Lo que no te cuentan del sirope de agave… y necesitas saber
El néctar de agave es aproximadamente 85% de fructosa, mucho más alto que el azúcar normal y, aunque parezca más saludable, en realidad puede resultar peor a mediano y largo plazo

MARIÁNGEL PAOLINI

10/11/2019 05:00 am



En esta serie de publicaciones he tratado de desmontar algunos mitos alrededor de los sustitutos del azúcar que gozan de mayor popularidad, pero que en realidad son un “triunfo” del marketing sobre la ciencia basada en la evidencia.


Hoy quiero compartir algunos secretos (nada dulces) del néctar o sirope de agave: un líquido de color ámbar, menos viscoso que la miel (lo que lo hace más práctico a la hora de envasar y servir) y es considerablemente más dulce que el azúcar. Al mercado “fitness” le encanta porque no contiene gluten y es de bajo índice glucémico. Sin embargo, no por eso podrás ingerirlo de forma desmesurada porque todo en exceso tiene consecuencias y en este caso, nada gratas para tu salud.

El proceso de obtención del néctar parte del corte de la planta y su prensado para extraer la savia azucarada. Si bien esta savia es rica en azúcar, también contiene fibra saludable como los fructanos, que están relacionados con efectos beneficiosos sobre el metabolismo y la insulina. Sin embargo, cuando se procesa para convertirlo en jarabe, los fructanos se descomponen en fructosa, destruyendo todas las propiedades promotoras de la salud de la planta de agave.

La fructosa es el azúcar que se encuentra naturalmente en la fruta y está perfectamente bien cuando se obtiene de la fuente original, pues además viene con gran cantidad de vitaminas, antioxidantes y fibra. Pero cuando se extrae comercialmente, se concentra y se convierte en edulcorante, tiene un precio metabólico muy alto.

A diferencia de la glucosa, la fructosa no eleva los niveles de azúcar en la sangre a corto plazo. Es por eso que los edulcorantes con alto contenido de fructosa a menudo se comercializan como "saludables" o "aptos para diabéticos". El néctar de agave tiene un IG muy bajo, principalmente porque casi todo el azúcar que contiene es fructosa.

En esencia, el néctar de agave que usted encuentra en las tiendas especializadas no es más que una forma disfrazada del “Jarabe de Maíz Rico en Fructosa” que la industria alimentaria ha utilizado por años para hacer que sus productos sean más “sabrosos” y baratos, haciéndolos accesibles a las masas.

Mientras que cada célula de tu cuerpo puede metabolizar la glucosa, el hígado es el único órgano que puede metabolizar la fructosa en cantidades significativas. Ingerir grandes cantidades de fructosa puede causar estragos en el metabolismo y esto se debe a que el hígado se sobrecarga y comienza a convertir la fructosa en grasa, lo que aumenta los triglicéridos en la sangre. Muchos investigadores creen que parte de esta grasa puede alojarse en el hígado y causar hígado graso no alcohólico.

Además, el alto consumo de fructosa puede aumentar los niveles de colesterol LDL (malo); promover la resistencia a la insulina, lo que se traduce en un aumento significativo del riesgo de padecer diabetes tipo 2, y causa acumulación de grasa abdominal. Paradójcamente, este producto ha sido poco estudiado y son pocos los trabajos que se pueden obtener de la literatura especializada, de modo que el marketing ha capitalizado la poca evidencia científica que es posible consultar hasta la fecha.

Al igual que una buena parte de la comunidad científica, me siento en el deber de hacer que el público en general conozca que la industria alimentaria, en especial la de bebidas azucaradas, lleva años pagando para que sus secretos no queden en evidencia. Tenga en cuenta que el néctar de agave es aproximadamente 85% de fructosa, mucho más alto que el azúcar normal y aunque parezca más saludable, en realidad puede ser mucho peor a mediano y largo plazo.