Su nombre no indica para nada su gentilicio, cualquiera que lo escuche o lea pensará que se habla de un asiático, y sí, en parte es así, ya que este joven de 26 años es la mezcla de dos culturas, su padre es chino y su madre venezolana, lo que ha hecho que su talento a la hora de cocinar mezcle sabores del lejano oriente con el de nuestra tierra y esa sea su impronta gastronómica.
Su amor por la cocina lo trajo hasta este concurso de cocina. Cuenta que llegó “por casualidad” ya que estaba en el sitio donde se estaban haciendo las inscripciones, se anotó, audicionó y quedó. Cuenta que más de 1000 personas se postularon para el programa, donde luego hicieron un corte hasta llegar a 40 y después se escogieron los 15 finalistas en donde él quedó y todo gracias a un tartar de salmón.
"Clasifiqué con un tartar de salmón y atún tropical para elevar lo que es mi cultura, le di un toque muy asiático, y un toque latino, usando aguacate y mango. Nos dieron 45 minutos para su ejecución. Fue escogido por nosotros y debía ser un plato con el que nos sintiéramos seguros y que pudiera sorprender al jurado, además de contar una historia con él". Y con este plato cautivó a Claudia Sandoval, una de las juezas, la cual lo incluyó en su equipo.
Los aspirantes se enfrentarán a una serie de retos culinarios, individuales o por equipo, viviendo emocionantes victorias o amargos fracasos. Cada participante intentará preparar el mejor platillo, aplicando técnicas aprendidas, escuchando el consejo de sus mentores y siguiendo la voz de su corazón. Sólo así, demostrarán por qué merecen ganar esta prestigiosa competencia culinaria que, sin duda, cambiará sus vidas para siempre, con un premio de $100,000 dólares y el codiciado título de MasterChef Latino, que ya se llevó a casa, la venezolana Sindy Lazo, en la primera temporada.
Chang apunta que además de ganar experiencia quiere demostrar que la cocina latina es una mezcla de fusiones. “Los latinoamericanos somos una mezcla de sabores, donde hay cocinas de todas partes del mundo”.
