Las meriendas y los postres por lo general son asociados con grasas y azúcares, en muchos casos poco saludables. Sin embargo, el yogurt abre un espacio entre esas alternativas que tenemos, para disfrutar de ricos sabores, sin sobrecargar nuestras dietas con alimentos que pueden resultar poco saludables. 

La variedad estará en nuestra mesa en función de los productos que asociemos, como cereales o frutas, e incluso hasta con la temperatura con la cual consumamos nuestro yogurt favorito. 

En efecto, el yogurt tiene la versatilidad de que, al congelarse, se constituye en un delicioso helado, ya saborizado y con un gusto muy especial. 

Lo importante es que, entre comidas, cuando nos de hambre, nuestro consumo de “chatarra” sea cambiado por opciones originales y saludables. 

Con una hielera podemos hacer unos cubitos de fruta con yogurt. El procedimiento es muy sencillo. Sólo se requiere un yogurt dulce como base. Todo va a la licuadora y al quedar parcialmente procesado, se coloca en una hielera y de allí al congelador. 

La cremosidad del yogurt garantizará unos cubitos que se disolverán rápidamente, dejando expuesto el sabor de la fruta y manteniéndose siempre fría. 

 También están de moda los batidos de yogurt que, con frutas y hielo picado hacen una bebida refrescante. 

Hay quienes les dan un toque extra de dulce con azúcar o miel, pero es mejor no exagerar, pues la idea es que los sabores destaquen y no se vean opacados por excesos.  

Si queremos darle a los niños mejores hábitos como comer frutas o cereales, el yogurt puede ser maravilloso a la hora de introducirles esos sabores. 

Frutas como cambur, mango o fresas, con un toque de yogurt son deliciosas opciones.

Cambiar los hábitos de la familia es sencillo. La salud de todos está garantizada si en la cotidianidad de los snacks o los postres está el yogurt. 

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