Soluciones ante la polarización
Tratar a los demás como quisiéramos ser tratados es tan fundamental como entender que nuestras acciones, pensamientos e ideas condicionan nuestra vida presente y futura

REDACCION ESTAMPAS

20/10/2019 05:00 am



Todos tenemos situaciones personales y experiencias que nos hace difícil tolerar las ideas de los demás. En muchas oportunidades defender nuestra opinión es prioridad por encima de escuchar a otros, pero ¿podemos imaginas discutir con alguien y simplemente colocar todo entre ganar o perder por tener la razón? Las familias estarían divididas y el concepto de amistad en peligro.


Si bien la definición de polarización social en un diccionario puede ser entendida como el resultado de la desigualdad extrema de ideologías entre grupos que conviven en un mismo ecosistema, nunca es positiva si se incluyen actitudes y prejuicios negativos y estereotipos destructivos.

Según expresa el Sistema Iberoamericano de Responsabilidad Social Empresarial (Sirse), la polarización social se menciona como un factor subyacente a otros riesgos que se consideran más importantes. En particular se mencionan tres muy relacionados con ella: inestabilidad económica, mayor desigualdad política y pérdida de confianza.

También la polarización social implica la reducción de la clase media de la sociedad, quedando la comunidad compuesta solo por los extremos sociales: la clase alta y la clase baja, es decir, los ricos y los pobres. El medio queda desfigurado y desaparecido. Esta acción se da cuando el objeto de actitud ya no hace referencia a los asuntos impersonales, sino que tiene relación con los grupos a los que se pertenece, donde ni siquiera es necesario que se dé el debate o la discusión.
 
La sociedad se ha visto envuelta en el concepto de que “el agua y el aceite no se mezclan” a raíz de la polarización como tema controversial que solo existe del lado político y que ha fracturado la sociedad de forma profunda, dando lugar a grupos antagónicos y en continuo conflicto. 

Un buen ejemplo son los fundamentalistas, para quienes el mundo es blanco o negro, no hay cabida para las ambigüedades o medias tintas. En efecto, allí no suele existir la duda y la frase de Albert Einstein “todo es relativo, nada es absoluto”, no encaja. 

¿Qué satisfacción trae esto? La paz de moverse en líneas seguras de confort por razones supremas o acciones selectas y predeterminadas; mejor aún, prometer “resultados positivos”.  

En un diálogo ante el congreso de Estados Unidos, el papa Francisco comentó que “se requiere de un delicado balance para combatir la violencia perpetrada bajo el mismo nombre de la religión, de una ideología o de un sistema económico/político”.  

Y recomendó proteger las libertades religiosas, políticas, intelectuales e individuales que actualmente dividen la realidad entre lo bueno y lo malo o, si se permite, “entre justos y pecadores”.

La vida es compleja pero no existe nada que no se pueda llevar de manera ecuánime con los que nos rodean. Uno de los argumentos del papa Francisco es que “las barreras mentales son una complicación, pues causan dolores emocionales y separación en los seres humanos”. 

Avanzar juntos como uno 
Hay varios antídotos ante la polarización. En vez de imponer algo debe existir una invitación a cooperar con los demás, así evitamos aferrarnos a nuestras creencias y podemos practicar la empatía. 

Al respecto, el pontífice afirmó que “si se nos pide convocar el coraje, debemos avanzar juntos como uno en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad”.

Tratar a los demás como quisiéramos ser tratados es tan fundamental como entender que nuestras acciones, pensamientos e ideas condicionan nuestro presente tangible y nuestra vida futura. Está en la ley del karma: “cosechas lo que siembras”. Si sembramos actitudes torrenciales será recíproco, si sembramos amor... 

Un ser tolerante, ameno con la vida y con su entorno, puede ser más valorado porque entenderá a cada uno con su punto de vista, por más distinto que sea.    

Es muy fácil juzgar con prejuicios y estereotipos que después mezclamos sentimentalmente con todo: odio con codicia, codicia con intolerancia, enemistad con ideologías. Pensamientos individuales con una “supuesta verdad” desde la comodidad interna de cada quien. Lo difícil –y fascinante– es detenerse a observar todo aquello que nos une como seres humanos. 

Es muy fácil juzgar con prejuicios y estereotipos que después mezclamos sentimentalmente con todo: odio con codicia, codicia con intolerancia, enemistad con ideologías. Pensamientos individuales con una “supuesta verdad” desde la comodidad interna de cada quien. Lo difícil –y fascinante– es detenerse a observar todo aquello que nos une como seres humanos.