Hace 70 años llegó la balandra Isabel
“Arturo, te veía en las películas y nunca te imaginé más chiquito que yo”, le dijo Beltrán López al célebre actor Arturo de Córdova, al rescoldo de unos brandys en el bar Crepúsculo

EVARISTO MARÍN

15/09/2019 08:30 am




A la actriz argentina Virginia Luque le encanta caminar, descalza, por esa larga playa. Las conchas marinas que el oleaje arrastra hacia la arena despiertan su admiración. Le gusta coleccionarlas. Casi nunca los lugareños la han visto zambullirse en las tranquilas aguas de la bahía. Son proverbiales sus largos y estampados camisones de vivos colores. La extasían la tranquilidad aldeana de Juangriego y el vuelo lento, crepuscular, de los últimos pájaros del día.

Aquellos artistas y su séquito –camarógrafos, maquilladores, directores de escena– envuelven a Juangriego en una atmósfera espectacular. Para Morocha, La Maquera, la presencia de aquella gente es algo grandioso. Nunca había vendido tantos sombreros de cogollo en una sola semana. No es poca cosa recordar que hace 70 años el cuento de Guillermo Meneses, “La Balandra Isabel llegó esta tarde”, con un estupendo guión de Aquiles Nazoa y con Arturo de Córdova y Virgilia Luque, en protagonismo estelar, metió a Juangriego en el mundo del cine. Un niño falconiano, Néstor Zavarce, es toda una revelación. Tomás Henríquez anda extasiado con el exquisito sabor de las empanadas de cazón y de la sierra y el carite frito con arepas margariteñas. La señorial figura de Juana Sujo se familiarizó en pocas semanas con los lugareños.

El gobernador Heraclio Narváez Alfonzo no resiste a veces la curiosidad de ir hasta Juangriego, con cualquier pretexto, para conocer y saludar a célebres personajes. Casi siempre Cosmito Villarroel, el único policía del lugar, le sirve de cicerone al gobernador. Pelayo, el chofer, lo ve con cierta renuencia. Afortunamente Cosmito no sabe manejar.

Hace apenas un año, Arturo de Córdova logró mucho renombre con “Dios se lo pague”. En el cine Paramaunt, en Porlamar, estuvo en pantalla por casi dos semanas. “¡Qué peliculón!”. Lango La Pava, contaba una y otra vez el argumento de aquel melodrama argentino. “Como será de arrecha esa película que hasta Lango La Pava, lloró”, se le oía decir al sastre Peñón Cadremí.


Ahora ocurre que De Córdova está con Virginia Luque en Juangriego, según dicen en alguna de las crónicas sociales de la época “filmando una película que dará que hacer en la historia cinematográfica venezolana” y Mundo Mata, capitán de barco, navegante de los grandes de la playa de Pedro González, se sorprendió hasta lo infinito cuando Beltrán López Quijada se apareció en el muelle y subió a su embarcación a tomarse un trago de ron Chelía con el actor, el 2 de mayo, día de su cumpleaños.

Arturo de Córdova es menos poético y admirador de los crepúsculos. Fuera de las largas horas que se lleva la filmación prefiere compartir un buen brandy con Beltrán López y el médico, Pierre Bougrat, prófugo del penal de Cayena, en la Guayana Francesa. Alto y corpulento, Beltrán López hacía chistes en confianza con el tamaño, retaco, de Arturo de Córdova, y en presencia de Bougrat y al rescoldo de unos exquisitos brandys, le llegó a decir. “Carajo, Arturo, tanto que yo te veía en las películas y nunca llegué a imaginar que eras más chiquito que yo”.