y eviten tener nuevas relaciones que obstaculicen algo que, sin duda, se debe vivir plenamente aunque duela. Porque duelo que no duela, no es duelo. Si no lo superamos sanamente, los problemas que tuvimos con esa persona mágicamente aparecerán en la próxima relación. Y no, no es magia, es una lección no aprendida.