La deconstrucción integracionista
La real politik y el paradigma westfaliano se exacerban en un contexto global altamente polarizado, fragmentado y además debemos destacar con sociedades profundamente agotadas y enojadas

DYLAN J. PEREIRA

29/07/2023 05:00 am



A propósito de la Jornada Mundial de la Juventud a celebrarse en Lisboa Portugal desde el día martes primero de Agosto hasta el domingo retomamos algunas ideas esbozadas por S.S. Papa Francisco en su más reciente encíclica. Entre las tendencias actuales que aborda el líder de la Iglesia Católica en Fratelli Tutti que se tratan en el capítulo primero, las sombras de un mundo cerrado, planteaba la integración que podemos aseverar parecía el vector geopolítico histórico de la nueva configuración del sistema internacional, citando ejemplos como la Unión Europea o los esfuerzos, con profundas dificultades pero necesarios, por la integración latinoamericana; “Pero la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos” (Papa Francisco, 2020, párrafo 11); critica el Papa un mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia, que es acompañada por “el fin de la conciencia histórica.” “Por eso mismo se alienta también una pérdida del sentido de la historia que disgrega todavía más. Se advierte la penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero.” (Papa Francisco, 2020, párrafo 13)

El pensamiento posmoderno pareciera marcar las ambiciones intelectuales y analíticas de la actualidad, en especial bajo los preceptos foucaultianos de la microfísica del poder y de la deconstrucción, tesis de Derrida, que tienden hacia la destrucción de la conciencia histórica; entendiendo por conciencia histórica “una suma de operaciones mentales con las cuales los hombres interpretan la experiencia de evolución temporal de su mundo y de sí mismos de forma tal que puedan orientar intencionalmente su vida práctica en el tiempo” (Rusen, 2001, p.58). El llegar a este estado de conciencia histórica supone, por consiguiente, un proceso evolutivo según el cual el hombre se va aproximando cada vez más a una interpretación racional en la que, sin embargo, no se pierde lo humano. Éste es el punto en el que Marx habría de insertar su crítica al hegelianismo. No es la conciencia humana lo que determina el ser la realidad, sino que es ésta la que determina la conciencia. Entre estos dos extremos, se encuentra situada una de las aporías capitales de la historia de la filosofía y, al par, una de las bases para su solución.

La realidad más inmediata en Europa y el mundo nos advierte de una aparente deconstrucción integracionista que sucede al margen de cambios geoestratégicos radicales; la Unión Europea, paradigma de integración nace y se desarrolla fundamentalmente como un proyecto de Paz que hoy la guerra de Rusia contra Ucrania le obliga a replantearse cuestiones fundamentales como la seguridad comunitaria, o la articulación de una política de defensa más propositiva y agudizada, proveyendo ayuda militar, política, social y económica a países como Ucrania, que sin esta, en comunión con EEUU, no podría resistir la agresión rusa.

En efecto constatamos en este planteamiento esta necesidad de “vincular” el pasado con el presente, en orden a comprender las causas a partir de sus efectos, y retomar los planteamientos propios la pregunta de por qué es posible recordar y vincular acontecimientos, al tiempo que exige responder qué funda la posibilidad de la continuidad, pues nos vemos afectados efectivamente con las consecuencias de tantas decisiones y sucesos que nos precedieron y que son transmitidos en diversas maneras, incluyendo nuestros mayores. Aquí Papa Francisco, implícitamente afirma que siempre estamos afectados por el pasado, que nuestro modo de lidiar con la realidad mucho de esto y de lo cultural, hace inevitable que tengamos rasgos en común. Lo nuclear es que los hechos tienen una estructura, un pasado, un presente y un futuro, que se manifiestan en la actualidad, y denuncia con fuerza el carácter doctrinario de aquellas ideologías que buscan desechar el pasado, desvincular la conciencia histórica, en aras de promover sus propias agendas particulares, dejando a un lado el sentido de la trascendencia no sólo de la historia sino del ser humano, siendo esto un rasgo ineludible de humanidad, desfigurando los grandes planteamientos e ideales universales que guían a la humanidad como la democracia, la libertad y la fraternidad.

Este espíritu de responsabilidad fraterna parece aproximarnos a la lucha entre las dos ciudades, planteada por San Agustín (s.f.) en su obra La Ciudad de Dios, que, estriba respectivamente sobre el amor sui y el amor Dei, que es el reflejo social de la lucha entre el viejo y el nuevo Adán en cada uno de nosotros.

Una historia que se repite; “Y si extendemos la mirada a la totalidad de nuestra historia y a lo ancho y largo del mundo, todos somos o hemos sido como estos personajes: todos tenemos algo de herido, algo de salteador, algo de los que pasan de largo y algo del buen samaritano.” (Papa Francisco, 2020, párrafo 69); de esta forma Su Santidad denuncia de forma activa que, si se quiere, han sido la exclusión, el descarte, el resentimiento, el dolor, la omisión, el desentendimiento, los grandes vectores de una historia que en este punto se presenta como cíclica, pero que está llamada a escapar de este círculo vicioso y construir una sociedad digna de tal nombre, y no pasar de largo, ya sea al “ensimismarse, desentenderse de los demás, ser indiferentes. Otra sería sólo mirar hacia afuera” (Papa Francisco, 2020, párrafo 73)

Es doloroso imaginar un presente y un futuro que se rearman constantemente. La real politik y el paradigma westfaliano se exacerban en un contexto global altamente polarizado, fragmentado y además debemos destacar con sociedades profundamente agotadas y enojadas.

La responsabilidad de nosotros los jóvenes, las nuevas generaciones en este contexto no es ya una opción sino una obligación con una acción multiplataforma, multidisciplinaria, interdisciplinariedad, desde lo local y lo nacional pero con visión y articulación global.

Dylan J. Pereira
dylanjpereira01@gmail.com