La tendencia “verde” se refleja también en la enología con la creación de certificados y sellos que premian aquellos vinos que garantizan un proceso más amigable con el medio ambiente en su fabricación. Pero incluso en este mundo de la sustentabilidad hay tendencias como los vinos biodinámicos.
El gran promotor de esta tendencia es el francés Nicolás Joly, que produce los vinos de Clos de La Coulée de Serrant, en el Valle del Loira. Su trabajo se inspira en el legado del austriaco Rudolf Steiner, quien buscó promover la comprensión por los ciclos naturales y su sana relación con el ser humano.
La principal diferencia con los vinos “comunes” es el trabajo en el viñedo. Además del respeto por la naturaleza, se consideran las fuerzas energéticas de los planetas y sus ritmos propios, como las fases lunares. Se emplean sólo abonos propios, que se preparan según rituales que bien parecen creados por un monje druida. Se vendimia manualmente. Son caldos sin clarificación con poco uso de madera nueva y alto contacto con el oxígeno vía trasegado.
El resultado final son vinos con un perfil único, que deben ser abiertos hasta un día antes de ser degustados para alcanzar su plenitud. Vale la pena probarlos; pero ciertamente no revolucionarán la industria.
