El carnicero de la calle Charlotte
El despiadado Louis DESCUARTIZÓ a su examante

ESTAMPAS

24/09/2021 06:00 pm



Max Haines

Esta es una narración un tanto fuerte que, quizás, las personas de alta sensibilidad deberían evitar. El resto de los lectores, por favor, continúe Numerosos dirigibles sobrevolaban Londres la noche del 31 de octubre de 1917, dejando caer sus bombas sobre la población. Muchos se refugiaron bajo tierra, aunque Emilienne Gerard, de 32 años, no lo hizo.

Ella prefirió salir de su apartamento, en el 15 de Munster Square, para correr a los protectores brazos de su amante, Louis Voisin, quien residía en el sótano del 101 de la calle Charlotte. Louis, carnicero de profesión, no lucía como el típico francés alto, de cabello oscuro y apuesto. Era muy rollizo y su piel notablemente rojiza. Pese a haber vivido en Inglaterra durante cuatro años, no había aprendido ni una palabra de inglés.

Emilienne se dirigió rauda al apartamento de su amante. ¡Voilà! Allí estaba su Louis, desnudo como un recién nacido, sobre la cama con Berthe Roche, a quien Emilienne no conocía. Como es de suponer, la pobre estaba que echaba chispas. 

Berthe estaba algo más que molesta por haber sido interrumpida. Ordenó que Emilienne saliera del lugar. Ella se rehusó a retirarse. Berthe golpeó a su rival en la cabeza con un objeto romo que nunca fue identificado. Cuando Emilienne gritó, Louis temió que los vecinos escucharan la conmoción. Se unió a la fiesta al estrangular en el piso a quien fuera su amante.

¿Qué rayos harían con el cadáver? Louis, como se podría esperar de un carnicero, inmediatamente pensó que sería más fácil deshacerse de porciones
más pequeñas de Emilienne. Puso manos a la obra. Tenía las herramientas de su oficio a mano. Las rodillas de la muerta fueron cortadas por el medio
de la articulación. Los implementos en las hábiles manos de Louis no tocaron ni un solo hueso. Las manos de Emilienne fueron cercenadas expertamente a la altura de las muñecas. La cabeza fue separada del cuerpo.

El trabajo quedó concluido alrededor de las 8:00 de la noche del 1° de noviembre, pero quedaba el problemita de deshacerse de las partes de Emilienne. Al final de la tarde del otro día, los planes ya estaban en marcha.

Louis se dirigió al apartamento de Emilienne. Buscó al casero y le dijo que ella se había ido por unas semanas. Le explicó que ella esperaba un saco de papas y le pidió que lo aceptara si llegaba durante su ausencia. Terminado ese asunto, Louis entró en el apartamento de Emilienne. Tenía una llave y entró sin que lo supiera el casero. Dejó la huella de una mano ensangrentada sobre la ropa de cama, y también puso sangre en una cubeta de agua a fin de simular que el asesino se lavó la sangre de las manos después de matarla. Salió del apartamento con una sábana, pensando que luego le podría resultar útil. Nadie sabe a ciencia cierta por qué Louis inventó el cuento del saco de papas. Muy probablemente pensó que también enviaría algunas partes de Emilienne en el saco, a sabiendas de que quizás no lo tocarían en semanas. Sin duda alguna, intentaba mover la escena del asesinato de su residencia a la de Emilienne. 



Pero ya en la calle Charlotte, Louis y Berthe abandonaron el estúpido plan del saco de papas. En lugar de ello, Louis envolvió el cuerpo en la sábana que tomó del apartamento de Emilienne y lo colocó en un bolsa de plástico para carne. Para las piernas usó otra bolsa. A fin de despistar a los detectives, Louis escribió las palabras “Blodie Belgium” (Maldita Bélgica) en un pedazo de papel y lo puso junto al cuerpo. Todo esto fue una tarea extenuante. Ya mañana sería otro día. 

A la mañana siguiente, Louis se dirigió a un área en ruinas cerca de Regent Square. Fue allí donde arrojó el cuerpo y las piernas. Esa misma mañana, un barrendero se tropezó con el paquete que contenía el cuerpo. Inmediatamente llamó a la policía.

Los detectives actuaron sin dilación. Inspeccionaron las lavanderías en un intento por identificar una etiqueta que encontraron en una de las esquinas de la sábana que envolvía el cuerpo. Necesitaron sólo un día. La sábana pertenecía a Emilienne Gerard, quien frecuentemente trabajaba como ama de llaves y era la chica de un carnicero llamado Louis Voisin.

Los sabuesos de Scotland Yard visitaron el apartamento de Louis en el 101 de Charlotte St. Al entrar a la cocina, los detectives no pudieron dejar de notar varias manchas de sangre en el piso y las paredes. 

Inicialmente, tanto Louis como Berthe negaron, incluso, estar al tanto de que Emilienne estaba muerta.

Louis fue detenido y revisado. En su persona encontraron las llaves de una habitación en el sótano del 101 de la calle Charlotte. La policía encontró, en la pieza, la cabeza y las manos de Emilienne sumergidas en salmuera. Ante tales evidencias, Louis decidió hablar. 

Louis, como buen CARNICERO, 
pensó que sería más fácil deshacerse
de PIEZAS pequeñas

Le dijo a los detectives que conocía a Emilienne desde hacía 18 meses y que durante un año había sido su ama de llaves. Había visto a Emilienne por última vez el 31 de octubre, cuando ésta le dijo que viajaría a Southampton con una amiga. Ella le pidió a Louis que alimentara a su gato durante su ausencia. Él le dio comida al gato el 2 de noviembre. Scotland Yard no creyó en la historia. Le pidieron a Louis que escribiera las palabras “Blodie Belgium’’. Cinco veces escribió “Blodie Belgium’’. Eso fue suficiente. Louis fue acusado de asesinato. Ahora que las cosas se estaban tornando definitivamente graves, cambió su declaración.

Louis afirmó que el 1° de noviembre se había dirigido a Munster Square, donde encontró la cabeza y las manos de Emilienne sobre una mesa. Había  sangre por todas partes. Se puso a limpiar, pero luego entró en pánico y huyó del lugar. Tenía la vaga idea de que le habían tendido una trampa. Nadie creyó su versión. La poca sangre encontrada en el apartamento de la víctima era suficiente para descartar la posibilidad de que la hubieran matado allí. Por el contrario, la habitación en el sótano del 101 de la calle Charlotte estaba cubierta de sangre.

Los patólogos que examinaron la cabeza de Emilienne concluyeron que el cráneo había recibido una decena de golpes, ninguno de los cuales causó una fractura. Esto reforzaba la teoría de que Berthe había propinado una lluvia de golpes a Emilienne en la cabeza, pero había sido Louis quien la estranguló.

Se encontró una toalla manchada de sangre en el apartamento de Louis. Adherido a la toalla se hallaba uno de los aretes de Emilienne. Fue esa toalla la que usó Louis para estrangularla. La policía estableció que Berthe Roche no había abandonado el 101 de la calle Charlotte desde el 31 de octubre.
Ella también fue acusada de asesinato.

El 16 de febrero de 1918 Louis fue enjuiciado. El proceso se prolongó dado que cada palabra tenía que ser traducida. Louis fue encontrado culpable y sentenciado a la horca. Mientras aguardaba su cita con el verdugo, su amante, Berthe, fue encontrada culpable de ser cómplice de asesinato. La sentenciaron a siete años de cárcel.