Celiaquía y dieta Libre de Gluten

MARIÁNGEL PAOLINI

12/05/2019 12:00 am



La enfermedad celíaca, o más bien condición celíaca como me gusta llamarla, es un trastorno inmunológico mediado por la ingesta de fracciones proteicas (prolaminas) de cereales en individuos genética susceptibles. Lo llamo condición, pues al igual que los casos de Diabetes tipo 1, si el paciente cumple el tratamiento a cabalidad, las manifestaciones que aquejan su salud permanecen inactivas, así que se puede mantener una óptima calidad de vida. 


El tratamiento 100% efectivo para la celiaquía y sus potenciales complicaciones, es mantener de por vida y demandar estricta, una dieta Libre de gluten (DLG). Esta dieta excluye la ingesta de cereales como el trigo, cebada y centeno, las variedades Triticale y Kamut así como la avena en algunos pacientes que manifiestan susceptibilidad. 

Lamentablemente mantener la dieta ha sido por años uno de los mayores desafíos para los pacientes y sus familiares, pues además de las posibles situaciones de contaminación por contacto cruzado con pequeñas cantidades (trazas) muchos productos no declaran la presencia de sucedáneos, dejando en un completo desamparo a quienes por salud, necesitan la garantía. 

Pocos países en nuestra región tienen una legislación que fiscalice a los productores y garantice el cumplimiento en el caso de declarar “libre de gluten” o “sin gluten” en su etiquetado. Algunos se rigen por el Codex Alimentarius, que exige punto de corte en 20 ppm, no obstante, ya las evidencias con pacientes ha hecho que países como Argentina, España y Chile ajusten el punto de corte a 5 y 3 ppm, con el objeto de proteger a los pacientes más vulnerables. 

No hay niveles de celiaquía, lo que si hay es variaciones en la manera en la que cada paciente manifiesta los síntomas asociados con la ingesta inadvertida de estas trazas de gluten, por lo cual se siguen evaluados alternativas diferentes a la DLG que puedan contribuir a un mejor desempeño del abordaje de la condición. Sin embargo, estas opciones no están disponibles para todos, así que lo mejor que podemos hacer por el momento, es concentrarnos en la adherencia a la DLG, que a la luz de los últimos años, se ha extendido a otras condiciones como la Sensibilidad al Gluten no Celíaca (SGNC), la alergia al trigo que han aumentado de manera poco usual, Síndrome de intestino irritable, Enfermedad de Chrön, sensibilidad a los FoodMAPS y el abordaje de otras condiciones como los Trastornos del Espectro Autista (TEA). 

Algunos estudios confirman que las pruebas serológicas no son infalibles para confirmar la adherencia a la dieta, por lo que se ha sugerido cotejarlas con cuestionarios a familiares y al propio paciente, de manera que pueda encontrarse sinergia entre ambos abordajes. 

Hoy se plantea internacionalmente la posibilidad de desarrollar otros métodos capaces de medir adherencia a la DLG. En muchos países se realiza a través del seguimiento por parte de nutricionistas pertenecientes al equipo de salud a cargo del paciente y que tienen amplia experiencia. Publicaciones recientes comparan el rendimiento de la entrevista con el médico, el nutricionista, la serología y la biopsia de duodeno, revelando la importancia de la evaluación de la dieta por un profesional experto. Sin embargo, no siempre hay profesionales con experiencia suficiente en el manejo de la DLG y los cuestionarios así como el proceso de abordaje no están aún estandarizados, lo que limita la precisión, reproducibilidad y comparabilidad. 

¿Qué podemos hacer entonces? 
Hacer equipos interdisciplinarios, donde exista más educación al paciente para que pueda aprender a reconocer el gluten, a llevar su diario de comidas y a aceptar que la condición es de por vida, así que no hay marcha atrás toda vez que se inicia la dieta y también a los profesionales que acompañan a estos pacientes, en especial en temas como el contenido de trazas y su impacto en la salud general de los pacientes, así como el conocimiento de los productos disponibles en cada región o país, para orientar de manera más eficiente.