Cada persona tiene su propia definición, pero casi todas coinciden en que es una muestra tangible de nuestra esencia individual como seres humanos, una carta de presentación que les proporciona datos a las demás personas, sin siquiera decir una palabra. Él es nuestro mejor amigo, nuestro siempre dispuesto edecán, e incluso nos ayuda en la tarea titánica de alcanzar nuestras metas y sueños más anhelados.

Durante años se le ha atribuido el poder absoluto en materia de moda, se ha consagrado como el rey de la estética humana más allá de la belleza, y actualmente es bien conocido que no tiene nexo con el dinero. El estilo es un mito, es inalcanzable para algunos y naturalmente concebido para otros. Es como un duende mágico que solo se presenta ante aquellos que conocen el verdadero significado de la personalidad, de la originalidad desmedida que invade el imaginario del ser humano. 

Los diseñadores lo buscan y perfeccionan durante años, buscando que una silueta, un color o un pliegue de tela sea identificado de entre un universo gigantesco de propuestas. Los amantes de la moda afirman tenerlo cuando consiguen su fórmula ganadora de indumentaria y esencia. Y también están aquellos que promulgan erróneamente tenerlo encerrado entre tendencias y todo aquello que es popular.

La verdad es que el halo de misterio que ha rodeado a esta mítica palabra desde tiempos inmemoriales, se ha vuelto transparente y hoy por hoy sabemos que el estilo va mucho más allá de la indumentaria, para ser incluso un estado de ánimo, una forma particular de gesticular, de hablar o de enarcar la ceja. El estilo es nuestro ADN traducido en prendas de vestir que se convierten en nuestra rúbrica ante la sociedad.

Desde Coco Chanel, pasando por la famosa editora de moda Diana Vreeland y hasta tropezarnos con Galliano y McQueen, los Dioses del olimpo vestural se han rendido ante el poder absoluto de la personalidad, y han descubierto un verdadero tesoro cargado de autoestima y motivación.

Porque hablar de estilo no es solo un tema sobre saber ser o saber estar, sino de verdadero reconocimiento del propio ser.

Isabella Blow 
  

Pero ahora viene la pregunta recurrente ¿Cómo encuentro mi estilo?, a continuación encontrarás 5 claves que te ayudarán a identificarlo: 

1.- Crea un moodboard con toda la inspiración que deseas para edificar tu estilo. Aquí puedes incluir a celebridades, colores, formas y tipos de prendas que creas que te identifiquen. 

2.- Revisa ordena y clasifica lo que ya tienes en tu armario. De esta forma estarás más consciente de lo que tienes y de lo que te hace falta para construir un armario inteligente.

 
3.- Identifica, acepta y reconoce tu morfología corporal. Teniendo en cuenta el conocimiento que tienes sobre tu cuerpo, puedes vestirte de forma favorecedora y comprar más inteligentemente.

4.- Escoge las prendas que se convertirán en tu firma. Ellas deben ser las que te hagan sentir con mayor comodidad, y las que te sean útiles en tu cotidianidad.

5.- Invierte en básicos de calidad. La calidad juega un papel elemental en cualquier closet que esté en camino a ser inteligente, ya que si las prendas que adquieres son de calidad, podrás utilizarlas durante más tiempo evitando comprar innecesariamente.

  

Unirse a las filas de aquellos que se han encontrado a sí mismos a través de su personalidad, no siempre resulta una tarea placentera, pero si bien el proceso tiene sus bemoles, la recompensa vale el sacrificio.

Hoy te invito a que entables una comunicación con tu yo interno, ese que quizás tienes olvidado y que de alguna forma sigue latente como una voz recurrente en tu mente. Escúchalo y permítete explorar aquellos rincones recónditos de tu individualidad. La moda es para vivirla y lucirla siempre en la pasarela que es la cotidianidad.