De cómo la fiesta carioca creó la felicidad brasileña
En 1984 se iniciaron los desfiles en el Sambódromo, una pasarela con tribunas y camarotes diseñada por el famoso arquitecto brasileño Óscar Niemeyer

ESPECIAL PARA ESTAMPAS

24/02/2020 08:00 am



Marsolaire Quintana

Los sinuosos meandros del carnaval de Río de Janeiro son curvos como los motivos de las calzadas que Burle Marx creara para Ipanema y Copacabana. Para entenderlo, en términos históricos, desde el inicio ha sido una época de liberación que se mantiene a fuego lento todo el año hasta alcanzar la ebullición. No podría explicarse de otro modo que la cidade maravilhosa sea el corazón mismo de Brasil, tal como lo señala el himno oficial carioca.

Los colonizadores portugueses aportaron prácticas culturales que, imbricadas con las indígenas y con las de la diversa esclavitud africana, formaron un singular sincretismo. En 1840 se celebró el primer baile de disfraces, basado en el tradicional festival lusitano llamado Entrudo (juegos de tirarse agua). Y mientras se producía, centenares de personas tomaban de modo explosivo e incontrolado las calles tras la Cuaresma.

Hacia 1917 el samba, creado por músicos originarios de Bahía, se impuso sobre valses y minuetos cortesanos que acompañaban improvisadas concentraciones callejeras. Hasta ese entonces era considerado un ritmo de pobres, negros y mestizos. En la década de 1930, el músico Ismael Silva fundó a Deixa Falar, la primera escuela de este género, llamada hoy Estácio de Sá. Su rítmica, acentuada con percusión, era propicia para marchar.


Los carnavales de calle se organizan en “blocos” Fotos cortesía RioTur

En 1932 el periodista Mario Filho, director de Mundo Esportivo, organizó el primer desfile concursado de escolas de samba en el que participaron 19 agrupaciones, ganando Mangueira. Al año siguiente, con el cierre de esa publicación, el periódico O Globo se hizo principal promotor de los eventos. A partir de 1984 se iniciaron los desfiles en el Sambódromo, una pasarela con tribunas y camarotes diseñada por el arquitecto Óscar Niemeyer. A la par, los carnavales de rúa (de calle) continuaron organizándose en blocos (bloques).

La cronología histórica del carnaval de Río refleja los cambios urbanos de la ciudad y de las dinámicas sociales. También sirvió de escenario para protestas durante la dictadura y celebración del retorno de la democracia. El samba, que tras una época pareció menguar, se renovó con el pagode; las escolas y blocos comenzaron a tener real peso en la política y los negocios. 



La multitudinaria convocatoria, más viva que nunca, no sólo es prueba concreta de su vigencia sino factor determinante en la cultura y escenografía para las demandas de las minorías sociales, hechas todas desde la celebración. La felicidad brasileña, sinónimo de un país pleno en contrastes y altibajos, está unida con fuerza y naturalidad al carnaval de Río.

@maruniversal/marsolairequintana@hotmail.com