Mayerling, testigo del amor y la frustración
Mientras que Rodolfo de Habsburgo se suicidó para acabar con sus propios tormentos, la baronesa de Vetsera, quien lo acompañó en esa decisión, lo hizo por amor

MAYTE NAVARRO

10/02/2020 08:00 am



Las historias de amor no siempre terminan con el tan trillado: “…y fueron felices para toda la vida”. Ejemplo de ello es la que protagonizaron Rodolfo de Habsburgo- Lorena, único hijo del emperador Francisco José I e Isabel de Austria, más conocida como Sissi; y Mary, baronesa de Vetsera.


El archiduque Rodolfo, heredero del trono de Austria, se caracterizó por sus pensamientos liberales y el apego a las clases burguesas e ideas anticlericales, algo que le llevó a tener fuertes enfrentamientos con su padre. La relación con su madre era diferente porque tenían caracteres semejantes, incluso compartían inquietudes interiores que les impedían ser felices.

A los 22 años contrajo matrimonio con Estefanía de Lieja, hija del rey Leopoldo II de Bélgica y María Enriqueta de Austria, por lo que eran primos lejanos. La boda se realizó en Viena, el 10 de mayo de 1881. El novio tenía 22 años y ella 16. Este enlace respondía a los deseos de ambas cortes, especialmente al soberano belga que satisfacía así sus ambiciones. La pasión entre los esposos era escasa y las infidelidades no tardaron en aparecer. Rodolfo tuvo varias amantes hasta que conoció a la baronesa Mary Vetsera, miembro de la nueva aristocracia húngara. Ella era una adolescente, tenía solo 16 años, pero la pasión era inversa a su edad, y él 29. Hubo varias citas hasta que Mary pudo conseguir su objetivo y después de un encuentro nocturno le escribió a su institutriz: “Anoche estuvimos juntos. Perdimos la cabeza. Ahora nos pertenecemos totalmente.”

En la mente del archiduque estaba presente la conspiración contra su padre. Con un matrimonio solo de apariencias, Rodolfo decidió escribirle al Papa para que lo anulara y poder casarse con Mary, a quien le había regalado un anillo donde se leía la frase “unidos hasta la muerte”. Mientras tanto la rebelión fracasó y la deshonra se apoderó del archiduque. Entonces planificó ir a Mayerling, su pabellón de caza donde se quitaría la vida y lo acompañaría en esa última aventura Mary, quien si estaba realmente enamorada.

Allí el príncipe se encontró con el conde de Hoyos y esa noche cenaron juntos. Rodolfo, bajo la excusa de estar resfriado, se retiró a su cuarto donde lo esperaba Mary. La mañana siguiente los encontraron muertos. En una carta de Mary dirigida a su madre y hallada posteriormente escribió que la perdonara, que no había podido resistirse al amor. “Soy más feliz en la muerte que en la vida”. Mientras que la baronesa fue sepultada clandestinamente su adorado príncipe recibió un funeral de Estado.

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