MUERTE EN EL PANTANO
Dos jóvenes llegaron a Canadá bajo engaño

ESTAMPAS

01/07/2022 06:00 pm



MAX HAINES

Han transcurrido más de 100 años desde que ocurrió el asesinato. La estación ferroviaria de Eastwood, en la provincia canadiense de Ontario, donde desembarcaron dos educados ingleses para su cita con la muerte, desapareció mucho tiempo atrás, pero el lúgubre pantano de Blenheim aún está ahí.


Los nombres de Reginald Birchall y Frederick Benwell significan poco ahora, pero en 1890 ocuparon grandes titulares en la prensa. El drama que se desarrolló en un tribunal de Woodstock, Ontario, fue cubierto por periodistas de Inglaterra, Italia, Francia, Alemania, España y Estados Unidos. Muchos aún consideran que el caso es el asesinato más notorio ocurrido en Canadá.

Pese a ser el hijo de un respetado clérigo inglés, Reginald Birchall era un bueno para nada. Cuando aún era un jovencito desarrolló gustos costosos que difícilmente se podía costear. Como resultado de ello, siempre estaba en problemas. Sus raterías, los cheques de goma que giraba y su costumbre de nunca decir la verdad lo mantenían en un lío tras otro. La constante de su vida era el hecho de que siempre estaba endeudado. Las variadas deudas que acompañaban su encumbrado estilo de vida lo obligaron a terminar su educación. Pero era un hombre bien parecido. Con su aire de aristócrata y su acento de Oxford podía conquistar a cualquier mujer. La chica que decidió seducir era de Londres, Florence Stevenson. El padre de Florence estaba poco complacido con su nuevo yerno, y se cree que Birchall estaba poco emocionado con la remuneración financiera que recibió al casarse.

En 1888, los Birchall llegaron a Canadá y se establecieron en Woodstock. Birchall no hizo nada por cambiar su estilo de vida. Él y su esposa se hacían pasar como lord y lady Somerset. El autodenominado lord era bien conocido entre las figuras más destacadas del ámbito social del sur de Ontario y, por su puesto, entre sus acreedores. Acosado por estos últimos, Birchall y su esposa regresaron a Inglaterra sin un centavo en el bolsillo. Se instalaron en la casa del padre de Florence. Los acreedores de Reg dieron con él y no lo dejaron en paz. Se sentía desesperado por la necesidad de dinero. Debía haber alguna forma de que pudiera echarle mano a alguna buena cantidad de dinero. Fue entonces cuando se le ocurrió su gran idea.

Birchall recibió un buen dato para una carrera de caballos, el Epsom Derby de 1890. Era seguro que Sanefain, un animal sin ningún favoritismo, ganaría. Desde el punto de vista de Birchall, lo único que tenía que hacer era reunir suficiente dinero para hacer una fuerte apuesta. Pero, ¿cómo? Tramó un plan diabólico, aunque plausible en esa época. Entonces se creía que las colonias eran la tierra de la oportunidad. Con esto en mente, Birchall colocó un anuncio en el Daily Telegram: Canadá.
Universitario, con granja, desea conocer a un hijo de caballero para compartir vivienda y enseñarle el negocio con miras a restablecer una sociedad; debe invertir 500 libras para ampliar el patrimonio; alimentación, comida y un interés de 5% hasta que se formalice la sociedad.

El teniente coronel Frederick Benwell, de Cheltenham, vio el aviso y pensó que era una maravillosa oportunidad para su hijo de 25 años, Frederick. En su debido momento, el coronel Benwell, Frederick y Birchall se reunieron. El coronel quedó impresionado. Firmó un acuerdo según el cual pagaría 500 libras, pero antes de que algún dinero cambiara de manos, Fred debía visitar la granja en Canadá. Birchall parecía estar satisfecho con el trato. Sin que Fred Benwell o su padre lo supieran, otro muchacho de buena familia respondió el aviso. Douglas Pelly, quien se había graduado en Oxford, también mordió el anzuelo y le adelantó 170 libras a Birchall, aunque él también quería ver el destino de su inversión.

El 5 de febrero de 1890, cuando Reginald y su esposa abordaron el Britannic en Liverpool, estaban acompañados de dos jóvenes que se morían de ganas por poner los pies en el Nuevo Mundo. No tenían idea de que Reg Birchall planeaba matarlos a los dos.



Una vez a bordo de la nave, Birchall comenzó a sembrar cizaña entre los dos jóvenes. Armó una situación en que Pelly y Benwell quedaron enfrentados uno contra el otro. Birchall quería que todos recordaran la riña. Más tarde, si ambos desaparecían, lo más natural sería pensar que uno había matado al otro y que el asesino había huido.

El Britannic atracó en Estados Unidos. Los cuatro protagonistas del drama se dirigieron a Buffalo. Se decidió que Pelly y la señora Birchall se quedarían en Buffalo, mientras que Reginald y Benwell proseguirían a Canadá para inspeccionar la granja. El 17 de febrero, los dos hombres partieron en tren hacia la granja inexistente. Se bajaron en la estación de Eastwood, cerca de Woodstock. Caminaron hacia el pantano Blenheim. Birchall aseguró a su compañero que la granja se encontraba al otro lado del pantano. Al caminar por el terreno congelado, Birchall sacó un revólver y le disparó al joven dos veces en la cabeza. Le quitó todas las etiquetas a la ropa y arrastró el cuerpo hasta lo más profundo que pudo en el pantano.

Dos hermanos encontraron el CADÁVER de Benwell. La posibilidad de que ocurriera el descubrimiento era una en un millón

Esa misma noche, Birchall regresó solo a Buffalo. Justificó la ausencia de Benwell con la poca convincente historia de que el joven se había desencantado de toda la aventura. Un día después de la homicida excursión de Birchall a Canadá, él y Pelly visitaron el lado canadiense de las cataratas del Niágara.

Más tarde, Pelly relataría que, en dos ocasiones, mientras observaban las cataratas desde posiciones precarias, Birchall casi parecía estar preparándose para hacer un movimiento, como si quisiera empujarlo hacia las agitadas aguas. En ambas ocasiones, algunos desconocidos pasaron por el lugar, lo cual aparentemente hizo que Birchall cambiara de idea. Como se constató posteriormente, el joven Pelly salvó su vida gracias al fortuito paso de desconocidos.

Entretanto, el 21 de febrero, dos hermanos, George y Joseph Eldridge, encontraron el cadáver de Benwell. La posibilidad de que ocurriera el descubrimiento, casi una en un millón, apenas cuatro días después del asesinato, significó la ruina para Birchall. La noticia estaba en todos los periódicos. Pelly leyó sobre el cuerpo que se había encontrado cerca de Woodstock, el mismo lugar de la “granja” de Birchall. De inmediato sospechó que el cuerpo era de Benwell. Enfrentó a Birchall, quien decidió continuar su comedia hasta el final. Le dijo a Doug Pelly que se equivocaba, pero para satisfacerlo, él y su esposa viajarían a Woodstock para ver el cadáver e identificarlo de ser posible. Eso fue lo que hicieron, y Birchall tuvo la escalofriante experiencia de contemplar el semblante de un hombre al que había asesinado y al cual no esperaba volver a ver. Identificó al muerto como Frederick Benwell, pero le restó importancia a su relación al decir que había conocido a Benwell por casualidad en el barco.

El famoso detective de Canadá, John Wilson Murray, estaba lejos de sentirse satisfecho. El detective dejó libre al sospechoso, pero ordenó que la policía le siguiera todos los pasos. Entretanto, investigó a su objetivo. Viajó a las cataratas del Niágara y encontró que Doug Pelly vivía con los Birchall. Descubrió la relación con la familia Benwell. Después de que Pelly contó su historia, tanto Birchall como su esposa fueron arrestados y acusados de asesinato. Florence fue liberada después de la investigación. En septiembre, el juicio por el asesinato de Frederick Benwell se inició en el ayuntamiento de Woodstock. En el año de 1890 se cantaron baladas y se escribieron poemas sobre Reg Birchall y su plan para asegurar su futuro mediante el asesinato. Aunque nunca hubo duda sobre su culpabilidad, el juicio de Birchall atrapó la imaginación de todo el mundo.

El jurado necesitó sólo 90 minutos para encontrar culpable a Birchall. El 14 de noviembre de 1890, con el rostro lívido, vestido formalmente debido a su insistencia, subió los escalones del cadalso, le estrechó la mano al verdugo y se desplomó a la eternidad. Florence regresó a Inglaterra y luego se volvió a casar. Douglas Pelly también volvió a Inglaterra, donde se le recibió como a un héroe. No debemos olvidar a Sanefain, el caballo que inspiró la idea que le llevó a Birchall a urdir su malévolo plan. Irónicamente, en 1890, Sanefain ganó el Epsom Derby.