Sobrevivir a la cena navideña

MARIÁNGEL PAOLINI

25/11/2018 12:00 am



Mi “guía práctica” para sobrevivir a las fiestas es una invitación a mirarnos, a escucharnos, a hacernos preguntas que nos inviten a explorar si la manera como estamos llevando nuestras vidas, es lo que realmente queremos o estamos sobreviviendo en piloto automático.


Es una invitación a la apreciación, a mirar lo que es realmente importante de todo lo que hacemos cada día y aprender a ser más selectivos para disfrutar cada situación como lo merece. Es aprende a disfrutar lo que comes, sin culpas y con la convicción que está respetando los límites de tu cuerpo, aprende a comer de manera consciente, un bocado a la vez.  

De las múltiples recomendaciones que abundan en las redes cerca de la temporada de Navidad, rescato una que hasta hace poco me parecía muy asertiva: comer antes de llegar a las fiestas, por aquello de evitar la tentación, sin embargo y con la experiencia de las fiestas familiares sé que es casi imposible resistirse a la abuela recordándote que hizo ese postre especialmente para ti. 

Otros recomiendan beber mucho agua, apuntarse con el entrenador físico en sesiones “extra” para quemar las calorías adicionales y un sin fin de recomendaciones que definitivamente siguen “poniendo la curita” pero no sanan la herida.

Posiblemente te estás preguntando ¿hay una herida? ¿dónde está que no la veo? Y con honestidad, a la mayoría se nos pasa buena parte de la vida tratando de adivinar ¿qué nos está haciendo actuar de cierta manera? que llegamos a límites donde vulneramos nuestro bienestar y nos mantiene en sufrimiento por tantos años. 

En medio de tantas ocupaciones, perdimos la capacidad de reconocer las señales de nuestro cuerpo y vamos en piloto automático comiendo lo que todos comen, lo que está disponible, lo que me sirvieron en el plato y en un tiempo record que sólo da muestra de la pérdida en el habito de masticar correctamente lo que colocamos en la boca. 

Si, parece que sale de una novela, pero es la cruda realidad de un estilo de vida complejo que hemos ido adoptando, en el que parece que el tiempo no nos alcanza, y en esta temporada nos hace brincar de reunión en reunión, de almuerzo a cena navideña, sin mirar y explorar si el cuerpo está llegando a su límite y cuál es el precio de transgredirlo una y otra vez. 

La “guía práctica” es simplemente una invitación encender la curiosidad y hacernos las siguientes preguntas cuando tengamos alguna propuesta para comer:

1) ¿Cuál es mi motivación para comer lo que me ofrecen? Aquí te invito a explorar si la motivación es propia o responde al comportamiento de otros.

2) ¿Cómo me siento cuando estoy comiendo? Mientras estas comiendo, registra las sensaciones corporales que te abordan, pensamientos y cualquier otro registro que consideres que ha cambiado mientras comes, tan sólo el hecho de darte cuenta que algo cambió es importante.

3) ¿Estoy disfrutando la comida? El disfrute no sólo tiene que ver con si me gustó o no lo que he comido. Incluye sentimientos de gozo que se alcanzan cuando algo nos resulta placentero, estimulante y grato.

4) ¿Cuál es la señal para dejar de comer? Son señales corporales o son pensamiento que vienen justo en el momento que estoy comiendo? ¿Cuáles son las sensaciones en el cuerpo? ¿Qué tipo de pensamientos me hacen parar?

Estas preguntas tienen como objetivo despertarnos de ese estado catatónico en el que estamos sobreviviendo caóticamente invitándonos a parar y habitar el momento presente, un bocado a la vez.