Alimentación Saludable
Desde nuestras primeras experiencias en la escuela nos han enseñado y repetido lo importante que es la nutrición, para ello nos han descrito el célebre plato balanceado

ESTAMPAS

30/04/2021 06:00 pm



Ocarina Castillo D´Imperio

Este plato debe estar "equilibradamente" representado por los integrantes de los diferentes grupos de alimentos: proteínas, carbohidratos, frutas y verduras, recurriendo pedagógicamente incluso a figuras propias de nuestra cultura popular, como en el caso de la representación del "trompo de la alimentación" que en los últimos años se ha convertido en el ícono del plato saludable.

Así, lo saludable tenía que ver con lo que ingerimos, con la cantidad y variedad de los elementos nutritivos, sus proporciones, la manera como se combinan los diferentes componentes, no sólo en las comidas de un día, sino en los diferentes menús a lo largo de una semana.

Desde esta perspectiva, lo saludable respondía a una visión de la alimentación basada en “nutrimentos”, es decir, lo que se ingiere y su equilibrio, desde una forma individual centrada en la configuración de la dieta de cada integrante del hogar, con lo cual, se creaban hábitos alimentarios familiares.

En las últimas décadas, dada la problemática tanto de la salud (malnutrición) como de la alimentación (seguridad alimentaria), y más específicamente de la ecológica, ya no es suficiente enfocar la salud desde esta perspectiva.


La salud es un estado de completo de bienestar integral. Fotografía Freepik

A mediados del siglo pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se encargaron de hacernos ver cómo la salud es algo más que la ausencia de enfermedad, redefiniéndola como un estado de completo bienestar biológico, psíquico, social y ambiental, que le permite al ser humano una mejor calidad de vida. De allí que adquiera entonces una dimensión más integral y holística que traspasa la frontera de la salud individual y se explaya en lo relacional, abarcando a los que comparten nuestro habitar en la cotidianidad. De esta forma, también la alimentación deja de concentrarse en el condumio, la mesa, para ser entendida desde una perspectiva social, cultural y ecológica, es decir multidimensional.

Particularmente en las últimas décadas, en esta nueva visión se hace imperativo considerar la salud del planeta y ello significa pensar en lo que comemos y de qué manera lo hacemos, preguntarnos cómo afectamos el planeta a través de las emisiones de carbono y la saturación de elementos químicos y tóxicos en las faenas de producción y cultivo, las prácticas agroecológicas que agotan suelos, fuentes hídricas y otros recursos. Cuestionarnos si nos manejamos dentro de una visión expoliativa y extractivista, que se relaciona con la naturaleza como un botín que nos provee de alimento y vestido, pero no como una parte inseparable de nosotros a la cual tenemos que aprender a cuidar y reparar.

Ello significa que en estos tiempos nos enfrentamos a una gran exigencia, que nuestra alimentación no solamente sea saludable para nosotros, sino para el planeta en que vivimos; que podamos dejar de pensar en monocultivos y aprendamos que para la salud del ambiente es necesaria la protección de la biodiversidad, que abarca componentes humanos y culturales.

Pensar en el consumo de cultivos más cercanos, con menos toxicidad y menor huella de carbono, en el marco de combinaciones que permitan el enriquecimiento de los suelos y mejoramiento de las cosechas. Se trata de comenzar a descolonizar nuestra mente y dejar de ver a la naturaleza como una proveedora, repensando las interacciones entre valores, códigos y prácticas que han regido nuestras relaciones, ensayando una nueva forma más solidaria de habitar saludablemente el planeta.

De allí que sea tan importante conocer nuestra despensa originaria, cuáles alimentos podemos producir de una manera más ecológica, dentro de una estrategia de agricultura sostenible, para que lo que llevamos a la mesa y compartimos sea parte de un esfuerzo de sostenibilidad y exprese la voluntad de comer sano ecológicamente, nutritivo y sabroso, y que además esa comida nos haga, como ciudadanos del planeta, también felices.

Ocarina Castillo D’Imperio. Antropóloga, investigadora de la cultura y los sabores y miembro de la Academia Nacional de la Historia.