Psique, el gran amor de Cupido
Cupido ha inspirado a artistas, escultores, poetas y escritores y ha pasado de ser musa a convertirse en el propio símbolo del amor, dejando a un lado en esta tarea a Venus, la real diosa de este sublime sentimiento

ESTAMPAS

21/02/2021 05:00 am



Constanza Torrico Benavides (*)


Cupido es el dios del deseo y el amor. Fue adaptado por los romanos a partir del dios griego Eros. Así que en la mitología romana, Cupido es el Hijo de Venus, la diosa del amor y Marte, el dios de la guerra. Generalmente, se le representa como un niño alado, con los ojos vendados y armado de arco, flechas y una aljaba, que es la bolsa o estuche tubular en el que guarda sus flechas encantadas, que maneja con gran habilidad para hacer que tanto los dioses como los mortales, se enamoren o huyan con disgusto.

¿Cuál es la historia de Cupido?
De su nacimiento hay muchas versiones, sin embargo, la más extendida, según la cual Cupido es hijo de Venus (Afrodita) y de Marte (Ares), parece provenir de la fuente griega de Simónides de Ceos, poeta griego creador de la nemotecnia, quien refirió que Cupido nació en Chipre, como su madre, quien tuvo que esconderle en los bosques y dejar que fuera amamantado por fieras que eran piadosas con él.
 
Venus no osaba tenerle consigo, temiendo el rigor de Júpiter ( el dios principal de la mitología romana) quien, previendo todo el mal que el niño haría al universo, pretendía fulminarlo al nacer. El destino, sin embargo, permitió que Cupido se mantuviera a salvo. Creció hermoso como su madre, y audaz como su padre, e incapaz de ser guiado por la razón, a la manera de sus salvajes nodrizas. Cupido era ayudante de su madre Venus, dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales. Era pícaro y carismático, pero a veces cruel con sus víctimas, ya que no tenía escrúpulos.

En el bosque fabricó un arco con madera de fresno e hizo flechas de ciprés. Tiempo después, Venus le regaló arco y flechas de oro. Las flechas eran de dos tipos: unas tenían punta de oro, para conceder el amor, mientras que otras la tenían de plomo, para sembrar el olvido y la ingratitud en los corazones.
 
Además, se le concedió el poder de que ni los hombres ni los dioses, ni su propia madre, ni aun su propio pecho fueran inmunes a las heridas que produjeran sus flechas. Prueba de ello, fue el amor hacia Psique, al que él mismo se vio sometido.


Cupido y Psyche Antonio Canova (1794) fuente metmuseum.org

El Mito de Cupido y Psique
El escritor romano Apuleyo narró la historia de Cupido y Psique en su obra El asno de oro, en la cual contó que en una tierra remota había un reinado, los reyes tenían tres hijas. La menor tenía una belleza e inteligencia impresionantes, se llamaba Psique (representación del alma).
 
Tan hermosa era, que empezaron a llamarla como la segunda Venus y a pesar de tales cualidades, no lograba encontrar marido pues los hombres que la idolatraban no se sentían dignos de ella.

Su padre, a través del Oráculo de Delfos, intentó conseguirle un compañero. El Oráculo le dijo que ella no le correspondía a ningún amante mortal, «porque el amor del alma siempre es inmortal». Según el oráculo, estaba destinada a un dios deforme y temible a los otros dioses. Añadió también que para desposarla, debían abandonar a la princesa en un monte al borde de un precipicio, pero vestida con su traje de bodas.

No tardó mucho tiempo para que Venus se enterara de la gran belleza de Psique, y llena de celos, pidió a Cupido que usara sus flechas doradas para hacer que Psique se enamorase del hombre más feo del mundo; Cupido accedió.

Entretanto, Psique fue a la cima de la montaña, buscando un precipicio, en su camino, Céfiro, el dios del viento del Oeste, llegó, la arrebató, y la condujo flotando suavemente en medio de un bosque, donde había un magnífico palacio, al parecer deshabitado. En ese momento apareció Cupido, quien al ver a Psique quedó prendado de su belleza.

Al entrar Psique al palacio, se sorprendió de hallarlo lleno de joyas y adornos. Cada noche Cupido se unía a ella y la dejaba antes de que amaneciera, aprovechaba la oscuridad para que no lo viera. Cupido sabía el riesgo que corría, por ello, le pidió a Psique que no encendiera jamás ninguna lámpara porque no quería ser visto. La princesa se sentía muy segura cuando él la visitaba por las noches, aunque no viese su rostro, pues sentía que era el esposo anhelado.

El rey y la reina, preocupados después de un tiempo, enviaron a sus hijas en busca de Psique. Cupido prohibió a Psique que se dejara ver por ninguna persona, ni siquiera sus hermanas, pero viéndola entristecida y melancólica, consintió al fin que les hablase, a condición de que no siguiera sus consejos.

Céfiro condujo al castillo a las hermanas de Psique, quien después de contarles las dichas que gozaba, las agasajó con finos regalos. En una segunda visita las hermanas descubrieron que Psique no veía a su marido y celosas como estaban de que su hermana menor viviera en tan hermoso palacio, le dijeron que el Oráculo había dicho que su esposo era un monstruo, seguramente una serpiente que acabaría con su vida de una manera horrible.

Psique, aterrada por la funesta noticia, admitió el pérfido consejo de sus hermanas y a la noche siguiente, cuando su esposo dormía, se salió del lecho para tomar una espada con que darle muerte; pero cuando la lámpara iluminó el rostro de su amado, observó que en lugar de un monstruo era el dios Cupido el que dormía a su lado. En el despecho de haber dudado de su felicidad, Psique toma la espada e intenta clavársela en el pecho, pero la espada se le cae de las manos; considera entonces usar el arco y las flechas de Cupido, pero se hiere un dedo al tocar una punta de flecha. Se vuelve para mirar de nuevo a su esposo, que le genera inmensa pasión, pero una gota de aceite de la lámpara cae en la espalda de Cupido; este despierta, y al instante emprende el vuelo. Psique intenta detenerlo tomándolo por un pie, pero la fuerza de Cupido - el amor- es superior y eleva a Psique.

Acercándose a un ciprés, Cupido deja caer a Psique, reprochándole su desconfianza. Psique, desesperada, se precipita a un río, pero el agua la arroja en seguida a sus márgenes y solo queda caminar e ir errando por el bosque en una continua y larga búsqueda de su amor Cupido.


The Marriage of Cupid and Psyche ca. 1540 -Andrea Schiavone (Andrea Meldola) Italian Exhibido en la Galeria 608 del Museo Metropolitano de NY

Venus, al enterarse de que su hijo sufría un cruel dolor, creyó su deber ir en busca de Psique para hacerla sufrir por su temeridad. Psique, desde hacía días, caminaba por el bosque en busca del palacio de su amado Cupido, se tropezó con distintos templos y Dioses y Viendo que ninguno la ayudaba, decidió ir en busca de la propia Venus, en cuya compañía estaría Cupido. Cuando al fin los encuentra, Venus, la ignora e indignada sube al Olimpo y allí le pide a Júpiter que envíe a Mercurio en busca de Psique, que estaba en el templo en ademán suplicante. Cuando Psique es presentada a Venus, ésta le arranca el cabello, le hace trizas la ropa, le da golpes en la cabeza. Decide asignarle tareas difíciles y complicadas.

Venus le entregó un montón de granos mezclados de trigo, cebada, mijo, adormideras, guisantes, lentejas y habas y le mandó separarlos antes de que llegara la noche, dejándola en compañía de la Tristeza y la Soledad. Psique, desolada, permaneció sin articular palabra e inmóvil, pero las oficiosas hormigas separaron los granos y la sacaron del compromiso.

Venus la mandó luego a que le llevase un lote de lana dorada de ciertos carneros que pastaban en la margen opuesta de un río remoto y Psique, lo logró. Venus, a quien una obediencia tan eficaz no apaciguaba, ordenó entonces a Psique que le llevase una vasija llena de agua negra que corría en una fuente custodiada por dragones, de la nada apareció un águila que la llenó la vasija y la puso en manos de Psique para que la entregara a Venus.

Una nueva tarea, más difícil que las anteriores, se le ocurrió entonces a Venus. Como la diosa lamentaba que a causa de la preocupación por su hijo su belleza había menguado, mandó a Psique que descendiera al Inframundo y pidiera a Proserpina un cofre que contuviese algunas de sus gracias, la bella joven, creyó que la única manera de llegar al inframundo era quitándose la vida, así que con mucho valor, fue a precipitarse desde lo alto de una torre. Pero en ese momento, una voz le dijo que el camino a los infiernos era por el Tenaro, cerca de Lacedemonia, pero que debía ir provista de dos tortas, una en cada mano, y dos monedas, que llevaría en la boca; que hallaría a Caronte, que la pasaría en su barca, dando a este una de las monedas, que él tomaría de su boca. Caronte la pasaría en su barca. Que cuando encontrase al Cancerbero, que guarda la corte de Proserpina, le diese una de las tortas, y que así hallaría a Proserpina, la cual después de acogerla favorablemente, la convidaría a un festín que estaba próxima a dar, pero que debía ser modesta y aceptar solo sentarse en el suelo y comer pan Por último, la diosa le daría el cofre, que debería cuidar de mantener cerrado.

Psique cumplió con las indicaciones que la voz le dio, y recibió de Proserpina lo que Venus le pedía. Después que hubo salido de los infiernos, tuvo curiosidad de abrir la caja con el objeto de tomar para sí alguna cosa de la belleza que encerraba, más sólo halló un vapor infernal y soporífero que la hizo caer en tierra, aletargada.

No hubiera despertado jamás si Cupido, curado de su despecho, no hubiese escapado del palacio de su madre en busca de su querida Psique. La encontró dormida, la despertó con un beso, volvió el vapor a la caja y le dijo a Psique que la llevara a su madre. Cupido voló hacia el Olimpo, se presentó ante Júpiter, que reunió a los dioses, prometiendo a Cupido que él mismo guardaría a su querida Psique, y que Venus no haría más oposición a su enlace con ella. Previno al mismo tiempo a Mercurio que condujera a Psique al Olimpo.

Por el amor de Cupido, la hermosa humana fue admitida entre los dioses, bebió ambrosía y se hizo inmortal. Se preparó el festín nupcial. Hasta la misma Venus tuvo que danzar. Cupido y Psique fueron cubiertos con un velo transparente. Cupido sostenía una paloma, símbolo del amor conyugal. Los dos tenían las manos ligadas con una cadena de perlas. Himeneo el hermano de Cupido los condujo, al lecho nupcial.

Desde ese momento, Psique adquirió alas de mariposa, emblema ordinario del alma en los antiguos, por lo común replegadas y en forma de concha. Celebradas las bodas, Psique dio a luz pasado poco tiempo a las tres Gracias: Voluptas, la Gracia de la Voluptuosidad y el Placer; Castitas, la Gracia de la Castidad, y Pulchrito la Gracia de la Pulcritud. Esta última Gracia, un balance entre las dos primeras.

A partir de la historia de estos dos personajes el amor ha sido simbolizado por dos corazones atravesados por una flecha: la flecha de Cupido.

(*) Constanza Torrico Benavides es Abogado UCAB, especialista Ciencias Penales y Criminológicas. Estudios de Botánica y Aromaterapia en Tisserand Institute y Fundadora de la Marca green.soul – botánica & aromaterapia.
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Fuentes consultadas
● Mitología – Antología Ilustrada de Mitos y leyendas del Mundo. C. Scott Littleton. Editorial Blume- 2004
● Who is Who in Mithology by Alexander S. Murray – Random House U.K. L.T.D – 2000.
● Wikipedia Cupido

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