Semillas, una fuente desaprovechada de nutrientes

MARIÁNGEL PAOLINI

12/08/2018 12:00 am



Las semillas son uno de los más grandes desperdicios alimentarios, pues es poquísimas culturas se les consideran comestibles, así que luego de abrir la fruta o el vegetal, las semillas son retiradas y terminan en el cubo de la basura.


En este artículo sólo hago referencia a las “pepitas” que le extraemos a frutas y vegetales, no incluyo aquí a las leguminosas, cereales, pseudocereales, oleaginosas y nueces que aún siendo semillas, cuentan con un futuro más promisorio en términos de su consumo y aprovechamiento. 

Las semillas son la estructura mediante la cual realizan la propagación de las plantas y contiene un embrión a partir del cual puede desarrollarse una nueva planta bajo condiciones apropiadas. En este sentido, las semillas contienen una fuente de “alimento” almacenado rico en aceites, almidones y proteínas que aportará los insumos necesarios para que se desarrolle la nueva vida.

Así que en este pequeño empaque representa una oportunidad para enriquecer nuestro plan de alimentación con micronutrientes esenciales que poco aprovechamos en la dieta moderna y a costo cero, pues a menos que compre la fruta picada y en bandejas, las frutas se venden con cascara y semillas.

Mi primer experimento con estas semillas de descarte, son las de auyama (calabaza) estas hermosas piezas son ricas en vitaminas A, E, K, así como ácido fólico, además de vitamina B1, B2, B3, B6 y B12. También contienen ácido linoleico, ácidos grasos omega-6 y ácidos grasos omega-3 y por cada 100 g de semillas se ingiere un aporte significativo de Calcio, Potasio, Magnesio, Fósforo, Selenio y Zinc. 

Para usarlas, primero debes retirar la pulpa que las mantiene unidas a la auyama, seguidamente se lavan con agua. En este punto puedes secarlas directamente al Sol, llevarlas al horno o tostarlas en un sartén. Si tienes algo de tiempo, te sugiero colocarlas en un frasco de vidrio con agua y mucha sal (salmuera) y mantenlas allí por una semana. Luego las retiras, escurres y las llevas al horno a 180 ºC por 10 min o hasta que estén bien secas.

Con las semillas secas, puedes hacer varias cosas: Comerlas como un snack, agregárselas a una ensalada o a una crema, triturarlas y combinarlas con otras semillas para hacer un polvo que puedes usar para saborizar cremas y salsas. Este mismo procedimiento lo puedes aplicar a otras semillas blancas (pe. las de melón, pepino y calabacín) y obtendrás deliciosas meriendas hechas en casa y a costo casi cero!

Las siguientes en mi lista de experimentos fueron las semillas de la patilla (sandía) estas preciosas semillas de color marrón (casi negro) son riquísimas en fibra dietética, poseen cantidades significativas de Hierro, Potasio, Sodio, Cobre, Zinc y Magnesio además de Vitaminas A y C y varias del complejo B. De igual forma, tienen un contenido importante de ácidos grasos esenciales.

Para usarlas lo primero que debes hacer es retirarlas de la fruta, lavarlas con agua y dejarlas secar al sol o en el horno por unos pocos minutos. Dado que nuestro sistema digestivo no tiene capacidad para romper la capa externa de celulosa que la rodea, es imprescindible triturarla o molerla antes de usarlas en jugos, salsas, cremas, batidos, sopas entre otros. Si decides usarlas enteras, ten la precaución de masticarlas bien para que puedas aprovechar todo su potencial (esto aplica a todas las semillas en general)

Otras semillas oscuras como las de la lechosa (papaya) son magnificas para incluir en sopas y cremas, estas aportan un sabor algo picante (similar a la mostaza) así que recomiendo usarlas con discreción. 

Recuerda que las semillas deben consumirse en cantidades pequeñas, su alto contenido de fibra puede ser contraproducente y puede general malestar como distensión abdominal. Si está bajo algún tratamiento farmacológico, consulte con su médico tratante pues algunos oligoelementos pueden interferir con ciertos principios activos.