La brecha digital: Un reto con muchas caras - Parte 1
Definida como la diferencia entre las personas que tienen acceso y pueden usar las herramientas del mundo digital y las que no, la Brecha Digital resume muchos de los retos que, como sociedad global, tenemos frente a nosotros en el Siglo XXI

ESTAMPAS

28/05/2021 06:00 pm



Juan Carlos Araujo S.

María José tiene 22 años y estudia Psicología en la Universidad Central de Venezuela. Cuando la pandemia empezó a cambiar la forma de vida de todo el mundo, la UCV, como muchas instituciones educativas, pasó a la modalidad de clases virtuales o educación a distancia. El problema es que, como muchos estudiantes de las universidades públicas, María José no tenía una computadora en casa para ver sus clases y hacer sus trabajos.

Fabiana es periodista, una profesional a carta cabal. Ejerce el oficio en un medio que, como muchas oficinas en tiempos de pandemia, pasó cada vez más a la modalidad de teletrabajo. Ella cuenta con su laptop y con un teléfono inteligente que el medio le asignó para que cumpliera con su labor. Sin embargo, la conexión en la zona donde ella vive es precaria, lenta e inestable. El trabajo se duplica gracias al servicio de Internet, la investigación, curaduría, contactos y el envío del material toma mucho más tiempo del que debería y saltar a otras alternativas le resulta sumamente costoso.

El hecho es que la pandemia nos ha puesto frente a frente con una realidad: La brecha digital. Esa diferencia entre las personas que tienen acceso y pueden utilizar las herramientas del mundo digital y aquellas que no. No sólo es un tema de acceso a los dispositivos que son la puerta de entrada al mundo digital, es la condición de la infraestructura del Internet y la comprensión del uso y el alcance de las herramientas digitales… y la capacidad de adaptarse a un mundo en el que las herramientas cambian constantemente y cada día se presenta una nueva.


La tecnología avanza a paso agigantados. Fotografía Freepik


Pero este no ha sido un problema de pandemia. Estamos en un mundo cada vez más interconectado, digitalizado, tecnificado y automatizado. La tecnología avanza a pasos cada vez más acelerados y, como sociedad global, no nos ha dado chance de pararnos a ver quién se está quedando atrás. La pandemia sólo ha acelerado muchos procesos en desarrollo y nos ha hecho voltear y ver la dimensión de este nuevo tipo de exclusión.

Estas son historias reales, personas de carne y hueso que enfrentan, cada una, una dimensión de la brecha digital. La primera dimensión es el acceso, la posibilidad de sentarse frente a una computadora o tener un dispositivo móvil para acceder a Internet y las herramientas del mundo digital.

Originalmente se pensaba que esta era a raíz del problema y no faltaron programas sociales que entregan computadoras sencillas a personas de escasos recursos, sobre todo a los niños en las escuelas con el fin de “integrarlos al mundo digital”. Estos programas, no sólo resultaron insostenibles en el tiempo sino que el impacto en la resolución del problema fue mínimo. Hoy, con una penetración de la telefonía móvil cercana al 80% y cada vez más teléfonos inteligentes en manos de una mayor diversidad de personas y estratos sociales, el problema resulta ser más complejo de lo que se pintó en un principio.

Una necesaria comprensión del uso

Aquí entra la segunda dimensión de la brecha digital: La infraestructura. Es el alcance y la calidad de la conexión a Internet y las redes digitales. Es aquí donde la brecha se ensancha entre países y estratos sociales. Sólo en América Latina vemos diferencias enormes en la velocidad promedio de conexión a Internet.

De acuerdo a los registros de medición de velocidad de Speedtest (un servicio gratuito para medir la velocidad de conexión a Internet), Chile encabeza la lista del internet más rápido de la región con una velocidad promedio de 94,14 megas por segundo (promediando la velocidad del internet móvil y fijo). En el extremo opuesto, con el internet más lento en América Latina, tenemos a Cuba y Venezuela, con velocidades promedio de 14,83 y 11,17 megas por segundo respectivamente.



El tema con los promedios nacionales es que ocultan la otra parte de la historia: Hogares con mayor nivel económico tienen una mayor cantidad y calidad de opciones de conectividad. Así como también, las grandes ciudades tienen más y mejores opciones que los pueblos pequeños, y éstos, muchas más que las zonas rurales. El problema se profundiza cuando la dinámica del mercado no viene acompañada y complementada por una política pública coherente en este ámbito… un escenario bastante común en la región.

Estas son sólo dos de las dimensiones de la brecha digital y reflejan unos cuantos retos de nuestra sociedad global. El primero es la erradicación de la pobreza, pues un poder adquisitivo más sólido no sólo facilita a las familias la adquisición de mejores equipos que le permitan acceso a Internet, sino más opciones de conectividad. El segundo tiene que ver con la gobernanza, es decir, el trabajo conjunto de los diversos actores de una sociedad, el Estado, las empresas y otros, para desplegar una infraestructura amplia que ofrezca mejor inclusión en el uso de las herramientas digitales.

Pero aún queda una dimensión por tocar, la dimensión humana. Que presenta otros retos más complejos e interesantes. Pero, esa la trataremos en una próxima entrega.
 
Juan Carlos Araujo en Twitter e Instagram:
@jcas0058
@ParadigmaHoy