María Estuardo
Vino la sublevación de los lores escoceses, que hicieron abdicar a la reina a favor de su hijo de un año y la desterraron. En vez de irse para Francia, donde sería bien recibida, el barco se dirigió a Inglaterra

ÁLVARO MONTENEGRO FORTIQUE

11/12/2023 05:04 am



Evocar su nombre evoca a Escocia, a tragedia, tristeza, mala suerte y a un destino fraguado por situaciones casi todas muy lamentables. María Estuardo no logró, pese a ser una mujer valiente, despertar simpatías en casi ningún escenario a lo largo de su vida. En su país, o en la vecina Inglaterra, tuvo siempre más enemigos que amigos. Quizás en Francia, donde también fue reina, gozaba de cierta respetabilidad y mucha solidaridad en su desventura.

Hay que añadir que María Estuardo contribuyó grandemente con esa fatalidad, cometiendo muchos errores de cálculo. Tomó muchas decisiones equivocadas, probablemente por mantener la institución real escocesa, por defender a su religión católica frente al protestantismo, y hasta por un injustificable amor pasional hacia el asesino de su esposo. Por su conducta inconveniente y ese empeño en defender la corona escocesa, hasta su hijo se volvió contra ella.
 
La vida de esta reina comienza con situaciones imposibles de creer: a los seis días de nacida, ya era reina de Escocia. Su padre, Jacobo V, agonizaba a los 31 años de edad en el castillo de Falkland, mientras un cortesano le anunciaba el nacimiento de su hija. ¿Por qué no un varón?, se lamentó el moribundo respondiendo: “Con una mujer vino a nosotros la corona, con otra ha de acabarse”. A diferencia de Enrique VIII de Inglaterra, su vecino, Jacobo, nunca quiso separarse de la iglesia católica.

La biografía que el intelectual austríaco Stefan Zweig escribió sobre María Estuardo, nos abre un mundo fascinante que representa la saga de esta familia real: “Los Estuardo tienen siempre que estar en lucha contra sus enemigos exteriores, contra sus enemigos dentro del país y contra ellos mismos”

La bebé Estuardo todavía no sabía hablar y ya la componenda, el cálculo y el juego político se apoderaban de su cuerpo. Enrique VIII de Inglaterra pidió su mano para su hijo, apenas supo la noticia de su nacimiento. Casar a la heredera del trono de Escocia con el heredero del trono de Inglaterra, pueblos hermanos que compartían la misma isla, pero mantenían guerras incesantes, era lo más lógico. Las familias reinantes Tudor y Estuardo se unirían para siempre.

Sin embargo, el destino tenía preparadas otras situaciones mucho más complicadas para la pequeña María. Enrique VIII pide que la criatura sea entregada de inmediato a Inglaterra, a lo cual su cuidadosa madre se opone. El feroz soberano manda a sus tropas con instrucciones de traerla por la fuerza a Londres, pero refugian a la infanta en el inexpugnable castillo de Stirling y lo obligan a llegar a un acuerdo, que establece los 10 años como la edad adecuada para enviar a la niña a la corte inglesa. Ya su vida quedó marcada, desde el comienzo, como el recorrido de una valiosa mercancía.

Entra la católica Francia en el escenario, para tratar de impedir la anexión de la fiel Escocia por la protestante Inglaterra. Enrique II de Francia, hijo de Francisco I, pide la mano de la niña para su príncipe heredero. Así, María Estuardo, con solo 5 años, es enviada a como una preciosa mercadería a Francia. Ya no será la reina de Escocia e Inglaterra, sino la de Escocia y Francia.

Su juventud en Francia luce mucho más sofisticada que en las frías y agrestes tierras altas de Escocia. Los palacios de París son más cómodos y lujosos que las fortalezas escocesas, diseñadas para repeler ataques y no para llevar una vida suave. La corte francesa, en pleno renacimiento, es mucho más refinada que aquella de los montaraces lores y nobles escoceses, llenos de cicatrices ganadas en sus batallas.

En París, el 24 de abril de 1558, casan a María Estuardo, de 15 años, con el heredero del trono de Francia, Francisco, un muchacho de 14 años con una salud muy débil. De esa forma, Francia y Escocia quedarían unidos multiplicando las coronas. María, reina de Escocia, sería reina consorte de Francia.

Ese mismo año muere María Tudor, reina de Inglaterra, hija de Enrique VIII con Catalina de Aragón. Asciende al trono su hermanastra, Isabel, hija de Enrique VIII con Ana Bolena. Pero, ¿puede Isabel ser monarca inglesa si el matrimonio que la produjo fue declarado nulo por el parlamento inglés, siguiendo instrucciones del rey? Sí, dicen los ingleses. No, repican los franceses. Por tanto, esa corona pertenece a María Estuardo, como bisnieta de Enrique VII.

Visto así, y esa fue su gran tragedia, la joven María tendría tres coronas: la escocesa, la francesa y la inglesa. El destino, o sus consejeros, colocaron a la joven de dieciséis años en una terrible encrucijada: reconocer a su prima Isabel como reina de Inglaterra, o pretender su trono.

Stefan Zewig analiza en la mencionada biografía que el peor camino en la acción política es el intermedio, el que no toma un partido claro. El atajo seguro, timorato y pusilánime. Por ese preciso sendero llevaron sus consejeros a la inexperta María Estuardo. Ni reconoció a su prima Isabel como reina legítima de Inglaterra, ni le hizo la guerra desde Francia.

Por orden de Enrique II de Francia, la pareja de príncipes debe poner en su escudo de armas la corona inglesa. María Estuardo, en todos sus documentos, se hace llamar reina de Escocia, de Francia y de Inglaterra. Su prima Isabel y toda su corte automáticamente se convierte en su peor enemiga. Esa fatalidad, además de una cadena interminable de errores de cálculo, persiguió a María Estuardo hasta su horrorosa decapitación, por órdenes de su prima Isabel.

A la muerte accidental de su suegro, Enrique II de Francia, durante un torneo en 1559, su joven y débil esposo asciende al trono por un año como Francisco II. El frágil monarca muere en 1560. Princesa de Francia, reina de Francia y viuda en el transcurso un año, María se devuelve a su natal Escocia en 1561. Allá se casa con su primo Enrique Estuardo y tiene a su hijo único, Jacobo.

Escocia no era como París, con una corte de elegantes intrigantes, era tierra de aguerridos conspiradores y por eso un atentado explosivo mata a su esposo Enrique Estuardo en su casa. Todas las miradas se dirigen a James Hepburn como autor intelectual del crimen. Pues resulta que María Esturado se casó al mes siguiente con el asesino.

Vino la sublevación de los lores escoceses, que hicieron abdicar a la reina a favor de su hijo de un año y la desterraron. En vez de irse para Francia, donde sería bien recibida, el barco se dirigió a Inglaterra. Allí vivió encarcelada sus últimos años y fue ajusticiada por ordenes de su prima Isabel.
La moral y la política van por caminos apartados uno de otro, dice Zweig en su biografía. La ejecución de María Estuardo fue un hecho absolutamente inmoral. Sin embargo, ese asesinato ayudó a unir Inglaterra con Escocia, y a colocar a la reina Isabel como la gran vencedora de esta historia.

@montenegroalvaro