Con doce mutaciones en su espiga, la variante Delta del coronavirus es más contagiosa y riesgosa que ninguna otra. Apareció primero en la India y ahora se extiende por 14 países de las Américas incluyendo Brasil y Perú, y dicen por los pasillos que llegó a Venezuela. Menos mal que ahora se suma en Caracas, otro laboratorio al del IVIC que dirige la doctora F.H. Pujol, para hacer la vigilancia genómica del SARS-CoV-2, y se trata del Centro de Biotecnología del IDEA, y el doctor J.L. Ramírez. Mejor así, para defender al país en estos momentos tan difíciles, con variantes por doquier y pocas vacunas.
En el Reino Unido, por ejemplo, la mitad de la población ya está vacunada y, sin embargo, la variante Delta es responsable del 90% de las infecciones de los no vacunados, y eso que tienen al muy eficaz Servicio Nacional de Salud, acá tenemos a los hospitales desmantelados y al IVSS a su orden. La buena noticia de allá es que la vacuna BioNTech/Pfizer protege hasta un 96% la hospitalización por Delta. Con AstraZeneca la protección baja a 60%. Imaginen qué pasará aquí con esas candidatas a vacunas cubanas, tampoco sabemos nada de las rusas o chinas.
Hay un gran pero de esta protección vacunal referida arriba, y es que se necesita la dosis completa de cualquiera de esas dos vacunas, y en Venezuela, por ejemplo, ya no se encuentra la segunda dosis de la Sputnik V. Sumemos a esto la incertidumbre de no tener siquiera un plan nacional de vacunación a qué atenerse. Nada, lo que hay son conjeturas sobre una lista oficial, mensajería por textos y redes sociales confusas. Mucha angustia y gente a riesgo de muerte.
La solución más razonable e inmediata es acudir a las vacunas aprobadas por la OMS, como parte del portafolio COVAX. Allí tienen las de BioNTech/Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Johnson y Johnson, y la propia Sinopharm que ya se usa en Venezuela. Las cubanas no son vacunas, excepto la Soberana 2 aprobada en Irán. El país espera por el Plan.
@rrangelaldao
