Cada niño es único, maravilloso e irrepetible, aún y cuando sabemos esto frecuentemente, cometemos el error inconscientemente o no de caer en comparaciones. Comparar es parte del ser humano, lo hacemos al comprar, al tomar decisiones, indudablemente tendemos a comparar naturalmente.
Cuando nuestros hijos están pequeños estamos constantemente vigilando su desarrollo, basta con ver un grupo de niños junto a sus madres para observar que sus conversaciones se basan en los logros que ha realizado uno u otro niño, no está mal si la meta es asegurarnos que nuestro hijo se esté desarrollando de forma sana, aunque debemos recordar que los hitos de desarrollo son muy amplios y cada niño a su ritmo logrará lo estipulado para su edad, el error está en cuando caemos en las comparaciones.
Cuando emitimos comentarios basados en comparaciones le estamos enviando un mensaje negativo a nuestros niños, estos empiezan a creer que deben parecerse a otra persona para sentirse mejor o para ser aceptado, se construyen creencias pesimistas y limitantes, se sienten inseguros y nosotros desaprovechamos la oportunidad de resaltar sus cualidades y aumentar su autoestima.
En este sentido es importante destacar los aspectos positivos del niño, como sus habilidades, con amor y afecto ayudarles a desarrollar sus aptitudes y talentos, solo así se sentirá reconocido, amado y por supuesto seguro para desarrollar las áreas de bajo desarrollo.
